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ANTE el día de canarias

Ocho lugares imprescindibles

Destinos indispensables para ahondar en un Archipiélago diverso y luminoso desde el Faro de Orchilla en El Hierro hasta la monumental Cofete, en Fuerteventura, donde vale la pena detenerse

Ocho lugares imprescindibles

Casi como un ojo mágico, un avezado vigilante que mira al horizonte tratando de descubrir enemigos, o fantasmas benevolentes que sólo buscan llegar a estas islas remotas en medio del Atlántico, el faro de Orchilla permanece con la curiosidad intacta. Despojado de sus viejos poderes, aquellos que durante siglos aceptaron que la línea que une los dos polos o Meridiano cero pasaba por el El Hierro, hasta que los ingleses lograron llevarse la raya y el reconocimiento al Observatorio de Greenwich. En contra de la historia y de los primeros mapas de las tierras exploradas hechos por la Escuela Alejandrina y por el geógrafo Tolomeo, que situaban este punto, Orchilla, como el lugar más alejado de Europa, y el enclave adecuado que servía como referencia para medir la latitud de la Tierra.

El principio y el fin del mundo conocido, esta punta aislada y remota de El Hierro fue lo último que veían los marineros cuando se lanzaron a explorar el océano. Y por mucho que ya no se disponga, oficialmente, de esa raya del meridiano, nunca tendrán los ingleses la aureola y la presencia de este acantilado, de este último escalón que formó la lava y que mira al mar de frente y sin miedo.

A pesar de esta enorme pérdida, El Hierro seguía siendo un enclave estratégico para la navegación, así que la Comisión Nacional de Faros aprobó instalar una torre en Orchilla. Con piedra procedente de Arucas, el faro, desde un punto de vista arquitectónico, sigue los cánones del momento, entre los que se incluye la construcción de la casa del torrero y un aljibe para el abastecimiento del agua.

El 25 de septiembre de 1933 fue encendida por primera vez la luz roja con destellos de luz blanca cada cinco segundos perceptibles a setenta y cinco millas marinas, por los torreros fundadores, Carmelo Heredia y Rafael Medina. El faro ajeno al paso del tiempo se mantiene firme y erguido, como el rey sin corona de un tiempo que se fue. La torre y Orchilla siguen manteniendo el atractivo indiscutible de un lugar extraordinario.

Hasta llegar a Cofete

Si la isla de El Hierro es el punto más cercano a América, Fuerteventura es la tierra más próxima al continente africano. Y en este viaje por espacios emblemáticos de Canarias, los majoreros reconocen una debilidad: la playa de Cofete.

Bajo el amparo del macizo de Jandía, este rincón de Fuerteventura conserva las dosis precisas de belleza y paisaje virgen que lo sitúan como uno de los lugares imprescindibles para canarios y foráneos. Y si esto fuera poco, Cofete ofrece como regalo las leyendas que adornan su magia. Como la presencia, siempre inquietante, del castillo de los Winter.

Pero llegar hasta esta playa no es fácil. Cofete reclama un precio, para poder disfrutar de sus vistas hay que mantener la calma y esperar al final de la última curva, sólo entonces se tendrá la dicha de contemplar este grandioso panorama.

Una carretera sinuosa, estrecha, que se pliega, que se descuelga, que se aproxima al barranco y al paisaje salvaje. Una vez que se abandona Morro Jable se entra en este territorio asilvestrado. Un manto disperso de rocas y cardones, tabaibas, y la mirada huidiza de algunas cabras que corretean por la zona, como quien está en su jardín.

La espera tiene su recompensa y al final, como quien mira desde un promontorio, desde un balcón, aparece la playa enorme, gigantesca, como si el mundo hubiera decidido guardar un as en la manga, una tierra desconocida aún por conquistar.

Resulta una imagen tan fastuosa, tan primitiva, que recientemente el director de cine Ridley Scott decidió rodar gran parte de su película Exodus: Dioses y Reyes en esta parte de la isla.

Maspalomas

Elegir ocho lugares emblemáticos de las islas no ha sido nada fácil. Seguramente depende del canario al que se le pregunte apostará por un enclave distinto. En el caso de Gran Canaria tal vez uno de los espacios más reconocibles y que al final termina siempre por atraer a la mayoría se encuentra en el sur. En esas Dunas de Maspalomas que muchas veces ocupa primeros planos de folletos publicitarios como una de las mejores caras que puede ofrecer el Archipiélago.

Las Dunas es un espacio natural único en las Islas por su belleza y la variedad de ecosistemas que alberga. Protegido por el Gobierno de Canarias como reserva natural especial, sus 400 hectáreas engloban una excelente playa, un campo de dunas vivas de arena orgánica, un bosque de palmeras y una laguna salobre. Esta mezcla de desierto y oasis han convertido a esta parte de la costa de grancanaria en uno de los mayores reclamos turísticos.

Para el visitante tener la posibilidad de perderse en ese laberinto de arena, teniendo tan cerca el mar, resulta una propuesta tremendamente tentadora.

En un estudio elaborado por Ciencias del Mar, el profesor del Departamento de Física, Ignacio Alonso Bilbao reconoció que la formación de Maspalomas se produjo de forma reciente, "antes de 1800 no existían las dunas, y eso lo hemos comprobado a través de documentos históricos, cartográficos y documentos de naturalistas que pisaron la isla en los siglos XVII y XVIII. Nadie hablaba de las dunas. Lo cual es muy llamativo".

En cuanto al posible origen de estas montañas de arena fina se ha lanzado la hipótesis que tal vez esta gran acumulación de materiales, de la que se empieza a hablar en el siglo XIX, se debió a un tsunami o un gran maremoto que hizo posible el desembarco de tanta arena en esta parte de la costa de Gran Canaria.

Hipótesis al margen, la realidad es que las Dunas son un destino especial para canarios y foráneos.

El Teide

Las Cañadas del Teide son el mayor y más antiguo parque nacional de Canarias, patrimonio mundial desde 2007, el espacio protegido más visitado de España, y uno de los más populares de Europa.

De visita obligada, las Cañadas ofrecen tantos atractivos naturales como históricos. Su rico ecosistema, entre coladas de lava, cuevas, y un conjunto extraordinario de endemismos que pintan la zona con los colores más vivos y diversos.

Las severas condiciones ambientales del Parque, a las que la gran mayoría de las especies vegetales no pueden adaptarse, han provocado la aparición de una flora única dentro de este espacio.

Uno de los tesoros del parque, la violeta del Teide, es una planta de pequeño porte que luce sus hermosas flores bien avanzada la primavera. Es el más característico y emblemático representante de la flora de las cumbres, pues únicamente puede ser observada entre los 2.400 y los 3.600 metros de altitud. Y allí coincide con el raro edelweiss del Teide de tonos claros y flores amarillas que vive asociada a las tierras calientes afectadas por el vapor de agua emanado de las fumarolas.

Otra especie muy característica es el tajinaste rojo, que con sus tallos de forma cónica de hasta 1,5 medio de altura y abundantes flores rojas destacan en el paisaje en los meses de mayo y junio. Más pequeño y escaso es el tajinaste picante de bellas flores azules que crece preferentemente en terrenos de jable.

Sólo por ver estas variedades de plantas, extrañas y cautivadoras, el parque merece una atenta visita.

La Geria

Decía José Saramago que lo mejor que se le puede desear a alguien es que cierre los ojos de vez en cuando y le pida a la memoria que pueda volver a ver el dibujo japonés de dos palmeras, los atardeceres púrpuras de Famara y la boca enorme del Volcán del Cuervo. Sin duda, para muchos lanzaroteños también habría que añadir el paisaje de La Geria, este salón de tapices, creado por las manos y el tremendo esfuerzo del campesino de la isla.

No hay que olvidar que las erupciones volcánicas que se produjeron en Lanzarote llegaron a sepultar una superficie similar a la que ocupa la isla de El Hierro. La sequía se sucedía durante años y al hombre del campo no le quedó otro remedio que buscar una salida, buscar una manera de llegar hasta el fondo, sacar aquellas rocas volcánicas y encontrar la humedad que se escondía entre aquel manto de picón.

Francisco de León, uno de aquellos héroes, recuerda salir de su casa antes del amanecer y llegar hasta La Geria para ayudar a hacer aquellos hoyos. Después rodeaban el círculo con piedras, una a una, con la delicadeza de quien construye un santuario, con el único fin de resguardar los brotes verdes de la parra de los alisios.

Así transformaron aquel territorio en una obra de arte. No hay nadie que visite la isla y no se conmueva ante la fascinación que produce este cuadro sin marco.

La Caldera

La Palma lleva el sobrenombre de la isla bonita. Y es bonita y verde. Una de las perlas indiscutibles de esta tierra es su Caldera de Taburiente. Un mundo aparte, lleno de sorpresas geológicas y de saltos de agua que añaden un mayor atractivo a este enorme circo de 8 km de diámetro con aspecto de caldera, que da nombre al Parque Nacional.

Uno de los mejores enclaves para observar este impresionante conjunto de cumbres es el Mirador de los Brecitos. Desde aquí, si el día está despejado, se puede divisar el collado conocido como La Cumbrecita y el Pico Bejenado, el único punto elevado del parque nacional. Una de las peculiaridades de la Caldera es la posibilidad que tiene de observar las paredes de esta formación volcánica y poder identificar, a través de sus diferentes colores, los dos períodos más importantes de erupciones.

Las vistas dominadas por la presencia del Roque Idafe son espectaculares. Precisamente en la base de este famoso roque, los aborígenes palmeros practicaban ritos de adoración en honor a Abora, el dios del Sol. Creían que este imponente monolito sostenía el cielo y pensaban que si algún día se derrumbaba traería consigo grandes desgracias.

Los senderos que ofrece la Caldera resultan tan variados como atractivos. Sólo hay que contar con el calzado adecuado y la curiosidad de tropezar con un espacio sugestivo.

Garajonay

El Parque Nacional de Garajonay debe su nombre a la leyenda de los amantes Gara, princesa gomera y Jonay de Tenerife, quienes ante la negativa de su familia en aceptar su amor decidieron tirarse desde el pico más alto de la isla. Y así este final dramático de una historia que recuerda tanto a Romeo y Julieta supone un atractivo más que invita sin duda a tratar de recorrer las entrañas de esta rica biodiversidad.

Garajonay está formado por una tupida selva, envuelta frecuentemente por un mar de nubes que da a este bosque de laurisilva un aspecto mágico. Estas nieblas, cuya humedad alimenta la vegetación de este espacio, son esenciales para su propia supervivencia.

Una de las características que distinguen a Garajonay es la de mantener como un tesoro escondido las reliquias que forman parte de este bosque subtropical, un tipo de selva que ocupó una buena parte de Europa y norte de África hace varios millones de años, por lo que Garajonay puede considerarse como un auténtico fósil viviente.

Entre sus visitantes ilustres se encuentra la canciller alemana Ángela Merkel, quien dedica algunos días de sus vacaciones a disfrutar con largas caminatas por estos viejos y tupidos senderos.

En este periplo ameno y entretenido por el archipiélago no podía faltar la octava isla, la Graciosa y sus hermanos los islotes, el otro archipiélago, el Chinijo.

"Ayer, a la caída de la tarde, cuando el gran acantilado es de cinabrio, he vuelto a la isla. Las cabezas de los cazones y sus entrañas yacían en las rocas cercanas al muelle, arrojadas al creciente de la marea. Las gaviotas abatían sobre los despojos. Los hijos de Roque y otros muchachos pulpeaban con máscaras de buceo? Una mujer en cuclillas extendía pejeverdes en el picón del secadero, y el ala baja y ancha de su sombrerillo me impidió verle el rostro".

De esta forma describe el escritor Ignacio Aldecoa su visita a La Graciosa, una estancia y unas vivencias que aparecen en su libro Parte de una historia publicado en 1966.

Esta octava isla debe desprender un extraño embrujo, una mezcla difusa que provoca en algunos de sus visitantes una atracción difícil de comprender.

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