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Protagonistas de la cocina tradicional canaria (14) Benigna González Moreno

La cocinera que tiene el corazón 'partío'

Nina, como la conocen todos, nació en Vallebrón, en el municipio majorero de La Oliva, pero el amor la llevó a Lanzarote; y allí sigue elaborando los platos más típicos y suculentos de la cocina conejera, a los que también añade ingredientes de su tierra, como el rico azafrán de Fuerteventura

La cocinera que tiene el corazón 'partío'

De risa fácil y conversación amena, Nina González Moreno pertenece a ese grupo de personas que siempre mira hacia adelante. Sin miedo a caer, sin miedo a tropezar y quedar maltrecha. Como buena majorera, natural de Vallebrón, sigue al pie de la letra ese famoso dicho que persigue a los naturales de Fuerteventura, "si saben diez sólo te contarán siete". Su historia de amor podría ser un buen guión para una película, o para una de esas series que embaucan a millones después de comer. Pero ella prefiere no dar muchos detalles, pasar desapercibida, hasta que tal vez con el tiempo y la charla, le llegue la confianza precisa y entonces se atreva a contar que su marido, Gregorio Betancort, se enamoró de ella al verla en una fotografía.

Nina lleva 41 años detrás de los fogones de uno de esos restaurantes de toda la vida que hay en Uga, un hermoso pueblo al sur de Lanzarote: "me encanta este lugar, sin olvidarme, por supuesto, de mi Vallebrón. Como me gusta mucho caminar y hacer fotografías, suelo perderme por todos los caminos de La Geria. Es un sitio maravilloso, y allá arriba, en cualquiera de sus montañas, se siente mucha paz. Creo que he subido a todas las montañas de la isla".

Tal vez sin saberlo, Nina coincide en gustos con el escritor portugués José Saramago. El nobel fascinado por la isla, en la que decidió vivir, también sentía una especial atracción por las montañas. Sobre todo por la que veía desde la ventana de atrás de su casa, Montaña Blanca, hasta que no la subió, no se quedó tranquilo. Fue siempre su particular Everest.

Nina reconoce que su marido fue su gran maestro en la cocina, "aunque ahora soy yo la cocinera oficial, él ya está jubilado. Aunque viene mucho por aquí, siempre ideando cosas nuevas".

Sin olvidar los platos tradicionales, cada día preparan caldo millo, caldo de trigo. También, de vez en cuando, hacen caldo de chícharos. Recetas antiguas, que hoy se siguen haciendo en muchas cocinas de Lanzarote, como uno de esos platos que forman parte de la memoria colectiva. De los días en los que al visitar a los abuelos siempre se ofrecía uno de estos manjares.

Nina reconoce que en su restaurante estos platos lo suelen pedir "gente de la tierra, los extranjeros también les llama la atención, pero ellos prefieren otras cosas, por ejemplo las garbanzas, o las viejas y por supuesto el cabrito".

Fotógrafa y viajera

Cada vez dice que le gusta más la cocina, "y sobre todo probar todos los platos, sólo tienes que verme, soy de muy buena boca, a mí me gusta todo"

Niña González Moreno también siente una gran pasión por la fotografía, "me gusta llevar la cámara y sacar fotos. Cualquier cosa que me llame la atención, un paisaje, una planta". Después las sube a su Facebook. Las nuevas tecnología no le son indiferentes y en realidad le gustaría poder dedicar más tiempo "cuando me jubile podré estar más horas delante del ordenador, y aprenderé más cosas sobre las redes y sobre internet".

Sin olvidarse de atender los quehaceres que debe afrontar en su restaurante 'Casa Gregorio', Nina acaba por bajar la guardia de majorera y también desvela que viajar es otra de sus grandes aficiones. Con desparpajo cuenta que en una ocasión con su sobrina trataron de subir el Teide caminando, "es que aquello no se terminaba nunca, yo llevaba una mochila y es que no podía con ella. La tiré en el camino, y me quedé sentada. Entonces pasó un señor, era extranjero, y me dijo que él me la subía, la dejaba en el refugio. Yo le dije, que si se la quería llevar, encantada. Cuando llegamos, allí estaba mi mochila. La pena es que a mi sobrina le dio el mal de altura, y no subimos al pico, pero bueno ya lo haremos, en otra ocasión, pero esta vez iremos en el teleférico, que costará menos".

Cada vez que puede suele ir a ver a su familia en Vallebrón, "estamos a dos pasos, que el barco se coge ahí mismo, pero claro no puedo ir siempre". Aunque se siente muy integrada en Uga, y le fascina La Geria, siempre que le preguntan "digo con orgullo que soy de Fuerteventura, aunque llevo aquí viviendo más de cuarenta años, desde que vine con mi marido, pero ya sabes, que el pueblo de uno tira mucho, y aquello es muy bonito, hay que ir para ver aquel valle".

Entonces se acuerda de los días que pasó con sus primas, recogiendo azafrán en las tierras que están más allá de Tindaya. "Trabajamos un montón, y al final sólo teníamos unos tarritos". Con ese azafrán hizo un mojo rojo "que me quedó tan bueno, la gente me preguntó que le había puesto, estaba riquísimo".

A Nina le gusta contar las cosas con detalle, entre risas, los recuerdos interrumpen su guiso, sólo un momento, está cocinera, natural de Fuerteventura y residente en Uga, tiene todo bajo control. Lo mismo te cuenta la última vez que soñó con que volvía a visitar México, de vacaciones estuvo en Chiapas, que recita los ingredientes imprescindibles para hacer en casa un buen caldo de millo.

Y así envuelta en los aromas que salen de su cocina, dejamos a Nina. Uga se va quedando atrás como un punto luminoso, un belén pequeño pintado de blanco, en mitad de un abrigo hecho de picón, y a lo lejos las palmeras del valle como gran cierre de postal.

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