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Los últimos de la PAU

El final de la selectividad que evalúa el acceso de los estudiantes a la Universidad cierra esta semana 41 años de historia en la Enseñanza

Arminda Arteta reconoce que estaba histérica. De camino al Instituto Blas Cabrera en Arrecife trató de calmar los nervios, pero una vez más la presión por sacar las mejores notas posibles convirtió este pequeño trecho en una pesadilla. En junio de 1999, la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) celebraba su segundo aniversario. Los alumnos trataban de pasar los minutos previos a este primer día de exámenes como podían. Unos aferrados a los apuntes casi como una segunda piel, otros hilvanando bromas absurdas con las que espantar la ansiedad, y la mayoría tratando de recordar si fue Sócrates o Platón el que dijo aquella frase mítica de "Sólo sé que no sé nada". Aunque al final ese año tocó en suerte o por desgracia la obra de Nietzsche.

Para esta Licenciada en Historia del Arte fue fundamental ver como una de sus amigas lloraba amargamente presa de un inesperado ataque de pánico, "estaba muy alterada, y eso que era de las que más estudiaba. Me acuerdo que al verla pensé, pues yo estoy genial, y entonces me tranquilicé".

Durante este mes de junio han sido miles los estudiantes de todas las comunidades autónomas que han tenido que pasar por una situación similar. Entre nervios, desconcierto y mucha ansiedad han cogido sus apuntes, sus libros de cabecera, alguna que otra chuleta y se han encaminado a los campus correspondientes en los que tenían que sortear esta cadena interminable de exámenes.

En el Archipiélago han pasado por estas pruebas 8.500 chicos que ahora tendrán que esperar hasta octubre para saber finalmente las notas de corte que dan acceso a las distintas titulaciones.

A pesar de la desazón que genera estas pruebas, la realidad es que el número de aprobados en Canarias suele ser muy alto. El año pasado se rondó el 94%, aunque desde hace algún tiempo aquí la lucha está en lograr una calificación sobresaliente que permita elegir la especialidad deseada.

Ovidio Cordero también hizo la PAU y quería sacar una buena nota para acceder sin problemas a los estudios de Traducción e Interpretación de la ULPGC. El examen de latín le salió especialmente bien pero le pusieron una nota muy baja en Historia de España, "fui a reclamar y como lo argumenté, porque estaba seguro de haberlo hecho bastante bien, me subieron como dos puntos más". Al final no pasó ningún tipo de apuros para poder cursar la titulación que quería.

Durante tres días los estudiantes tienen que enfrentarse a distintos exámenes, cuyos resultados determinaran la nota media que les permitirá acceder a la titulación elegida.

Si bien en la etapa de la selectividad y en los primeros años de la PAU sólo algunas facultades exigían notas de corte, lo que supone que para poder matricularse el alumno debía obtener una calificación bastante alta, como siempre ha ocurrido con Medicina o Enfermería, en estos últimos años cada vez son más las especialidades que demandan una excelente calificación.

Para poder cursar este año el Grado de Medicina en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se requería un 12,790 y para el Doble Grado en Traducción e Interpretación Inglés?Alemán e Inglés?Francés se pedía un 12,640 de nota.

Situación similar ocurre en La Laguna, incluso para acceder a la carrera de Periodismo, los estudiantes han tenido que llegar este año con un 9,786 de media.

La tendencia actual en Europa a la hora de buscar una titulación adecuada, por lo menos la que ofrezca mayores garantías de conseguir una salida profesional, está relacionada con los Dobles Grados, una especialidad que permite al alumno salir de la Universidad graduado en dos disciplinas.

Aunque esta nueva apuesta, la de los 'dobles' tiene un gran inconveniente que se convierte en una carrera exigente, muy difícil y con más asignaturas anuales de lo habitual. Pero, sobre todo, es una titulación en la que entran muy pocos alumnos.

El caso más llamativo es el doble grado de Matemáticas y Física de la Universidad Complutense de Madrid, por tercer año consecutivo, aparece como la titulación con la nota de corte más alta de todas las universidades públicas españolas. Para acceder, los aspirantes necesitaron este curso un 13,45 sobre un máximo de 14. Eso sí sólo admite la matrícula de 25 elegidos.

La decana de Ciencias de la Salud de la ULPGC, Pino Santana Delgado, considera que tal vez en estos últimos años los chicos tienen una mayor presión, sobre todo porque no todos pueden estudiar lo que realmente quieren. Aunque también señala que a los alumnos desde que hacen el bachillerato ya se les encamina "se les guía para que puedan llegar a obtener unas buenas calificaciones, eso antes no se hacía".

Al igual que la mayor parte de estudiantes que en algún momento se enfrentaron a estas pruebas de auténtica resistencia, la joven Pino Santana no olvida su selectividad. Se acuerda de los nervios, "a mí me tocó hacer los exámenes en el Isabel de España, y como hace tanto tiempo de eso, en realidad creo que estaba más preocupada por tener que irme a La Laguna a estudiar Biología, con lo que significaba que la niña se marchara de casa, que las pruebas que pasé". A pesar de los años que han pasado también sabe que en Filosofía le tocó analizar el pensamiento de Kant.

Preguntas inesperadas

En este viaje a través de estos años de pruebas y exámenes a los que había que enfrentarse para llegar a la Universidad, el decano de Ciencias de La Laguna, Néstor Torres, que tuvo que hacer una prueba de acceso en 1974 aún se acuerda de una de aquellas extrañas preguntas que dejaban a toda la sala con la cara desencajada sin saber bien cómo reaccionar: "creo que no habíamos tratado mucho ese tema, y la verdad es que fue complicado responder a 'los compuestos órgano- metálicos', ha pasado mucho tiempo y no se me olvida".

La selectividad o la PAU llevan en sí esta carga de prueba imborrable. Apenas en unos días se debe responder a todo lo aprendido en un año y además con el agravante de no poder bajar la nota.

Después de 41 años de existencia, las historias y las anécdotas que ha generado este momento resulta una tarea inabarcable. Hay alumnos que lo recuerdan con pavor, con ese miedo atroz que les impedía responder a un tema que ya sabían.

Otros, tal vez más serenos, acudían seguros de sacar una calificación excelente, aunque después en medio de esta carrera de obstáculos en ocasiones aparecía uno de esos temas inesperados o rocambolescos y se frustraban sus ilusiones. Siempre se podía fallar en latín, o en un comentario de texto, como el que le ha tocado este año en Asturias: "El Manifiesto de los Persas: Era costumbre en los antiguos persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a ser más fieles a su sucesor".

En esta larga historia también pueden darse finales felices. Estela Perdomo, una actriz lanzaroteña, que antes de definirse por su profesión actual, estudió Ingeniería Técnica Industrial en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria mantiene un recuerdo divertido de aquellos días. "Realmente me viene a la cabeza más risas que otra cosa. Me fui a casa de una amiga a estudiar y entre apuntes y libros, nos reímos mucho. Después cuando tuvimos que hacer las pruebas al César Manrique, creo que no estaba ni siquiera nerviosa. Y el examen de matemáticas me salió muy bien". Y es que la selectividad, ahora conocida como la PAU, tiene mucho que contar.

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