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Discusión histórica sobre el bienestar

Von Wallwitz cree, como Clemenceau de la guerra, que la economía es demasiado importante para dejarla en manos exclusivas de los economistas

Pintada con la imagen de una moneda de 'cero euros', en el centro de Atenas. EFE

Ciertos derrumbes, como el que empezó producirse en 2007 por la crisis bancaria y financiera, exigen explicaciones plausibles que no siempre están dispuestos a ofrecer los grandes gurús o profetas motivados. Ni siquiera las múltiples teorías económicas que se han venido desplegando desde entonces hasta ahora.

Del mismo modo que Clemenceau decía que la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los militares, Georg von Wallwitz, filósofo y matemático, conocedor del mundo de las inversiones, en el que se ha movido durante años, piensa que la economía es demasiado importante para fiarla íntegramente al juicio de los economistas. Por eso en Mr Smith y el paraíso (La invención del bienestar)-un delicioso libro que acaba de publicar Acantilado como ya hizo anteriormente con Ulises y la comadreja-Von Wallwitz cree que para prevenir el hundimiento y la recesión hubiera sido más útil que escudarse en los datos erróneos, las previsiones poco realistas y los riesgos extremos, haber seguido el cauce de la economía y de su pensamiento hasta convertirse en lo que ahora representa. Aprender de los aciertos y de los errores, regresando al camino andado desde Voltaire a Schumpeter, uno de los que se equivocó creyendo que era posible predecir el curso de la historia.

La economía me interesa pero apenas sé nada de ella. Por ese motivo suelo leer aquello que cae en mis manos accesible, ameno y bien escrito, acerca de las tensiones que la afectan y sus consecuencias. Con estas salvedades, no hay mucho donde elegir en un terreno frecuentemente árido; sin embargo he encontrado pedagogía y regocijo con los best seller de Michael Lewis, autor de Boomerang, el libro que con fina ironía describe los escenarios europeos de la hecatombe financiera; El póquer del mentiroso, una virtuosa narración sobre Salomon Brothers, los brokers y las entretelas de Wall Street; Moneyball, o el último llevado también al cine, The Big Short acerca de la gran crisis.

Considero un diccionario básico imprescindible Cómo hablar de dinero, de John Lanchester: sin él jamás hubiera sabido que hollowing out se refiere al proceso por el que los puestos de trabajo desaparecen de una economía mientras las apariencias externas se mantienen en buena parte inalterables. Este tipo de vaciado consiste, por ejemplo, en reunir algo de dinero, comprar una empresa en Europa que fabrica piezas de maquinaria, acto seguido cerrarla y llevar la producción a China, donde es posible que no exista un control de calidad tan bueno pero fabricar cuesta una décima parte. Por lo general, nadie se entera, salvo los obreros despedidos.

En su ingeniosa y simpática introducción a la economía Von Wallwitz habla de muchas cosas: del modelo de crecimiento chino, del reparto social, de Proudhon, Bakunin, John Stuart Mill y la revolución pendiente, del Tea Party y su vocación libertaria, de la gran transformación de Keynes, y de la deuda islandesa. También de un asunto que nos concierne especialmente y que tiene que ver con el saqueo de las instituciones y el distinto trato que sufren por parte de quienes no sabrían dar un paso sin ellas, como son los casos de los países del norte de Europa, o, por contra, sucede en el sur con quienes se han acostumbrado a arreglar los problemas por su cuenta y no viven como si se tratara de una pérdida irreparable la desaparición del Estado. Un fenómeno que tiene que ver con la cultura y la educación de los ciudadanos.

El autor de Mr Smith y el paraíso pone el ejemplo recurrente de Grecia, a la que no le serviría de nada asumir las leyes y la estructura administrativa de Dinamarca, ya que el Estado, fallido, hace tiempo que dejó de imponer la autoridad de sus instituciones sobre los ciudadanos.

No hay un absolutismo barroco pero sí permanece el espíritu de él en el sur de Europa. Las instituciones dejan de estar al servicio del pueblo y sólo son útiles para beneficiar a los que se vinculan a ellas a costa del resto. La historia seguro que les suena: cuando los socialistas forman gobierno, colocan de forma bien remunerada a sus afiliados y simpatizantes, al igual que antes hicieron los conservadore con sus amigos. A partir de ese momento todo se resiente, empezando por la prosperidad de la mayoría.

Von Walwitz no ha perdido, sin embargo y pese a todo, el optimismo y el humor. La historia ha ido reconstruyendo la economía, el nivel de vida aumenta generación tras generación no sólo en Estados Unidos y en Europa, sino en otros lugares donde existe una economía de mercado que merece ser llamada así. Para él, el bienestar goza de salud y es descartable que pueda desaparecer, pero sí admite que "tendremos que seguir discutiendo en qué consiste". No está demasiado claro.

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