La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

UNA TRADICIÓN DE MÁS DE DOS SIGLOS

Pasión por el envite

Es más que un juego de cartas, con ingredientes para despertar entre sus practicantes dosis pasionales y destapar esa picardía tan canaria que sirve para vencer al contrincante aunque se vaya ciego y de farol

Sobre una mesa, un puñado de piedras pequeñas, o de millos, sirve para marcar las jugadas. Los hombres parecen serios, como en un duelo sin pistolas, se miran unos a otros buscando las señas del contrario, las hendiduras, la verdad que esconden en una baraja manoseada por el tiempo y el uso. Así hasta que el mandador ordena, "escache esa carta, con la que usted sabe". Entonces comienza el espectáculo, el tira y afloja. De un lado se grita: "Envío", del otro lado de esta trinchera invisible se contesta: "Siete", La tensión explota mano a mano hasta que uno de los bandos se hace con la partida, "chico fuera", y se arraya nueve piedras.

Lorenzo Benítez Santana aprendió a jugar viendo cómo se afanaban en esta pasión su abuelo y su padre. Apenas tendría seis o siete años cuando se quedaba como extasiado viendo aquellos hombres vestidos de domingo, sentados en el salón de la casa, o en el garaje de Ignacito en el pueblo de El Pagador en Moya.

Lo recuerda como un acto solemne, una liturgia en la que los gestos, las señas, la memoria y la picardía solían salir vencedores de aquellas impetuosas contiendas. Como solía decir Manolito Morejón, del barrio de El Lomo Blanco de Las Palmas de Gran Canaria: "Señores, este es un juego para gente inteligente".

Tal vez sin saberlo, desde aquellas añoradas partidas en casa de sus abuelos, ya Lorenzo Benítez tuvo en la cabeza la idea de escribir un libro en el que apareciera las reglas fundamentales de este juego, las estrategias, las diferencias que existen entre islas, entre los pueblos de un mismo municipio, aunque en esencia, como reconoce Benítez Santana, "el envite es mucho más que un juego. Es una tradición que se mantiene en Canarias desde hace más de 200 años, y creo que merece contar con un manual, una publicación que recoja todas sus singularidades", y su enorme grandeza.

Aunque se ha dicho que el envite canario tiene muchas similitudes con otros juegos de cartas como el Mus o el Truco latinoamericano, Lorenzo Benítez considera que en realidad lo que existe son muchas diferencias, por lo que podría afirmarse que se trata de una modalidad autóctona, que se enriquece a medida que se analizan las distintas formas de acercarse a este valioso juego de naipes, desde cada una de las islas.

En el Estadio Insular

Después de mucho pensarlo y con el asesoramiento directo de su padre, Benítez Santana dio el salto de fe y se dispuso a recorrer el Archipiélago en busca de las peculiaridades que distinguen y atesora este juego. Ha llegado a entrevistare con más de 40 expertos en envite, en su mayoría señores de cierta edad que desde siempre han pasado las tardes de domingo, las fiestas, los descansos después de recoger la cosecha de papas con la compañía certera de una baraja y el humor preciso para aceptar la alegría que da ganar y la rabia de perder, siempre entre amigos y contrincantes.

Entonces se percató de que resultaba muy difícil establecer un único reglamento, ante la avalancha de variantes, aunque sí existe una base común a todos. Amparado en esta genética común, Lorenzo Benítez entendió que era necesario recoger en un libro la grandeza del envite, para que las futuras generaciones tengan la oportunidad y el privilegio de no perder esta riqueza cultural. "En ningún momento hemos pensado en imponer una forma de jugar o una norma determinada en detrimento de otras, sino simplemente ponerlas de manifiesto para el conocimiento de todos; siempre con la voluntad de sumar y hacer más grande, si cabe, este nuestro juego".

Y en esta travesía a través de pueblos, plazas y casas alejadas en las que se mantiene este juego, Benítez descubrió que aquella pasión que sintió por el envite, aquella que ponían los asiduos al Estadio Insular en la década de los setenta, cuando horas antes de que comenzara el partido de la Unión Deportiva se entretenían con una baraja, después de este largo y minucioso periplo reconoce que el gusto por este juego se ha visto fortalecido.

Los maestros

Dice que la preparación de esta extensa publicación le ha proporcionado experiencias increíbles: "Ha sido algo inexplicable, he tocado en puertas, que sin saber nada de mí, me han dejado entrar, y he podido pasar horas hablando con señores que me han contado todo lo que saben sobre este juego". La lista de los colaboradores en la preparación de este libro, El envite. Mucho más que un juego, es extensa y consistente. Quizás por destacar una de las voces privilegiadas que han querido ceder su profundo conocimiento sobre el envite merezca mencionar a la particular joya de esta publicación. Una señora de las laderas de San Lázaro, en La Laguna, doña Paulina Pérez, de 90 años, y que aún mantiene la energía y la fascinación que despierta este juego de baraja.

Ella le contó que aún sigue enfrascada en este divertimento, y que la culpa de esta afición la tenía su padre. Como antes en las familias se tenían tantos hijos, y en La Laguna no dejaba de llover, "como no tenían zapatos, su padre los metía a todos dentro de la casa y para pasar el rato los ponía a jugar al envite; así aprendió doña Paulina".

La imaginamos con los pies descalzos colgando de la silla, y las cartas en la mano, con los ojos como platos tratando de adivinar las señas que le hacían desde el otro lado. Y ella tan lista engañando con sus muecas, levantando la ceja, o cerrando los ojos, y después levantando las cartas y lanzando el grito deseado: "¡Envío!".

Está claro que este juego tiene mucho de la singularidad canaria, de esa socarronería, de ese punto de picardía, de malicia mal disimulada y de la inteligencia suficiente como para hacerse el tonto y acabar con los más listos.

Lorenzo Benítez Santana destaca que una de las cualidades del envite es que no es un juego clasista. En realidad, sentados alrededor de una mesa bien dispuesta para asistir a una de estas partidas memorables pueden coincidir pescadores, maestros, abogados y amas de casa. La pericia y la inteligencia no sabe de títulos.

Tradición canaria

Tal vez una de las claves más adecuadas para calibrar la importancia de este juego o deporte autóctono se encuentra en la vinculación certera que existe con el folclore. En uno de los capítulos del libro, en el que el autor ha contado con la colaboración del doctor en Filología, Yeray Rodríguez Quintana, se hace un recorrido por determinas canciones en las que se hace referencia al envite.

Como muestra la conocida canción La Isa del envite, de Los Sabandeños. Con letra de Elfidio Alonso dice: "Arrastra, Domingo, con el as de espadas, que el patrón va ciego y no te hace nada. Y si no te "juye" en esta jugada, arráyate cuatro, que tienes la mala".

Otra aportación bastante poética es la que hace Francisco Tarajano con su "Dentro de mi corazón hay una mesa de cristal, donde juegan al envite mi amor y tu falsedad".

Con esta riqueza que acoge y complementa este juego de cartas no resulta extraño que después de tantas entrevistas, tantas charlas y sobre todo el recuerdo de aquellas partidas en casa de sus abuelos, Lorenzo Benítez acabara casi como el protagonista de una obra fundamental de Stefan Zweig en su Novela de Ajedrez, cuando el señor B. confiesa: "pasé del gusto por el juego?a la obsesión, al frenesí; ya no sólo me robaba las horas de vigilia, el juego acabó también por apoderarse de mi sueño".

Y una vez más un grupo de hombres vestidos con ropa de domingo se dispone a librar una dura batalla, batalla de sortilegios, de engaños, de pericia y de suerte en la siguiente mano. Que está vez, como escribe José Regidor en el prólogo del libro: "Es esta una apuesta por el futuro del envite, una partida jugada con buenas cartas y sospecho, porque creo que "le he cogido las señas", que Lorenzo Benítez va "flus".

Compartir el artículo

stats