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mundo submarino

La mala fama de los tiburones

El 'ataque' sufrido por una bañista en una playa grancanaria pone el foco sobre estos particulares habitantes de las Islas - La doctora atacada en Arinaga restó importancia al suceso al que calificó de 'fortuito'

Un angelote que se esconde en los fondos de las arenas.

Un tiburón blanco de dimensiones considerables ataca sin piedad a los bañistas que disfrutaban de un día de playa, el reguero de sangre anuncia el peor de los desenlaces. En la orilla, los gritos de los que han logrado salir ilesos se confunden con la música tenebrosa que pone la piel de gallina. En otro escena, un pescador, el cazatiburones Quint trata de matar al escualo clavándole un arpón al más más puro estilo del capitán Ahab en su lucha titánica contra Moby Dick. Da igual las veces que se haya visto la película de Steven Spielberg, el miedo asoma casi como parte del divertimento.

El cine y la literatura se han aliado para ofrecer una imagen terrible de estos animales, en general suelen aparecer como los peores monstruos que pueblan los mares, unos asesinos infatigables. De hecho, después del impacto que supuso el estreno mundial en 1975 de esta cinta, Tiburón, uno de los grandes éxitos de taquilla de Hollywood, aumentaron los casos de acuafobia y se propagó el terror que provocaban los tiburones en todo el mundo. Incluso descendió el nivel de afluencia turística a las playas durante una buena temporada. También se produjo una extraña fiebre que consistió en dar caza a estos escualos y se contabilizaron numerosos casos de personas que comenzaron a pescar tiburones blancos de forma masiva, deseosos de emular a los protagonistas de la película Martín Brody y el capitán Quint, lo que ocasionó un descenso considerable de las poblaciones de esta especie. El mito del tiburón como el malo de la película se perpetuó en distintas series de televisión, videojuegos y otras secuelas que trataron de repetir el éxito logrado por la primera película de Spielberg.

Canarias es una zona rica en distintas y variadas especies marinas. Tal vez por la simpatía que provocan o por la gran cantidad de ejemplares que de forma permanente viven en estas aguas se conoce mucho más el comportamiento de cetáceos que el de los tiburones y rayas. También porque éstos últimos son mucho más tímidos y huidizos. De hecho existen importantes estudios de las universidades canarias que tienen como objeto de análisis a los mamíferos marinos. De forma habitual, los medios de comunicación publican informaciones sobre las colonias de calderones que residen entre las islas de La Gomera y Tenerife. También se detalla el avistamiento de los zifios, rorcuales, todos ellos animales que proyectan una imagen tierna, encantadora, nada que ver con la mala fama que acompaña a los tiburones.

Más de 80 especies

Desde distintas organizaciones y expertos en Biología Marina se está intentando mejorar la imagen de estos peces y sobre todo destacar la importancia que tienen a la hora de mantener la cadena alimentaria. Los tiburones se encuentran en lo alto de la pirámide, ellos son los guardianes de la biodiversidad, así los definen expertos como Fernando Frías de la Asociación Alianza por los Tiburones de Canarias y Rafael Mesa, estudioso de los fondos marinos.

Entre tiburones, rayas y quimeras, especies que se agrupan dentro de los llamados peces cartilaginosos, o lo es que es lo mismo de la misma familia, se han avistado en Canarias unas 86 especies. A nivel mundial existen más de 1.000, según recoge la bióloga Norma García Núñez. Además señala en una de sus publicaciones que estos animales "y sus estrategias de vida han tenido tal éxito evolutivo que han permanecido prácticamente sin cambios durante casi 400 millones de años".

La mayoría de los tiburones de gran tamaño son depredadores finales, ocupando el extremo de las cadenas tróficas marinas, y se alimentan de una amplia variedad de presas: de otras especies de peces (incluso tiburones más pequeños), mamíferos marinos, reptiles, tortugas. Y algunos como el tiburón ballena o el tiburón peregrino que viven del plancton. Su función principal consiste en mantener limpia la rica biodiversidad del mar.

El pasado 25 de diciembre saltaba a todos los medios de comunicación una noticia impactante: un tiburón había mordido en el brazo izquierdo a una turista madrileña, Cristina Ojeda, de 38 años, cuando se bañaba a una distancia de 20 metros de la Playa de Arinaga en Gran Canaria. La doctora, habitual de las costas canarias en vacaciones, se encargó de relatar el suceso en su cuenta de twitter: "Hoy he tenido un encuentro cara a cara con un tiburón. Cosas que pasan cuando nadas en Canarias en diciembre". También añadió que no fue atacada con alevosía, sino que fue mordida de manera fortuita.

Ante el revuelo que generó su encontronazo con el escualo, Ojeda se mostraba alucinada con la importancia que se le estaba dando, y así llegó a exclamar "¡qué no me voy a morir!".

También detalló que cuando se encontraba en el agua y sintió la presencia del tiburón le dio con la mano en el morro y el animal se marchó, eso sí, tal como quedó demostrado por las fotografías que colgó en su cuenta de twitter, el 'bicho' le dejó como recuerdo unas buenas mordeduras.

Cristina Ojeda Thies trató de restar importancia a este 'ataque', y llegó a bromear con sus amigos sobre el tipo de tiburón que pudo haberla atacado, también dijo que si pudiera mañana mismo se volvería meter en el agua.

En realidad, los expertos, de forma unánime, quitan importancia a este incidente, los tiburones que hay Canarias llevan muchísimos años conviviendo con otras especies y no se recuerda que se hayan registrado ataques a personas.

Por su parte, miembros de la Alianza Tiburones de Canarias mantuvieron un encuentro con la propia turista para intentar averiguar con qué especie de animal se topó, entendiendo que, "con bastante certeza, se trataría del tiburón sedoso".

Fernando Frías, presidente de esta asociación aclara que este suceso no se puede calificar ni de ataque, "por lo que nos contó Cristina, ese día la mar estaba crispada, por el viento del sur, y ella, que es buena nadadora, decidió meterse y alejarse unos 20 metros de la orilla. Creemos que el tiburón la confundió con otro ejemplar y trató de defenderse. Estos depredadores sólo se mueven por supervivencia o para alimentarse".

También insistió en señalar que de las distintas especies de escualos que pueden morder y llevarse trozos de un animal mayor o de una persona sólo existen tres, el tiburón blanco, el tigre y el toro. "El sedoso", explica Frías, "se come a las presas enteras, sus dientes no tienen la capacidad de poder trocear pedazos de gran tamaño, no puede llevarse una pierna o un brazo, por ejemplo, como si puede hacerlo el tiburón blanco o el toro". Evidentemente su dentadura sí puede provocar arañazos como los que le hizo a Cristina Ojeda.

Buceadores que suelen hacer incursiones en aguas de Gran Canaria han alertado, que en los últimos meses, se ha podido grabar en vídeo una mayor presencia de tiburones que merodeaban varias jaulas de acuicultura frente a las costas de Telde y San Bartolomé de Tirajana. Las llamadas granjas o jaulas marinas pueden actuar como atracción para estos animales que vienen en busca de presas más fáciles.

Los angelotes

Fernando Frías es consciente que estos depredadores tienen muy mala fama, y sobre ellos se cuentan en muchas ocasiones historias más cercanas a la ciencia ficción que a la realidad. El mundo de los peces cartilaginosos resulta tan variado como fascinante. En aguas del Archipiélago se producen de forma habitual multitud de avistamientos. Llama poderosamente la atención el aleteo de gigantes como los tiburones ballenas de hasta 15 metros, pero que sólo se alimentan de plancton, calamares y crustáceos.

Sin duda, una de las especies más queridas por los expertos y por los buceadores en aguas de las islas es el conocido como angelote, su particular joya de la corona, un tiburón que suele esconderse en suelos arenosos, se camufla para después llegar a sorprender a sus presas, peces de pequeño tamaño, pero que en ningún caso representan un peligro para las personas.

Desde las distintas asociaciones de apoyo a los tiburones y rayas se ha hecho un llamamiento para la protección de los angelotes, una especie en peligro de extinción, sobre todo provocado por la pesca de arrastre y que termina por llevarse a estos espectaculares animales.

Nadie puede negar que los tiburones, sobre todo determinadas especies, puedan provocar más de un susto, pero en la mayor parte de los casos los sucesos se convierten en grandes leyendas urbanas.

En palabras del biólogo norteamericano Douglas Long, "en los últimos 100 años ha podido morir más gente por ataques de perros que por tiburones blancos".

Lo que sí está claro es que los peces cartilaginosos que habitan en aguas de las Islas no representan un peligro para los bañistas ni para el turismo de Canarias. Así lo han dejado de manifiesto estudiosos del mar y sus inquilinos como Vidal Martín: "Los tiburones conviven perfectamente con nosotros desde hace muchísimos años. No son un problema".

Afortunadamente, en los últimos años hasta Hollywood se ha rendido ante estos animales y en sus películas de animación Buscando a Nemo y El Espantatiburones se incluyen a personajes con cierta gracia, que interpretando a un tiburón blanco se declaran vegetarianos. Su nuevo lema resulta esperanzador: "los peces son amigos, no comida".

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