La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Contra la angustia, horizontes amplios

"Cada cambio supone un reto, una oportunidad para hacernos más completos", señala el médico Juan Navarro sobre las situaciones contra las que debemos luchar y "nunca dejarnos vencer"

"Cada cambio supone un reto, una oportunidad para pulirnos y hacernos más completos". Éste es uno de los principios de actuación que Juan Navarro Campoamor, médico en un centro de salud y escritor, propone para afrontar situaciones problemáticas de la vida cotidiana que generan inquietud y angustia. Tras las recomendaciones de confianza, perseverancia, paciencia y respiración relajante, como antídotos contra la ansiedad, el doctor Navarro recurre de nuevo en estas líneas a su experiencia como médico de cabecera para evitar fiarlo todo a los fármacos y, en cambio, activar remedios tan básicos como vestirse con colores alegres y arreglarse. "Nunca te dejes vencer", proclama.

No te encierres

La angustia crece en los sitios cerrados. Se comporta como una pelota de goma que rebota cada vez con mayor fuerza contra las paredes. Esto es parte del martirio de las cárceles. ¿Alternativa? Busca lugares amplios en los que tu espíritu se esparza sin límites; en los que veas que existen otras vidas, otros ritmos, tanto humanos como no. En principio, muévete, y cuando lleves un tiempo moviéndote, procura sorprenderte con cualquier cosa, sea grande o pequeña, que esté al alcance de tu vista. Mírala con ojos nuevos, como si nunca la hubieras visto, sin prejuicios, y entonces comprenderás que todo es un milagro, una increíble oportunidad para vivir. Tú también la tienes: has sido seleccionado entre incontables opciones (un solo espermatozoide, entre millones, fecundó un óvulo, entre cientos) para que hagas posible tu historia, y sólo tú eres el que decides si la escribes de tu mano o te dejas llevar por las circunstancias.

Colorido y gente tóxica

Todo aquello próximo a ti te influye. Procura que los tonos claros dominen tu entorno. Vístete con colores alegres y arréglate, nunca te dejes vencer. Escucha música tranquila y vital, que te fortalezca y te reconforte (nunca estridencias). Las películas y los programas de televisión, igual. Aléjate de gente tóxica, aquella que tras su contacto te deja más hundido, sin haber estimulado tu lado más castigado. A diario busca un momento para ti en el que no des entrada a ninguna obligación que te atosigue: no se puede decir sí a todo.

Humor y afabilidad

No te olvides de tu sentido del humor: juega a tu favor. Despierta tu lado afable. Actúa como lo haría quien no esté dispuesto a dejarse pisar. Interpreta el papel que quieres alcanzar; irradia tranquilidad aún cuando tu interior tiemble; repítelo siempre que se presente la ocasión y, no tardando, empaparás tu mente con está ilusión. Terminarás por cambiar la mala tendencia que aparentemente te domina. Eres aquello que haces, haces aquello que piensas, piensas aquello que sientes, ¿sientes aquello que decides, o deciden por ti?

Ojo con el victimismo

Una cosa es amortiguar un impacto y otra ocultar la realidad y anestesiar al interesado. Nuestros problemas pueden inspirar compasión en quienes nos rodean, y ésta, si se convierte en la línea maestra, acaba por anularnos: no nos molestamos; es más cómodo que otros hagan el trabajo que nos corresponde, que nos sobreprotejan. Esto sólo es aceptable de forma provisional cuando se está inmerso en un shock emocional o se trata de un menor, o de forma definitiva, si hay algún discapacitado afectado. Para el resto de los casos, dejarnos ayudar en exceso nos convierte en adictos a la misericordia ajena.

Cambia tú también

Cada cambio supone un reto, una oportunidad para pulirnos y hacernos más completos. Si no lo enfocamos así, si nos empeñamos en tener razón, si nos resistimos a lo inevitable, se convierte en un suplicio que provoca desajustes emocionales que a su vez van a derivar en problemas psicológicos -y en muy previsibles drogodependencias- o en patologías orgánicas. El primer paso para evitar estas condenas es ceder a nuestra primera intención -que todo permanezca tal cual estaba- y aceptar que hemos de adaptarnos a otra situación. Al seguir este camino, facilitamos nuestra maduración, o, lo que es lo mismo, la acomodación a las nuevas circunstancias. No confundas esta propuesta con un dejarte llevar sin molestarte en mejorar. No se trata de tirar la toalla, sino de admitir que has de vivir algo distinto sin tener que renunciar a tus iniciativas.

Puedes llorar

No te prives de llorar. Hacerlo cuando todo está reciente o cuando sientas esta necesidad es lo natural. Al dar salida a la angustia o a la rabia, liberas presión y descargas tu mente: inicias así tu regeneración. Caerás en la tristeza en más de una ocasión; no importa, es parte del proceso. Son como las pequeñas podas de los árboles: activan su crecimiento, realmente lo aceleran. Pero vigila que tu evolución sea ascendente: mejórate cada semana. Nunca descuides tu alimentación, higiene, arreglo... Permítete descansos y, claro está, entretenimientos.

Fortalecerse en silencio

Cultiva todos los días tu serenidad: relájate durante 20-30 minutos en un lugar donde domine el silencio; donde no haya ningún utensilio que te pueda encrespar; aleja el teléfono, ordenador, televisor, correo... Ya les llegará su momento, éste es el tuyo. Escucha el silencio, o los sonidos lejanos, y déjate llevar, no pienses. ¿Cómo? De entrada, no analices nada; mira todo, repara en todo, pero no juzgues. Ignora al juez que a todos nos acompaña y disponte a aceptar cuanto te rodea. A mayor aceptación, mayor recarga de batería: mayor paz. Ahora no se trata de imponer tu criterio, de sentenciar, se trata de recuperarte para enfrentarte más adelante a cuantas empresas te aborden. Para entonces agradecerás estos pequeños suplementos de tranquilidad. Un grano tras otro hacen una montaña.

Compartir el artículo

stats