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Las grandes celebraciones en la Casa de los Coroneles

El historiador majorero Pedro Carreño ha rescatado el recetario de comidas que se preparaba en la famosa Casa de los Coroneles de La Oliva

Las grandes celebraciones en la Casa de los Coroneles

Una mesa perfecta. Llena de platos y cubiertos procedentes del extranjero. Adquiridos en uno de esos viajes que hacía el señor de la Casa por Italia o Francia. Vajilla que llegaba a Fuerteventura bien envuelta como formando parte de los tesoros que adornaron, durante tantos años, la gran casona que siempre fue esta emblemática construcción, la Casa de los Coroneles en La Oliva.

El historiador majorero Pedro Carreño ha rescatado una gran parte de las recetas culinarias que se ofrecían en los salones de esta residencia. No hay que olvidar que desde el siglo XVIII, la figura del coronel se convierte no sólo en el señor que controla el poder militar, sino que termina por convertirse en el gran terrateniente de Fuerteventura.

La Oliva se transforma en la urbe más importante de Fuerteventura, el coronel manda construir la Iglesia, adquiere la imagen de la virgen de La Candelaria, para restar importancia a la virgen de Betancuria. Esta familia llega a convertirse en una de las más ricas de Canarias. Fue tal el poder alcanzado por los coroneles que comenzaron a vivir como auténticos señores. Entre las muchas curiosidades que aparecen a lo largo de la historia de esta larga dinastía se cuenta que llegaron a contratar una pianista procedente de Francia, lo que hace gala del refinamiento y la sensibilidad artística que tenían. Muchos pintores de gran importancia pasaron por esta casa y plasmaron retratos de los Coroneles de La Oliva.

El conjunto arquitectónico de la Casa de los Coroneles es una clara representación de este 'poder'. Se trata de una edificación inspirada en las casas rústicas de la nobleza canaria (como las que se construían en aquella época en La Laguna), pero mejorada. Estaba formada por varias zonas o edificios que tenían cada uno su función: la plaza de armas, el aljibe, las caballerizas y en la parte central, como el castillo de un rey, el edifico donde residía el coronel y su familia.

Dulces exquisitos

Entre las recetas y los platos descubiertos por Carreño, destacan las comidas que preparaban para los acontecimientos principales. Corderos, que se criaban en sus terrenos. Alimentados con mimo para que la carne estuviera tierna y del gusto de los invitados. También se ofrecía capones, esos gallos de corral con una piel más fina y sabrosa. Incluso llegaron a mantener pichones con los que preparar una sopa especial.

En la casona se hacía todos los días el pan, y también se elaboraban postres delicados como tartas de almendras, buñuelos de queso de cabra y bollos de aguardiente. Sin duda uno de los postres más curiosos era el que se hacía con camuesas, unas manzanas pequeñas y de gran sabor que crecían cerca de los aljibes de la Casa. Pedro Carreño señala que la cocinera le quitaba el corazón de la fruta y lo dejaba macerando en ron. Después volvía a meterlo dentro de la manzana y ponía las piezas de fruta a asar. Recién salido del horno rociaban las camuesas con chocolate y el resultado era delicioso.

El poder de los coroneles fue languideciendo a medida que cobraban importancia y poder otras zonas de la isla como Puerto Cabras y Antigua. La Casa de Los Coroneles permanece en La Oliva como memoria viva de aquellos tiempos

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