Muchas personas se cuestionan, generalmente demasiado, si acudir a un psicólogo o a un psiquiatra para intentar solventar sus padecimientos emocionales. La primera barrera que surge ante la duda es el estigma que desgraciadamente, al menos en este país, sigue rondando sobre el desorden mental. "Si yo no estoy loco, ¿para qué tengo que ir al psicólogo o al psiquiatra?". Resulta un argumento tan falaz como decir: "¿para qué ir al médico si no tengo cáncer?".

Obviamente, no hay que acudir al profesional facultativo sólo cuando la enfermedad es grave. Existen males menores que pueden amargarnos mucho la vida; aunque sólo sea por su permanencia en el tiempo, llevándonos a la cronicidad o, lo que es peor, hacia males mayores por agravamiento.

Pero ciñéndonos al desorden mental y emocional, tal vez se deba aclarar la diferencia entre psiquiatra y psicólogo, una confusión bastante más habitual de lo que se cree.

Ambos son profesionales de la clínica con el objetivo común de lograr la salud mental, emocional y afectiva del paciente que lo necesita. Pero con sus matices diferenciales en la intervención.

El psiquiatra es un médico especializado en esa rama de la Medicina. Puede, y habitualmente lo hace, utilizar medicamentos para atacar los males cuando es preciso. Hay trastornos mentales en los que el tratamiento farmacológico es indispensable; porque existe un desequilibrio bioquímico en el sistema nervioso. Otras veces, el medicamento ayuda a controlar un síntoma que, por su intensidad, está dificultando el proceso clínico que se está abordando.

El psicólogo, por su parte, no es médico (por lo que no receta medicamentos) pero, como profesional de la Salud Mental, su arma terapéutica es la psicoterapia. Siendo ésta una técnica que, mediante el diálogo, la comunicación y la reflexión, se fomenta un cambio en la conducta, actitudes, pensamientos y afectos del paciente que dificultan una vida saludable.

Algunas personas piensan que la psicoterapia consiste en dar charlas y consejos. Eso no es así. El psicólogo sigue una larga formación profesional sobre el sentido y la existencia del ser humano, con sus virtudes y sus miserias, y sigue unas pautas estructuradas con fines concretos. Para charlas y consejos bastan los amigos, familiares o vecinos.

Un psicólogo no va a arreglar la vida ni solucionar los problemas de nadie (porque es tu vida y son tus problemas). Pero sí va a descubrir tu mundo interior, tus fortalezas, tus debilidades, tus armas para la batalla diaria y, como un entrenador, te ayudará a saber manejarlas; pero es tu batalla. Eso sí, podrás afrontarla con mayor confianza en ti mismo. Algunos psiquiatras, también se forman en psicoterapia y no se dedican solamente a recetar pastillas. Hay cuestiones en las que la medicación no alcanza totalmente su objetivo y precisan de la ayuda de la psicoterapia.

Psiquiatría y psicología no son dos ciencias en competición, sino complementarias. Está comprobado que, en muchas circunstancias, psicoterapia y farmacoterapia consiguen más juntas que ambas por separado.

Algunos piensan que al profesional de la salud mental sólo van los débiles o los tontos. Y nada más lejos de la realidad; cuanto más te conozcas, mejor te irán las cosas y no caerás en trampas contigo mismo y con los demás. Por eso, ante la duda, consulta con el psiquiatra o con el psicólogo; es igual. Si es un buen profesional, te orientará sobre los pasos a seguir en una u otra dirección y siempre en tu beneficio. No tienes nada que perder, es sólo una orientación. Luego, cada uno decides sobre su vida.

(*) Médico psiquiatra