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Las ermitas de la Patrona

La iglesia de la Vega tiene una importancia esencial en el desarrollo de esta población. La decisión de levantar una ermita que acogiera a la Virgen de la Peña fue el comienzo de un nuevo asentamiento que nació alrededor del templo.

La primera de las construcciones, de piedra y barro, resultó extremadamente frágil y ya en 1580 fue preciso proceder a su reparación. Las obras de acondicionamiento se sucedieron, pero las lluvias volvieron a actuar sin contemplaciones, provocando la caída de los muros. Finalmente se optó por hacer acopio de nuevos materiales de cantería y piedra, adquiridas en la isla y madera que se compró en Tenerife y Gran Canaria. También se construyó, adosada a la ermita, una casa para el ermitaño que debía ocuparse del cuidado del templo, ya que en los alrededores aún no existían viviendas. Con todas estas mejoras, la iglesia quedó nuevamente habilitada para el culto.

Sin embargo, las vicisitudes de esta iglesia no terminaron ahí. Y ya en el siglo XVIII son los propios majoreros, que acudían en peregrinación a ver a su patrona, los que reúnen dinero para construir una nueva ermita. Alrededor de esta construcción se levanta una casa para el capellán y habitaciones para los romeros. Sin embargo, la edificación de las viviendas para los peregrinos no se culminó hasta el año 1887, fecha en que se contaban seis casas.

El interior de la nueva ermita se fue decorando con diversos elementos entregados por 48 devotos de la Virgen. A esta iglesia acuden en peregrinación todos los majoreros desde hace siglos, cada tercer sábado de Septiembre, a venerar a su patrona.

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