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De RNE y 'El Eco' a concejal en Santa Brígida

"Pues me meten en RNE porque a TVE le dije que no. Sigo colaborando en El Eco porque se permitía compaginarlo. Por eso tengo doble cotización de la Seguridad Social, aunque no sirve para nada. En un determinado momento había mucha presión en El Eco, donde tenía que aguantar a aquella gente con determinadas historias de la época. Pedí la excedencia y me presenté a concejal de Santa Brígida. Lo de RNE lo hacía con la punta del... Estuve cuatro años de concejal de Santa Brígida".

"A mí me dieron en el ayuntamiento lo que no querían los otros. La gente no quería la policía porque estaba dividida por sectores. No tenía cuartelillo, todos vestían distinto, unos con pantalón azul, otros tenían pistolas que se habían comprado ellos, otros tenían la cartuchera, otros tenían una camisa distinta. La policía se había dividido: unos estaban a favor de Elías Artiles Arencibia, el farmacéutico, que sacó ocho concejales y vino a la televisión a proclamarse alcalde antes de tiempo".

"Cuando fuimos a hablar con él para ver cómo nos repartíamos las delegaciones, nos dijo que allí no había nada que repartir. Nos dijo: ustedes perdieron las elecciones y yo soy el alcalde. Le dijimos: oye, pero te falta uno. Y contestó: yo hice la guerra. Como si hacer la guerra le fuera a dar la alcaldía. Haría la guerra pero escondido para atrás en la retaguardia, le decía yo de coña, que le seguía el rollo porque era un tío muy serio, como todos los fachas. Decía que igual nos daba alguna delegación suelta".

El edil más joven. "Nosotros íbamos como independientes en una plancha de UCD. Éramos cuatro dentro de esa plancha. Éramos un grupo de gente inquieta. Yo era el concejal más joven con 23 años y convencí a los carcamales que iban conmigo, que también eran de armas tomar. Les dije una de mis locuras, que ese tipo era un facha y teníamos que dejarlo en la oposición porque nos iba a amargar. Al final los convencí para hacer alcalde al del PSOE, a García Viera, que solo tenía dos concejales".

"García Viera era un chaval joven, un tío que no había estado nunca en política, igual que nosotros. Lo primero que me había dicho el otro, el farmacéutico, es que había hecho la guerra. Pues entonces a los plenos iba a ir con una metralleta. Lo que hizo el tío fue correr por el pueblo el rumor de que tenía comprado a uno de nosotros. Como yo era amigo del cuñado, que era el coronel de Aviación que tenía la tienda de deportes Safari, hacía ver que me tenían comprado. Él me invitaba a tomar café en el bar La Prensa y me decía: chavalín, tú vota por mi cuñado que después arreglamos. Le dije que yo no sabía nada, que eso lo llevaba el jefe del grupo, Manuel Rodríguez de la Coba".

"El cuñado le transmitió al otro que estaba todo arreglado y entonces el otro cogió a los cuatro cachanchanes y les dijo que a este, a mí, lo tenía comprado. En el pueblo la noticia era que me había comprado. Entonces nos reunimos en la casa de Cristóbal Pérez y todos acordamos votar a García Viera con la papeleta abierta para que no nos dejara en evidencia".

"La mesa de edad la presidimos él y yo, el más viejo y el más joven de la corporación. Él estaba convencido de que lo iba a votar, pero cuando el tío ve que no sale casi le da algo. Yo soy el último que voto porque soy el más joven. Al final gana José Antonio García Viera".

"Nosotros habíamos hablado antes con el PSOE. Carmelo Artiles se portó muy bien. Nos dijo que no nos iban a apoyar porque el cabeza de lista no era un hombre de su devoción ya que era de UCD. Me dijo que si fuera yo, que iba como independiente, se lo pensarían. Carmelo fue muy claro y por eso se resolvió así y salió García Viera".

"García Viera hizo el reparto entre los concejales. Yo era un novato y a mí me tocó Cultura y Enseñanza. Enseñanza no tenía apenas competencias, sino arreglar las escuelas. Y Cultura era lo que sacabas al Cabildo. Como yo tenía una cara como un zapato, iba al Cabildo a por el Plan Cultural que montó Olarte y a Armas Marcelo le sacaba lo que podía: todos los libros que están en las asociaciones, creamos los teleclubs, los edificios de las asociaciones de vecinos, todo eso es de la época nuestra".

"Y luego también me tocó la policía, que es lo que nadie quería. Lo primero que me encuentro es el problema que estaban muy disgustados porque no tenían uniforme, no se les pagaba la nocturnidad y les ordenaban hacer guardia en las fiestas privadas. Les dije que eso no podía seguir así".

La Policía Local. "Efectivamente, los policías de la época aparcaban y cuidaban los coches de los particulares en Las Grutas de Artiles. Artiles llamaba y les venían dos policías y se quedaban allí mientras duraba la fiesta. Quité ese servicio inmediatamente. Nos reunimos todos los policías con el alcalde. La mayoría de los policías era del grupo de Elías, que les había prometido a todos incluso una casa".

"Elías era el cabeza de lista de Agrupación de Vecinos Independientes. Les había ofrecido viviendas a todo el mundo. La idea de él era construir viviendas sociales en la finca donde está el tanatorio. Muchos vecinos le votaron por eso; sacó ocho, a uno de la mayoría absoluta".

"Al ayuntamiento no le fiaba ni el secretario. Los anteriores lo dejaron vacío. Conseguimos que le pusieran un uniforme a todos los policías, si querían pistolas se las tenían que comprar ellos porque no eran obligatorias. Yo pistolas no compro con cargo al dinero público. Si quieres presumir de pistola te la compras tú. El reglamento no habla de pistolas sino de porras. Yo tenía 23 años y seguía creyendo en los peces de colores".

"Es que no eran ni policías, eran vigilantes jurados. El responsable subsidiario era el ayuntamiento. Los hicimos policías locales con un decreto rarísimo y les advertimos de que tenían que empezar a dejar sus trabajos anteriores. Nosotros les íbamos a pagar el máximo, pero eso de que fuera cocinero y por la noche se quedara dormido en el coche guardando el Monte se iba a acabar. Si uno se pasa el día cocinando no puede estar por la noche vigilando el Monte. Es imposible".

"Cuando nosotros llegamos al ayuntamiento la policía local era el ejército de Pancho Villa. Lo puedes preguntar a los veteranos. Empezó a ser la policía que más cobraba de Canarias, pero nunca hubo ningún problema con ellos. Estaban en el pueblo y cubrían todos los servicios. El único díscolo que tenía allí era Tomás, que entró por una recomendación del alcalde. García Viera presidió el tribunal aprovechando un viaje mío y la plaza se la dieron a Tomás, que se había presentado con él en el PSOE. Y éste le pagó denunciándolo por el famoso asunto de la machorra ante el gobernador civil, que en aquel tiempo era Eligio Hernández".

"El tema de la machorra es mentira, es una leyenda urbana. Viera no se comió esa machorra. La machorra la pidieron los policías en nombre del alcalde sin su permiso; Viera no estaba aquí. Felipe Santana, el padre de la anterior alcaldesa (Beatriz Santana), era del grupo de aquellos policías locales. Fue treinta años policía en Santa Brígida".

"Los policías pidieron la machorra a unos vecinos de parte del señor alcalde, pero Viera estaba de vacaciones con los hijos en unos apartamentos de Arguineguín, él no se enteró de nada de eso. No olió la machorra pero se la pegaron. Lo que pasó es que al vecino al que requisaron la machorra denunció al alcalde y éste se la pagó para evitar el problema. La machorra se la comieron los guardias y éstos le echaron el muerto al alcalde. Para que veas cómo son las leyendas urbanas".

"Llegado a un determinado momento yo me quedé hartito de la política del ayuntamiento. Los niños de La Atalaya venían todos caminando a Santa Brígida por la montaña para ir al colegio porque no había guaguas. Entonces Feo Perdomo y su corporación tenían el sitio donde está ahora el instituto de La Atalaya como parque público. Faltaban catorce metros para el Ministerio de Educación y Ciencia en a aquella época adjudicara el colegio. Teníamos niños suficientes para adjudicar el colegio, pero faltaban esos requisitos. Los dueños de esos catorce metros se pusieron de acuerdo con parte de los concejales y no fueron al pleno. Lo aprobamos en segunda convocatoria e iniciamos un expediente de expropiación de los terrenos, que para más coña eran parientes míos. Se consiguió y se hizo el colegio, pero luego se apuntaron todos al éxito. Se hizo con solo seis concejales porque los otros se escondieron debido a las presiones de la época".

El callejero. "Lo que terminó de cargarme fue que en la comisión de Cultura propuse cambios en el callejero para no ser un pueblo como éramos, con tantos nombres de sargentos, cabos, vírgenes y santos. La tía del registro, que era una meapilas, puso a todas las calles del Monte unos nombres de santos y vírgenes: la Virgen de Lourdes, la virgen de no sé qué, la virgen de no sé cuánto. Yo planteé hacer un callejero de verdad con nombres consensuados. Podíamos buscar cosas en común. Había muchas calles con nombres franquistas: Alféreces Provisionales, Héroes del Alcázar? Teníamos que darle un poco de aire nuevo a una corporación democrática. En la comisión de Cultura todo el mundo dijo que sí pero cuando llegamos al pleno nos quedamos dos. Allí acabó mi etapa política en el ayuntamiento. Y allí empezó el declive de Viera porque le cayeron unos buitres al lado, que lo tenían todo el día borracho, y así acabó el pobre, con una cirrosis mortal. El banco le quitó la casa a él y luego a los padres, que fue lo peor, porque lo habían avalado. La mujer entró en una depresión tremenda y acabó muriéndose. Era una chica jovencita".

Viera era perito químico, trabajaba en Vidrieras Canarias como jefe de personal. "Él era un tío cojonudo, pero las copas lo echaron a perder. En la primera etapa estuvo bien porque lo teníamos amarrado, pero en la segunda etapa ya no. En aquella época los concejales no cobrábamos, solo cobraba el alcalde. Se le puso un sueldo porque de algo tenía que comer. Del resto no cobraba nadie. Es más, las dietas por asistencia a comisiones y plenos iban por unanimidad a la familia de Antonio Julio Bautista Redondo, un concejal del grupo de Elías que se murió a los pocos días de tomar posesión. Le pusimos una calle en El Monte, en la urbanización Los Lenticos. Era una ayuda simbólica para la viuda. Todavía estamos esperando que nos den las gracias".

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