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Il Quartiere Coppedè

Il Quartiere Coppedè

Hace tiempo que unos amigos me comentaron que sería interesante que visitara un barrio situado en el noroeste de Roma. Incluso me facilitaron los números de los autobuses que debía tomar, pero como conocen mi afición a moverme por la ciudad siempre a pie, me aseguraron que desde el lugar en el que vivo, al Quartiere Coppedè (como lo llaman) -Quartiere porque significa barrio en italiano y Coppedè por el arquitecto que lo diseñó- no tardaría más de una hora.

Pensaba ir a Castelgandolfo, pero un contratiempo de última hora me impidió el viaje, así que pensando a qué dedicar la mañana recordé de repente la recomendación de mis amigos y me fui al barrio Coppedè.

Chateaubriand decía: "Roma es bella para olvidarte de todo, para despreciarlo todo y para morir". Chateaubriand describía pensamientos hermosos ("mientras que el corazón tiene deseos, la imaginación conserva ilusiones"), por algo está considerado el fundador del romanticismo en la literatura francesa. Él vivió en Roma, donde, nombrado por Napoleón, desempeñó el cargo de secretario de la delegación francesa, así que no pudo pasear por el barrio Coppedè, creado a comienzos del siglo XX, pero confieso que me gustaría conocer su opinión y no sé muy bien la razón por la que pensé en él al llegar al Coppedè... Tal vez porque de repente tuve la sensación de penetrar en un mundo irreal, fantástico, un tanto abrumador... Una Roma desconocida...

La entrada en el Coppedè no puede ser más impactante: un arco, simulando a los otros que en la ciudad recuerdan su pasado imperial, te da la bienvenida. Pero éste es un arco del siglo XX, un arco del que pende un enorme candelabro de hierro forjado.

El arco que une dos edificios está decorado con una gran máscara sujetada por efebos, con guirnaldas de flores y frutas, angelotes, medusas y otras figuras que son un anticipo de lo que nos espera. Algo en este arco, a pesar de la profusión de adornos, recuerda el estilo de algunas construcciones renacentistas.

Los dos edificios, conocidos como los palacios de los Embajadores, son totalmente distintos en su ornamentación exterior, pero igualmente recargados; ventanas, balcones, corredores... La impresión es apabullante. La cámara de fotos se dispara emocionada de forma casi inconsciente y la sensación que invade al visitante es la de estar entrando en uno de los grandes estudios de Cinecittà, con un atrezzo fantástico, y que de pronto las calles se llenarán de extras. Aunque no se sabe muy bien cómo irán vestidos, porque los decorados arquitectónicos van desde el Modernismo al Barroco, pasando por Art Decó, Manierismo, Gótico, Medieval... una increíble mezcla de estilos perfectamente ensamblados.

De hecho, el Coppedè fue elegido como escenario de varias películas. Aquí se rodaron, entre otras, El pájaro de las plumas de cristal, Infierno, El perfume de la Dama de Negro, y también la secuencia inicial de La Profecía.

El barrio fue creado para la nueva clase media adinerada, la burguesía romana de comienzos del siglo XX. Son un total de veintiséis palacetes y unas diecisiete viviendas un poco más sencillas. El arquitecto florentino Gino Coppedè, que, según algunos críticos, consiguió consolidarse como arquitecto importante en su época gracias a un estilo llamado "transtemporal", en el que aparecen mezclados elementos y temas pertenecientes al pasado, fue el encargado de realizarlo. Le dieron total libertad en cuanto al diseño. Coppedé dejó volar su imaginación y así nació este sorprendente recinto.

Nada más sobrepasar el arco de entrada te encuentras con la plaza Mincio, corazón de la, podríamos decir, urbanización. En el centro de la plaza, una fuente, la de las Ranas, clarísima imitación de la de las Tortugas de la plaza Mattei, del siglo XVI.

Pero nada que ver, mientras que la de las Tortugas es ágil en movimiento, ésta es mucho más contundente y apelmazada. Dicen que en ella se bañaron vestidos los Beatles después de una actuación en una famosa discoteca cercana que aún existe y de la que los vecinos se quejan, ya que algunos de sus clientes originan más de un problema de vandalismo en el barrio.

Te sitúas en la fuente y miras a tu alrededor... Lo cierto es que te parece estar viviendo un sueño. A la derecha, la casa-palacio de la Araña. Un edificio de cuatro plantas, de ladrillo mezclado con otros elementos. Una gran cara en la entrada sobre el cristal en el que se puede ver una gran araña dorada. En la parte superior, una pequeña logia y una especie de torreta en lo alto que invita a esperar que aparezca una hermosa dama medieval que acude a la llamada de su enamorado trovador.

Al girar, justo enfrente de la fuente, se encuentra la casa de las Hadas. Una curiosísima construcción en la que predomina una total irregularidad. Todo el Coppedè es irregular y asimétrico, aunque la mansión de las Hadas es una auténtica ensoñación. La percepción de la casa es totalmente diferente según el ángulo desde el que se la mire. Ladrillo, mármol, terracota conforman un exterior decorado con dibujos totalmente diferentes, desde motivos geométricos a figuras de personajes ataviados con trajes medievales, animales alados y mitológicas embarcaciones.

Todas las casas poseen jardines privados y fueron diseñadas en su interior de acuerdo con los gustos e intereses de quienes las ocuparían, utilizando para ello mosaicos de estilo pompeyano, mármoles de Carrara, artísticos artesonados, exclusivas cerámicas y ricas maderas.

Varios son los países que han elegido esta zona para instalar en ella sus embajadas.

Il Quartiere Coppedè puede gustar o no, pero jamás dejar indiferente. Es posible que para Chateaubriand no fuese más que un pastiche o que por el contrario pensase que es un lugar interesante, un atractivo más de la ciudad.

A mí me ha gustado visitarlo. Me parece una prueba más de que Roma es una ciudad apasionadamente ecléctica. Que admite los excesos, que los asimila, que te lleva de la mano por los senderos de la historia. Que te invita a soñar, soñando ella contigo.

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