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General Aranguren: el honor y la palabra

Lorenzo Silva recupera y reconstruye una figura ensombrecida de la Guerra Civil en 'Recordarán tu nombre'

General Aranguren: el honor y la palabra

El meollo de esta novela de no ficción se desarrolla sobre las cuatro de la tarde del turbulento 19 de julio de 1936 en una habitación de la Conselleria de Governació en Barcelona. La ciudad arde en luchas entre los golpistas del Alzamiento y los partidarios de la República. Suena el teléfono. Llama el general Manuel Goded Llopis, que ha viajado desde las Baleares para hacerse con el control de la capital y sumarla al movimiento rebelde. Era un prestigioso militar, veterano de la guerra de Marruecos, donde había coincidido con el ahora jefe de la Guardia Civil en Cataluña, el también general José Aranguren Roldán, un hombre católico y tenido por conservador, que es con quien quiere hablar. Las cosas para Goded y los suyos no pintaban nada bien, como pudo comprobar mientras sobrevolaba Barcelona en el hidroavión que lo traía. Por ello, contar con el concurso de las fuerzas al mando de Aranguren le resultaba vital. Cuando Aranguren va hacia el teléfono, Federico Escofet, el hombre fuerte del presidente Companys en Orden Público, se coloca detrás del general para supervisar sus palabras. Temía Escofet que pudiera darse por parte de Aranguren "una traición o una complacencia que, dice, 'me habría obligado a retorcerle el cuello con mis propias manos'". No va a haber tal. A través del hilo telefónico, se saludan los dos generales y Goded le pide a Aranguren que ponga "sus fuerzas a mis órdenes, como jefe de la división y del movimiento que el ejército ha iniciado en la ciudad para restablecer el orden contra las fuerzas subversivas". Aranguren se niega: "Eso no puede ser". Goded se enfurece y acusa a su compañero de armas de hacer "causa común con el populacho rebelde". Aranguren responde firme: "Aquí no hay más rebeldes que ustedes". Sigue la porfía de Goded que se extiende en explicaciones: ni él ni los suyos son rebeldes, solo leales camaradas que desean "acabar de una vez con toda clase de extremismos". No van -insiste Goded? contra el régimen: van contra el gobierno. Aranguren niega la mayor: "Yo actúo dentro de la legalidad y no reconozco otra autoridad militar que la del general Llano de la Encomienda ni otro gobierno que el legítimo". La disputa se mantiene y encona. Goded amenaza: si Aranguren no le obedece "las consecuencias de su traición y su insubordinación ya sabe usted cuáles son". Los dos generales se están jugando la vida: con esas cosas no se bromea. Lo saben. Entonces, el general José Aranguren Roldán cierra la conversación: "Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y a sus juramentos militares. Pero si mañana le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor". Cuando cuelga el teléfono, remacha ante los presentes: "He cumplido con mi deber". Goded acabará por rendir las fuerzas a su mando y será fusilado bajo la acusación de rebelión militar sin que se cumpla un mes de esta llamada que reproduzco citando a Lorenzo Silva. Aranguren será fusilado bajo la acusación de rebelión militar el 22 de abril de 1939, ya finalizada la Guerra Civil.

Durante las presentaciones de Recordarán tu nombre, su autor ha insistido en que no hay ficción en esta su obra. Y cuánto me habría gustado como lector que la hubiese, que fuera por completo una novela, no una crónica histórica. Pero el empeño de Lorenzo Silva, su elección como narrador, fue contarnos la historia del general Aranguren tal como ocurrió, sin conservantes ni colorantes: sin elementos novelescos, quiero decir y quiero decirlo con las salvedades que tal empresa (acaso imposible) conllevaría, pues es inevitable recurrir a los "cabe suponer", "es muy posible que", "me atrevo a aventurar"? cuando se trata de narrar aquello de lo que no hay fe por escrito o por otro testimonio de imposible refutación. Por ejemplo, no hay escrito notarial o grabación exacta de que la conversación entre Aranguren y Goded fuese con todo detalle tal y como se cuenta en el libro de Lorenzo Silva: cabe suponer, es muy posible que, me atrevo a aventurar que se produjese de ese modo, con tales pausas, con el tono calmado de aquel o con el inflamado de este. Y seguro que los presentes dejaron constancia de que así transcurrió la charla? más o menos, palabra arriba o abajo, casi. De modo que, si se deja abierta la puerta a la conjetura del narrador (el propio Lorenzo Silva, no un personaje llamado "Lorenzo Silva") en algún detalle, ¿por qué no extenderla un poco más y hacernos más vívida la escena, más novelesca (permítaseme el adjetivo)? La tremenda conversación entre Aranguren y Goded quizá debería transportarme físicamente a esa misma habitación. Pero no pude terminar esas páginas sin una sensación de frialdad narrativa, de un aquí falta algo de ritmo y detalle y gradación tensional: falta un poco de novela, si se me permite de nuevo. Falta más mentira narradora para que crezca la verdad de lo contado. Me apresuro a decir que hace muy bien Lorenzo Silva en contar la vida y obra de este militar admirable que fue Aranguren como le dé la real gana. Solo constato mi impresión lectora, tan particular. Y si aplico lo dicho a la tan citada conversación, valdría también para otros episodios: entrar más en la mente de Goded sobrevolando una Barcelona en la que pensaba triunfar y que ya atisba que será su gran fracaso. Entrar más en la mente de los actores de aquel despliegue de la Guardia Civil al mando del coronel Escobar que suben por Via Laietana y se detienen -máximo suspense? ante el balcón desde el que los observan los mandos de la Generalitat.

Recordarán tu nombre(ay, esa portada, igual a la de las memorias de Taibo I) es una espléndida reivindicación de un hombre de honor y palabra, postergada su colosal importancia por unos y fusilado en una silla (había sufrido un accidente) por los otros. Dicen que Franco pidió que lo ejecutasen "aunque fuera en una camilla". El general José Aramburu entendió siempre que debía ser fiel al poder legítimo, elegido en las urnas, coincidiese o no su proceder con sus íntimas creencias. Le fue la vida en ello, literalmente. También, claro, es una reivindicación de la Guardia Civil, cuerpo del que Lorenzo Silva es miembro honorario y a cuya buena imagen tanto le place contribuir no solo con las muy entretenidas novelas de la serie protagonizada por Bevilacqua y Chamorro sino cuantas veces tiene oportunidad: "La Guardia Civil funciona", que contaba Besteiro a Azaña. Asimismo, es una reivindicación del verdadero horror de la guerra de Marruecos, con el desempeño en la misma de Franco, Mola, Sanjurjo? y los actores de esta crónica histórica. Y reivindicación también de los abuelos de Lorenzo Silva. Y un libro entretenidísmo, de limpio castellano en su estilo calmo. Y una lástima que me gusten tanto las historias salpimentadas con ficción. ¿No lo son todas?

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