Un virus es el gran protagonista de la actualidad mundial en las últimas semanas. Habitualmente circunscrito a Asia y África, el Zika ha dado el salto al contginente americano, y ha obligado a movilizar a los gobiernos y los organismos sanitarios internacionales. Marta E. Álvarez-Argüelles, especialista en microbiología y parasitología, y doctora en biología, explica las características del Zika, y matiza que los efectos gravísimos que se le achacan aún no están científicamente demostrados, y ofrece algunos consejos útiles a las personas que viajen a las zonas afectadas.
Modos de transmisión
El Zika es un virus que pertenece a la misma familia (Flaviviridae), entre otros, del dengue, la fiebre amarilla y virus del Nilo Occidental, todos ellos relacionados con áreas tropicales, pero también emparentado con el virus de la hepatitis C. Al igual que los anteriormente descritos, se trasmite principalmente a través de la picadura de mosquitos del género "Aedes". Con menos frecuencia, otra forma de transmisión es de la madre infectada al hijo, en el momento del parto o durante el embarazo. No existe riesgo a través de la lactancia. Están descritos casos puntuales de transmisión sexual y a través de la sangre.
Síntomas leves
El Zika no es un virus peligroso para la población general. La sintomatología que produce suele ser leve, y dura entre dos y siete días. Tras la recuperación no quedan secuelas. Se presenta con dolor de cabeza, fiebre, artritis o artralgias con inflamación de las articulaciones (principalmente manos y pies), exantema que comienza en la cara y luego se extiende al resto del cuerpo, mialgias, cansancio... Asimismo, es característica la conjuntivitis. Estos síntomas pueden ser producidos por otros virus trasmitidos también por los mosquitos del género Aedes, como el dengue o el chikungunya, y por otros menos exóticos, como el parvovirus B19, que circula de manera habitual en nuestro entorno y se trasmite por vía respiratoria. Pueden darse confusiones entre ellos.
Nuevos territorios
A pesar de que ya en 1954 fue descrito en monos en Uganda, en el bosque Zika (de ahí el nombre del virus), y aislado en humanos en Nigeria en 1962, ha saltado a la actualidad ahora porque hasta 2007 sólo se habían descrito casos esporádicos en algunos países de África y Asia.
Sin embargo, en la última década se ha expandido a nuevos territorios dando lugar a brotes en varias islas del Pacífico y, desde 2015, en países de América latina. Además, en Brasil hay un brote que ha sido relacionado con sintomatología grave.
¿Microcefalia y otros efectos graves?
A pesar de que en la casi totalidad de casos el cuadro clínico es leve, parece que podría producir cuadros más graves, con complicaciones neurológicas como el síndrome de Guillain-Barré o incluso microcefalia (cabeza mucho más pequeña de lo normal), aunque todavía no está claramente establecida la asociación con la infección por el virus.
Suministro de agua
y recogida de basura
Lo más decisivo para combatir este virus es controlar el mosquito transmisor. Para ello existen dos factores principales: mejorar la calidad de los servicios básicos, como el suministro de agua potable de manera regular -evitando así que la población recoja agua de lluvia en cubos o tanques en los que se quede estancada- y un buen sistema de recogida de basura; y concienciar a la población de que evite la acumulación de materiales inservibles (latas, botellas, llantas...) en los patios de las casas. En ambos casos se generan criaderos de mosquitos.
¿Hay riesgo aquí?
Para que exista una transmisión efectiva se necesitan dos requisitos: una persona infectada y el vector de transmisión. En España, tenemos mosquitos que pueden trasmitir el virus en el litoral mediterráneo y en Baleares. Por otra parte, están apareciendo personas infectadas, y el Ministerio de Sanidad ha propuesto a las comunidades autónomas un mayor control. Pero tanto el vector como los casos de individuos infectados es muy escaso, por lo que una transmisión masiva parece improbable. Y hay que recordar que normalmente va a provocar infecciones banales. Sólo en casos concretos y en ciertos colectivos podrá dar lugar a situaciones graves. Y, repito, la asociación con síntomas fatales está por determinar.
Estar infectado
y no saberlo
Se puede estar infectado y no sospecharlo, ya que tres de cada cuatro personas infectadas por el virus no presentan síntomas, y los síntomas son banales y similares a otras patologías. Desde que el mosquito trasmite el virus hasta que aparecen los síntomas (en el caso de que ocurra) pasan entre tres y doce días.
El diagnóstico
Se realiza mediante la detección del virus o mediante pruebas serológicas que detectan los anticuerpos producidos ante el contacto del organismo con el virus. Las muestras en las que puede llevarse a cabo el diagnóstico van desde una simple recogida de exudado faríngeo, y/o una muestra de orina, hasta una extracción de sangre. En Asturias, el laboratorio de microbiología puede realizar la detección del virus Zika.
Vacuna, viajes
y mujeres embarazadas
No hay vacuna para prevenir las infecciones por el Zika, ni tratamiento específico con antivirales disponible por el momento. Algunas recomendaciones a viajeros que se dirijan a zonas con presencia del Zika son: usar repelentes de mosquitos, ropa que cubra la mayor parte del cuerpo, mosquiteras y permetrina para tratar ropa, botas, pantalones, calcetines y tiendas de campaña. Los viajeros con trastornos inmunitarios o enfermedades crónicas graves deben consultar con su médico antes de realizar el viaje. A mujeres embarazadas o que estén intentando quedarse embarazadas se les recomienda posponer sus viajes si no son esenciales. Aquéllas que hayan viajado a zonas con transmisión del virus Zika deben mencionarlo durante las visitas prenatales, con el fin de ser adecuadamente monitorizadas.
