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Cuando hay sospecha de cáncer

El diagnóstico precoz del cáncer mejora la supervivencia sin lugar a dudas. La cuestión es hasta dónde bucear en la búsqueda de células malignas que puedan interferir con la salud. Durante muchos siglos, prácticamente hasta el siglo XX, los médicos apenas tenían medios para curar. Intervenían, que duda cabe, pero las más de las veces sólo para empeorar la situación. Los enfermos si curaban era gracias a su propia naturaleza. Hoy tenemos una potente tecnología terapéutica, podemos doblegar muchas enfermedades, incluido algunos cánceres. Pero debemos reconocer que entre las curaciones que observamos, no pocas se deben al propio organismo. Cuanto más incipiente sea la alteración más posibilidades existen de que la naturaleza se encargue de resolverlo. Por eso el diagnóstico muy precoz tiene el inconveniente de tratar muchos casos que hubieran curado solos y la ventaja de que los tratamientos son menos agresivos y más eficaces, en general. Encontrar el justo equilibrio entre perjuicios para unos y beneficios para otros es complicado. Creo que es una decisión en la que influyen muchos factores. Por ejemplo, estamos dispuestos a tratar a 10.000 personas con hipertensión moderada o leve durante 5 años para que solo 1, no sabemos cuál, deje de tener un infarto de miocardio. Las otras 9.999 tomaron su medicación sin ningún beneficio coronario. O alguno lo tuvo porque basta tratar a 900 hipertensos durante 5 años para evitar un ictus. Se debe a que esta enfermedad ocurre con más frecuencia en hipertensos. Desde luego, nadie se plantea dejar de tratar la hipertensión, entre otras cosas porque se toleran relativamente bien los medicamentos. Pero tratar un cáncer son palabras mayores.

Mientras se debe ser prudente en la búsqueda activa y agresiva de casos de cáncer, no parece sensato cruzarse de brazos cuando el paciente ya tiene síntomas. En eso casos la probabilidad de que la enfermedad progrese negativamente es muy alta. Y aunque no haya evidencia empírica de que tratar antes es más eficaz en todos los cánceres, basta con saber que es menos agresivo y que la lógica nos dice que será más resolutivo.

Conviene, por tanto, diagnosticar pronto y así lo establece la estrategia de cáncer. Lo más importante es que los ciudadanos conozcan los signos de alarma y consulten a su médico. Son pocos. El Código Europeo de Cáncer destaca la presencia de algún ganglio, yo añado cualquier bulto, una úlcera que no se cura, un lunar que cambia de forma, tamaño o color, una hemorragia inexplicable, tos crónica, ronquera persistente, cambios en los hábitos sean intestinales o urinarios y pérdida de peso inexplicable.

Los cánceres de cabeza y cuello se pueden manifestar con manchas, blancas o rojas, en la boca, úlceras que no cicatrizan, dolor y cuando afectan a la garganta, ronquera y dificultad para tragar. Si nota alguna de estas cosas durante al menos tres semanas, conviene que consulte. El cáncer de estómago tiene una clínica vaga que se confunde con dispepsia; si tiene dolor abdominal y sensación de plenitud con comidas pequeñas que persiste varias semanas, conviene acudir al médico. El cáncer de intestino grueso es cada vez más frecuente. Puede manifestarse con alternancia entre diarrea y estreñimiento. El de pulmón con tos crónica. El de próstata puede presentarse con problema urinarios y el de vejiga con sangre en la orina. El cáncer de útero suele sangrar entre periodos o en la menopausia. El de mama lo busca el sistema con mamografías en las mujeres de 50 a 69 años y hay un consenso para no recomendar autoexploración porque la mayoría de las veces lo que se encuentra son variaciones de la normalidad. Los bultos nuevos, persistentes, que se mueven mal, los cambios en la piel y el pezón son signos alarmantes.

Las consultas de atención primaria están saturadas. Un médico hace de media 11.500 consultas al año. Hay que ser prudente a la hora de aconsejar que se vaya al médico. Sabemos que demasiados van innecesariamente y muchos no van cuando lo necesitan. Usar bien los servicios, cualquier servicio, es una cuestión de cultura y sensatez. Los expertos dicen que el 40% de las visitas son a instancias del profesional, no siempre justificadas. Y no es menor el número de visitas que se genera por problemas organizativos. Mi experiencia es que una consulta bien organizada, en la que se responda adecuadamente a la demanda y más aún, se adelante a ella, reduce la frecuentación en el 80%.

Volviendo al cáncer, la mayoría de las personas con alguna de las características que pueden apuntar hacia el cáncer, no lo padecen. No se debe alarmar si nota algo parecido a lo que he señalado. Obsérvelo con calma unos días. El cáncer es una enfermedad que en general progresa lentamente. Si persiste, vaya al médico. Acuda antes si observa que empeora.

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