Mucho se esperaba del magnífico Uncharted 4: el desenlace del ladrón.
Y sí, efectivamente, un servidor esperaba todavía más que el resto ya que debo reconocer que no soy precisamente imparcial en lo que a la saga Uncharted se refiere. Desde el primero hasta el último, siempre me han encantado. Soy un fan, un frikie que dirían algunos. Y por esa misma razón el videojuego que pone el punto y final -esperemos que sea así- a esta épica saga debía ser una apoteósica traca capaz de desgarrarme las entrañas y paralizar todos mis músculos mientras mi corazón salía a trompicones por mi boca inerte. Pero no ha sido así.
Ha sido todavía mejor. Y peor. Al terminar Uncharted 4 te das cuenta de que estás ante una historia única. Épica. Increíble. Inigualable. Y te embarga la tristeza. Estás triste porque posiblemente no volverás a disfrutar nunca del más granuja de los ladrones, de ese personaje capaz de ensombrecer al mismísimo Indiana Jones. Te sientes abatido al descubrir que la más grande de las historias ha terminado de una forma que ni en el mejor de tus sueños podrías imaginar, y la angustia te atenaza la garganta al percatarte de que has finalizado un videojuego del que le hablarás a tus hijos. "Hija mía, yo fui de los primeros en terminar Uncharted 4".
De acuerdo, la parte gráfica es sublime, la jugabilidad excelente, el multijugador de gran calidad, y el entretenimiento es soberbio. Pero la historia final, el último capítulo en la vida de ese inigualable buscavidas llamado Nathan Drake es legendaria. Legendaria...
PlayStation 4.
Genero: Acción.
Precio: 65? (75? edición especial)
Puntuación: 98
