Si eres habitual de estas páginas sabrás que el Mobile World Congress que se celebra en Barcelona es el evento tecnológico por excelencia para el Cyberdiario. Desde hace ya siete años te has ido enterando puntualmente de todo lo que allí ha ido ocurriendo gracias a estas páginas. Y desde hace siete años has visto cómo tecnologías hoy cotidianas han ido naciendo y creciendo. Pero nunca como en este 2016 se habían sucedido anuncios en tanta cantidad y de tal magnitud.

Y es que este año ha sido el año en el que hemos visto cómo se colocaban los cimientos de la telefonía del futuro, la de quinta generación. Hemos visto la eclosión de la realidad virtual, del vídeo de 360º, hemos probado tecnologías para ayudar a los más necesitados pero sobre todo hemos visto cómo el día de mañana no solo estaremos conectados, sino que a nuestro alrededor todo estará conectado.

El congreso de este año ha sido el del Internet de las cosas, el de los objetos que se conectan solos y nos hacen la vida más fácil, el de los coches capaces de conducir solos, el de las ciudades que se autogestionan, el de las tabletas accesibles para todo el mundo.

En el evento de 2016 hemos comprobado que, por ejemplo, el futuro de la paquetería y el reparto es el de una furgoneta que está siempre conectada con la central y que sabe cuándo un paquete se entrega y cuándo el cliente no está en casa. Y todo sin necesidad de elementos externos más allá de la propia furgoneta.

El Mobile World Congress celebrado esta semana en Barcelona ha sido el de la respuesta automatizada de las ciudades inteligentes a las necesidades de las personas. Farolas que se encienden solo cuando pasan personas o coches, ahorrando así gran cantidad de energía; contenedores de basura que informan a un camión autónomo cuándo hay que ir a vaciarlo; semáforos que se autorregulan en función del tráfico que hay y que son capaces de predecir gracias al Big Data y al análisis de patrones cómo estará el tráfico mañana o dentro de una semana; robots capaces de interactuar de forma natural con sus dueños, que bailan si nos ven tristes para animarnos o que nos cuentan un chiste si estamos decaídos; y coches, muchos coches conectados que cierran el círculo del Internet de las cosas, esa enorme red compuesta por objetos cotidianos como unas zapatillas, un peluche o incluso una trampa para ratones que avisa a la empresa de plagas si atrapa un ratón, para que vayan a retirarlo.

Todas estas maravillas tecnológicas no han salido de ninguna película de ciencia ficción ni de ninguna novela futurista de Philip K. Dick. Todos estos dispositivos existen, son funcionales y en la mayoría de casos tan solo necesitan financiación o el permiso de las autoridades para poder estar a nuestro servicio.

El Mobile World Congress de 2016 ha sido el de los auténticos avances tecnológicos y cotidianos. Será muy difícil de olvidar.