La Provincia - Diario de Las Palmas

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LA ISLA DE 'WIFILANDIA'

El wifi libre no sirve a la libertad en Cuba

Los cambios del último año conviven con la estructura castrista de siempre y una economía que va dejando más marginados cada vez

Jóvenes cubanos con distintas tecnologías captan señal wifi gratuita en las zonas de La Habana seleccionadas por el Gobierno. La prensa habanera las llama "Wifilandia". J. M. RUILÓPEZ

Tras el inicio de relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos de hace un año, el verdadero impacto fue la implantación, por parte del Gobierno de Raúl Castro, del wifi libre en 54 áreas públicas del país. Zonas antes abandonadas, ahora son un hervidero de gente joven que se comunica con familiares y amigos localizados en otros lugares. Parecía una generosidad del Gobierno cubano, pero sólo ha cambiado la bota militar comunicativa sobre el cuello por la zapatilla de goma. Una hora de conexión a Internet cuesta 2 pesos o CUC, el cambio está 1 euro 1,06 CUC, que es lo que vale la tarjeta necesaria con número de usuario y contraseña para conseguir la conexión.

Las tarjetas están acaparadas por los "tarjeteros", revendedores que las ofrecen a 3 pesos. Esta carestía conectiva ha generado una rotación de usuarios en las zonas señaladas que producen el negocio de los tarjeteros y el relleno de las arcas de Etecsa. Calculo muy por alto unos ingresos de 100.000 CUC al día.

El Gobierno, con su habilidad para manejar movimientos y emociones, ha convertido el wifi en vacuna contra la reivindicación de libertad y democracia. No ha permitido la conexión solitaria a Internet, sino que ha colectivizado la conexión en agrupaciones heterogéneas por rincones angostos, plazas ilustres, pasadizos olvidados y escalinatas célebres de toda la geografía nacional. La prensa habanera se queja de los deterioros sufridos por los espacios asignados, que llaman "Wifilandia".

Guillermo, El Bandido, líder "tarjetero", 33 años, piel curtida y leves marcas de viruela en las mejillas, era empleado en un "agro" por 10 CUC al mes. Ahora vende entre 10 y 15 tarjetas diarias, en ocasiones hasta 50. Un peso de beneficio por cada una. Lo administra su actual novia, una auxiliar de enfermería sagaz y vivaracha de 19 años. La ganancia la va a emplear en celebrar los 15 años de su hija, fruto de su primer matrimonio. El pasado día 14 de diciembre fue el cumpleaños de su madre. La llevó a la zona wifi para que se conectara a través del IMO con una hermana de ésta que vive en los Estados Unidos. Las dos hermanas hablaban y se veían las caras. La mamá de Guillermo acercaba los bombones que le regalé al celular para que los viera su hermana.

Un policía negro, vestido de azul marino, pulgares hincados en los bolsillos del pantalón, gorra visera y aire fiero, pide que muestren las tarjetas que los revendedores esconden. "Este policía hoy anda 'maliante'", se queja Bandido.

La ganancia es mínima si se compara con el momento en el que se autorizó el wifi, en el verano de 2015. Leandro, el Quijá (por la mandíbula saliente), 23 años, blanco, inquieto, descubrió el filón económico de las primeras semanas y llegó a vender 400 tarjetas al día. "Ahora, si quieres comprar más de 3, eres contrarrevolucionario". Gastó el beneficio en Varadero y al regreso había un enjambre de tarjeteros: "Jordi, el negrito peludo llamado Bruce Lee; Dennis, llamado Malapinta; Albertico, El Canas; el flaquito negro, El Paturri, Las Perdularias...

Con 18 años, El Quijá intentó la huida en una balsa con otros 15 desde Cojímar, tierra del marinero inspirador de El viejo y el mar de Hemingway. "Nos cayeron encima las patrulleras cubanas y tuve que pagar una multa de 280 pesos, o ir a la cárcel".

"Tarjeta, cohíba, viagra, perfume, muchacha, coral, taxi...". Cualquier cosa puede ser objeto salarial en un país donde se sobrevive con sueldos de 15 o 20 pesos (14 o 19 euros) al mes y la esperanza es salir del país por cualquier puerta que se entreabra.

Guadalupe Miranda Álvarez es hija de José Miranda, de Teverga, y de Reina Dora Álvarez. Tiene dos hijos ya mayores, Walter y Wilmer. "Ahora se puede marchar a Ecuador, a Panamá. Porque aquí se pasa mucho trabajo", dice, sabiendo que hay varios miles de cubanos que no pueden ni quedarse allá ni volver porque lo han vendido todo para salir de Cuba. "Tengo que pagar 3 dólares a una persona por enviar un correo a España. Trabajé con una señora que me pagaba 30 dólares al mes, pero se rompió una cadera y ya no me llamó. Durante un año vestí muertos en una funeraria por 5 dólares al mes. Me cayó el pelo del estrés de ver cadáveres todos los días".

Para salir del país con su marido, Wilian González, custodio por 20 dólares al mes, necesita el permiso del Consulado, porque Guadalupe es ciudadana española. Y tiene que sufrir una entrevista de una abogada consular para llevar a cabo la boda civil. "El Consulado nos dio para atrás porque a la pregunta de quién hace el café no supimos responder porque no tenemos café en casa. Estamos esperando que nos envíen parte de una herencia de España".

María Antonia Marcos Alonso preside el Centro Asturiano en La Habana desde hace 6 años. Llegó a Cuba con un hermano de su padre que no tenía hijos. "Tuve una niñez mejor que si hubiera quedado en España. Estaba en una clase media. Fui económica (administrativa) en un almacén de ferretería". Se casó con un descendiente de Pola de Allande. Su mandato finaliza en febrero.

"Vivo bien, gracias a la pensión asistencial del Gobierno de España para mayores de 65 años con ciudadanía española".

Un asiduo visitante a la isla es Germán Rodríguez, hospedado temporalmente en El Vedado de la capital cubana. Nacido en Riello, descansa en un balance de su residencia habanera con la vista al fondo del Hotel Cohíba, con la televisión en una emisora americana en español, camiseta de tirantes y pantalón corto. "Mi lugar preferido de Cuba es el barrio de La Habana Vieja, en la capital. Los precios han subido mucho y la comida es sota, caballo y rey: carne de puerco, arroz congrí y pollo grillé". Alterna su residencia entre España y Cuba.

Yuly, guía turística, 37 años, dice ser pionera en la creación de coches descapotables hace cinco años. Ahora hay 200. "Siempre estuve en la parte alta de la pirámide social. Alquilo coches de caballos o hago crossing con turistas por la ciudad. El cambio ha sido muy bueno. La gente puede viajar, tener negocios particulares y conexión a Internet".

Armando Hernández es taxista. "No hay perspectiva. Nos están vendiendo la mesa, pero no las sillas. Ahora el cambio de moneda se está cocinando. Con dos monedas hay mucho disloque".

Los soportes del sistema siguen intactos a pesar de los anunciados cambios. La calle y los medios de comunicación no se mueven. El Día de los Derechos Humanos, 10 de diciembre, un par de damas de blanco, a las primeras consignas de "¡libertad y democracia!", fueron acorraladas por gigantones guardias de paisano, y al poco, detenidas.

Se está en proceso de dejar sólo el peso cubano. Se necesitan 25 pesos cubanos para comprar un euro. Subirán los precios. Se creará un vértice más fructífero de la pirámide social, y una base popular de marginados salariales más decadente, si cabe.

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