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Solo ante el peligro

'Carter', la obra maestra del género negro escrita por Ted Lewis

Solo ante el peligro

El mercenario Jack Carter, desde que Mike Hodges adaptara al cine la novela que protagoniza, es inimaginable sin la elegancia y la flema de Michael Caine. Resulta difícil pensar en él sin su impecable traje y su escopeta porque se ha convertido en una imagen iconográfica de la cultura popular.

Carter es alguien que pasea por un paisaje muy determinado: "Más allá se veía la ribera elevada del río y, a la izquierda, cuatro hornos medio derruidos que formaban como una arquitectura azteca que se alzaba por encima de los edificios sin techar de la fábrica. Nada había cambiado desde la última vez que estuve allí". Vuelve a la ciudad del norte de Inglaterra que lo vio nacer tras la muerte de su hermano Frank. Es un lugar pequeño y rodeado por grandes chimeneas siderúrgicas que le imprimen un aspecto ceniciento, uno de esos lugares de los que, según el propio Jack Carter confiesa en la narración, "no te cuesta despedirte".

Hace ocho años, desde la muerte de su padre y la última trifulca con su hermano, que no pisa la ciudad. Carter es un sicario que trabaja en Londres para Gerald y Les Fletcher. Es un tipo valiente, frío, inteligente y no exento de crueldad, alguien que se mueve como pez en el agua en el mundo del hampa, ha nacido para eso y sabe desempeñar a la perfección su trabajo. No comete errores y hace que le teman, sus jefes aprecian su profesionalidad y cuando se enfrenta a alguien que le conoce, en la cara de su adversario se dibuja un rictus de desasosegante inquietud. La policía sostiene que la muerte de Frank ha sido accidental: se despeñó por un desfiladero con su coche después de cogerse una cogorza; pero su hermano Jack lo conocía muy bien, juntos habían empezado a salir, juntos habían empezado a disparar, juntos habían comprado la escopeta que Jack recupera del armario de su difunto hermano, y por eso sabe que Frank nunca se metía con nadie y que tampoco se pasaba con la bebida, vivía de su sueldo de camarero y se mantenía alejado de los asuntos turbios, razón por la que le espeta a uno de sus jefes: "A mí me huele mal, Gerald. Un olor a mierda tan fuerte que llega desde el norte hasta mis propias narices a través de tu sistema de aire acondicionado". Y no se equivoca.

En cuatro jornadas -de jueves a domingo- Carter irá empecinándose en descubrir a los culpables de la muerte de su hermano. A medida que los popes locales se inquietan y pretenden meterlo en el primer tren hacia Londres, él ahonda en asuntos turbios para descubrir cuál fue el verdadero motivo de la muerte de su hermano.

Con la voz del propio Jack Carter contándonos la historia en primera persona, un puñado de flashbacks que iluminan al lector sobre la personalidad del sicario, la relación que mantenía con su familia y su pasado en la ciudad, y con un impecable pulso narrativo, tan plástico como el de Raymond Chandler, tan ágil como el de James M. Cain, Ted Lewis (1940-1982) consiguió una incuestionable obra maestra de la novela negra antes de entregarse al alcohol y desaparecer prematuramente.

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