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Lo que Cuerda debe a la literatura

El director manchego José Luis Cuerda fue protagonista este verano del festival de cine de Betanzos. A modo de presentación, de brevedad necesaria pero injusta, centré mi visión de su cine en su querencia por William Faulkner. Se puede intentar seguirle la pista a esta afición literaria en sus películas pero creo que bien acaba uno limitándose a señalar lo obvio, bien se restringe el campo demasiado. Que a este director le gusta la literatura en términos muy amplios, y más allá de Faulkner, es evidente; y su cine da testimonio de ello una y otra vez. Entre sus películas más conocidas están El túnel (1977) basada en la novela de Ernesto Sábato, El bosque animado (1987), basada en la novela de Wenceslao Fernández Flórez, y La lengua de las mariposas (1999), asimismo basada en la novela de otro gallego, Manuel Rivas. Y entre todas, la que se ha convertido en película de culto es Amanece, que no es poco (1988), de la que no solo es director sino también guionista. Quiero decir que Cuerda entra con mano propia en el mundo de la ficción con grandes dosis de humor del absurdo y se une a corrientes de grandes escritores y directores que se cruzan entre ambos lados del Atlántico. Algunas escenas de Amanece, que no es poco, y el planteamiento de la película en general, pueden fácilmente recordarnos a personajes y situaciones del todo inusitadas típicas de la ficción de Gabriel García Márquez (otro aficionado a Faulkner). Sin embargo, al referirse a la ficción del nobel colombiano, no se habla tanto del "absurdo" en su obra como del "realismo mágico". Para José Luis Cuerda, creo yo, la territorialización exótica de esta muy académica identificación o clasificación de estilo y temática literaria resulta inútil. Tanto García Márquez como él mismo articulan en textos o en imágenes un exceso teóricamente inefable pero del todo real para las sociedades sobre las que y en las que ambos escriben. Por otro lado, el "realismo mágico" de García Márquez sería difícil de entender (y mucho más fácil de "tropicalizar") sin tener en cuenta la influencia que tuvo en su obra el cine neorrealista italiano. Pensemos, por ejemplo, en Miracolo a Milano (1951) de Vitorio de Sica; o en la visión de los arquetipos nacionales en Bienvenido Mr Marshall (1953) de Luis Berlanga, particularmente el del hidalgo que siempre espera una carta que no llega, tal y como también le ocurre al coronel colombiano que no tiene quien le escriba. En Amanece, que no es poco abundan las referencias a Bienvenido Mr Marshall con una puesta al día histórica y política que nos toca muy de cerca y nos hace reír aún más. La elección de actores es, más que un simple guiño a Berlanga, un codazo en toda regla.

Y en este rosario de intercambios y trasvases, y también influido por Faulkner, participa el escritor mexicano Juan Rulfo y toda la mitología y magia (en este caso profundamente trágica) que rodea a sus personajes (Pedro Páramo, por ejemplo). Por supuesto, para facilitarnos el entendimiento de la obra de Rulfo tendremos que echar mano de claves precolombinas y prescindir de nuestro bagaje occidental "bíblico", ese bagaje sobre el que Cuerda ironiza o satiriza sin miramientos.

Cada vez que veo Amanece, que no es poco, no puedo evitar ver algo de Calabuch (Berlanga, 1956) o de El cochecito (Marco Ferreri, 1960), pero no me quedo en registrar los posibles ecos literarios o fílmicos que encuentre sino que también disfruto de la ironía agridulce con la que nos pone un espejo delante para que nos veamos, nos reconozcamos, nos riamos mucho y, sería de esperar, pensemos un poco en nuestras estrategias sociales de supervivencia. Parafraseando aquel grito de "¡'Alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario!" podemos decir que sin directores y escritores como Cuerda nuestra contingencia sería aún más penosa porque no dejaría huella.

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