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¿Qué hago con las cápsulas del café?

La cafetera con el sistema de monodosis está ganando terreno a la italiana de toda la vida. Comodidad, rapidez y limpieza son los principales aliados de este método en la preparación de un humeante café. Pero entre las plurales virtudes que ofrece al usuario y que está propiciado una cada vez mayor presencia en el mercado figura una desventaja: las cápsulas son un desperdicio. Estos pequeños recipientes de colores son un nuevo desecho y por tanto un problema más para el tan lesionado medio ambiente, ya que están hechas en su mayoría de plástico o aluminio. La ley de envases y residuos no las considera envases debido a que la cápsula es indivisible de su contenido. Esto significa que no pueden recogerse a través de los espacios habituales de recuperación y reciclaje. En definitiva, no forman parte del grupo de productos que se depositan en los contenedores amarillos, como botes, latas o tetrabriks, porque su reducido tamaño hace muy difícil separarlas mediante los sistemas empleados para reciclar envases.

Así, en un afán de minimizar el impacto medioambiental y con el objetivo de dar respuesta a la sensibilidad ecológica de muchos consumidores se han puesto en marcha proyectos que buscan el reciclaje de las cápsulas. Nestlé, propietaria de Nespresso, marca precursora de este modelo de preparación de café, ha creado su propio sistema tanto para los estuches de Nespresso como para los de su otra marca, Nescafé Dolce Gusto. La firma, que ya ha creado puntos de recogida en algunos de sus establecimientos, ha llegado a un acuerdo con Trabede, empresa internacional de gestión de residuos industriales, para el tratamiento de los envases. Esta multinacional se encarga del proceso de separación del café y el aluminio. El primero se recicla para utilizarse posteriormente como abono natural que se entrega a los productores de arroz del Delta del Ebro a los que compran la cosecha para donarla a la Federación Española de Bancos de Alimentos. El aluminio, por su parte, se funde para otros fines.

En cuanto a las cápsulas de las cafeteras Dolce Gusto, fabricadas en plástico, tienen también un doble uso: el café se recicla para compost para plantas y con el plástico se construyen muebles urbanos, como papeleras y bancos. Señalar que las de té, chocolate y leche sí pueden ser depositadas en el contenedor amarillo ya que pasaron a considerarse como envases en 2013.

Otras marcas de cápsulas han optado por convertir en biodegradables los materiales utilizados en la fabricación de las mismas, como es el caso de Senseo, de Marcilla, que se pueden depositar en los cubos de basura orgánica porque se elaboran con papel de filtro convencional; pero únicamente las de café, según señala Sigre, entidad sin ánimo de lucro creada para garantizar la correcta gestión medioambiental de los envases y restos de medicamentos de origen doméstico.

Hay otro de los destinos de las cápsulas y es su transformación en objetos de bisutería (pendientes, colgantes, broches, collares, anillos, pulseras..), complementos de moda e incluso elementos para el hogar, como bandejas, fuentes u originales relojes de pared. Existe un amplio abanico de productos y varios blogs en internet a disposición de las personas con buena mano para las manualidades que explican, paso a paso, cómo tratar estos novedosos envases para conseguir singulares objetos de uso personal o doméstico.

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