La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un sublime patrimonio canario

Afortunadas en pintura flamenca

El estudioso Manuel López Ramírez, militar retirado, se propone divulgar las joyas del arte holandés del siglo XVI y los lugares en que se encuentra en museos, parroquias y colecciones de Canarias

Tríptico Nava y Grimón, de Pieter Coecke, que se encuentra en Santa Cruz de Tenerife. LP/DLP

Al fondo, en el lateral de una pared sencilla, casi en penumbra, una valiosa pintura flamenca ilumina el ambiente silencioso del templo. Una virgen de rostro sereno con su manto cálido, de color rojo, y entre sus brazos, el niño regordete, angelical que sonríe al que mira. Resulta complicado describir esta joya. Casi mejor será detenerse el tiempo preciso y disfrutar con este tríptico, con toda esa serie abrumadora, mágica, de pintura flamenca que atesora Canarias, desde el puerto de Agaete al escondido reducto de Taganana en Tenerife.

Al escritor Manuel López le encanta bucear en los acertijos, perderse entre los secretos, y al final lograr salir victorioso como un gran descubridor de tesoros y quimeras. Su pasión por la pintura y la escritura llevaron a este ex piloto del Ejército del Aire, ya retirado, a enfrascarse en la aventura siempre apasionante de escribir libros. Su primera obra El tercer Cuadro trata de buscar las claves ocultas que se esconden detrás de una de las piezas de Pieter Brueghel, el viejo, uno de los pintores flamencos más importantes del siglo XVI. Con este libro, salpicado de tramas secretas, ha dado el pistoletazo de salida, y ahora se propone sacar a la luz un proyecto novedoso, y sobre todo enriquecedor para las islas y sus visitantes.

López, cautivado como otros muchos, por la riqueza patrimonial que atesora Canarias sobre todo en pintura flamenca, se ha propuesto desvelar la existencia de una serie de cuadros repartidos por todas las islas y que podrían sumarse como una joya más, como un atractivo especial, con el que mostrar a este Archipiélago, que puede ofrecer al visitante mucho más que sol y playa.

Con el apoyo del herreño Matías Díaz Padrón, el que fuera durante varias décadas conservador jefe del departamento de Pintura Flamenca y Holandesa del Renacimiento y Barroco del Museo del Prado, Manuel López se lanza a la tarea de poner luz a una serie valiosa de pinturas, que permanecen desperdigadas por las islas y que merecen salir de ese anonimato y pasar a convertirse en las estrellas que merecen ser.

Como dato que avala este trabajo de investigación sólo habría que recordar que el Museo del Prado tiene en la sala dedicada a pintura flamenca del siglo XVI y XVII diez obras, que evidentemente pertenecen a grandes maestros. Sólo por ver cuadros del Bosco ya vale la pena entrar en esta exposición y quedarse ahí, deleitándose con la pintura.

En Canarias hay más de 50 pinturas de esa misma época, más de veinte obras son de primeras figuras de la pintura flamenca: Joos Van Cleeve, Pierre Pourbus, Van Balen entre otros, además un sin número de anónimos flamencos por esclarecer.

Precisamente Matías Díaz Padrón, autor reconocido de varios de estos hallazgos, advierte que en las islas "no se trata de pinturas menores, estamos hablando de obras únicas, sublimes, por ejemplo el retablo que hay en la catedral de La Laguna de Hendrick Van Balen, maestro de Van Dyck, amigo de Rubens, es su mejor obra, y está aquí, en Canarias".

En Telde hay que destacar el tríptico de La Adoración de los Pastores que se encuentra en la Basílica de San Juan Bautista, obra del pintor renacentista Lambert Lombard.

Otra maravilla del siglo XVI es La Santa Cena del genial Ambrosius Franken, exponente de la pintura contrarreformista de Amberes y está en La Palma. Los críticos de arte advierten sobre este cuadro la gran similitud que existe con la obra de Leonardo Da Vinci. Y así, la lista resulta sugerente y apasionante. Con pinturas valiosas que aparecen en parroquias pequeñas como la que acoge la iglesia de Taganana, tal vez uno de los pueblos más pintorescos y escondidos de Tenerife.

Bajo estas premisas Manuel López Ramírez, afincado en Gran Canaria, desde hace muchos años entiende que es necesario dar un empujón a esta parte del patrimonio insular, "tenemos un potencial enorme para elevar el nivel del factor entretenimiento turístico y cultural. Es potestad del gobierno y las administraciones públicas dar a conocer a todos los ciudadanos canarios, españoles y del mundo este gran Patrimonio Cultural, a la vez que tomar las decisiones oportunas y dotar de medios adecuados para que el Archipiélago tenga el reconocimiento mundial que le pertenece por la importancia de su riqueza pictórica".

Y ante la enormidad de este tesoro, el empeño del escritor López Ramírez por publicar una colección de pequeños libros en los que se cuente a modo de ruta pictórica por las islas las peculiaridades, los hallazgos que existen en determinados municipios, "lo ideal sería repartir estos volúmenes, como guías turísticas, en los hoteles para que los visitantes que vienen a las islas tengan la oportunidad de conocer esta riqueza patrimonial".

Para Manuel López lo lamentable es que muchos canarios desconozcan esta realidad, "si supieran que están delante de una obra de enorme valor, tal vez le harían más caso". Sin duda, a través de estas guías de arte podrían salir a la luz esa serie de pinturas, conocidas y catalogadas por los expertos, pero seguramente aún por descubrir para la inmensa mayoría, ajenos a estas maravillas.

Lo que llama poderosamente la atención es que Canarias durante los siglos XV y XVI disfrutara de un período tan próspero de su historia, con grandes hacendados, los llamados señores del azúcar, capaces de comprar directamente a pintores ilustres de Flandes piezas originales destinadas a sus iglesias, o sencillamente para poder colocar en sus enormes casonas.

En el libro Azúcar y mecenazgo en Gran Canaria. El oro de las Islas. Siglos XV-XVI aborda desde diversas perspectivas la temática azucarera, incidiendo en la importancia de un producto que trajo durante varios decenios grandes beneficios para el desarrollo social de Canarias, y cuyo fenómeno no se circunscribió a una realidad local sino también a la relación del Archipiélago con Europa, en un viaje de ida y vuelta, con exportación de azúcar e importación de productos manufacturados y obras de arte.

Uno de esos ricos hacendados en Gran Canaria fue Antón Cerezo, quien escribió a Flandes mandando realizar un conjunto de óleos sobre tablas para la iglesia de Agaete a uno de los pintores más importantes del panorama flamenco y, en general, de la Europa de ese periodo: Joos van Cleve.

El profesor Matías Díaz Padrón hizo hace unos años el pregón de las Fiestas de la Rama, y lo dedicó en gran parte a recordar la primera vez que tuvo el placer de contemplar la Virgen y el Niño del tríptico que hay en el santuario. "Ninguna Virgen de Joos Van Cleve había tenido la unción de las multitudes como la nuestra. Todas las otras Vírgenes que pintó Joos van Cleve (y son muchas) estaban encorsetadas y prisioneras en museos, templos y colecciones, mientras que la nuestra bailaba al ritmo de la música y canciones", explicó.

Pero sobre todo insistió en el poderío económico de los canarios de esos siglos de oro que fueron capaces de adquirir piezas sublimes, compitiendo en una buena lid con otros señores y hasta con reyes: "Quién iba a imaginar que un señorito de Agaete iba a competir con los más poderosos de la Europa de entonces, con un fabuloso tríptico en dirección al puerto de Agaete en Gran Canaria en competencia con Francisco I, Enrique VIII y Maximiliano de Austria. Esto es tan sorprendente como esta obra. Una pintura que arrastra tras sí sensibilidad y poderío en tiempos difíciles de conquista".

Sobre la obra de Joss van Cleve sólo hay que recordar que algunas de sus piezas se encuentran en museos de tanto renombre como el Thyssen-Bornemisza de Madrid con un Autorretrato pintado hacia 1519, y un Niño de la Pasión sobre la bola del mundo. El Prado posee un Retrato de anciano atribuido a él. También figura el tríptico de la Crucifixión en el Metropolitan Museum de Nueva York y el Retrato de Leonor de Austria en el Kurnistorishen de Viena. Canarias no aparece.

Por mencionar otra de las obras cumbres de este periodo pictórico destaca La Presentación de la Virgen en el Templo que se encuentra en la iglesia de San Juan Bautista de Arucas y que es obra de Henri Watele. Además, con este hallazgo se logró en su día poder resolver algunos enigmas que circulaban sobre este autor. La pieza de Arucas permitió identificar de forma correcta otras pinturas de este autor que se encuentran en el Museo Kutxa de San Sebastián y en la galería Nacional del Palacio Spínola en Génova, que habían sido atribuidas a otros pintores.

Siguiendo la estela de esta rica herencia, en cierta medida sumida en una incomprensible penumbra, Manuel López ya ha logrado censar la existencia en las islas de 35 cuadros de primeras figuras del Renacimiento holandés.

Tal vez algo defraudo por el escaso apoyo que ha recibido, hasta el momento, por parte del Gobierno de Canarias, este ex piloto del Ejército del Aire y gran amante del arte, no se rinde con facilidad y ya prepara para su próxima publicación 12 libros sobre estas rutas o senderos que lleven al lector hasta las joyas de la pintura flamenca que atesora Canarias.

Compartir el artículo

stats