La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

50 años de 'consejo de paz'

El poema que sentenció una vida

La publicación de los versos de Pedro Lezcano condenó a la cárcel y al exilio a Salvador Sagaseta hace medio siglo

Salvador Sagaseta, durante el exilio en Roma.

El 29 de junio se cumple el 50º aniversario de un hecho periodístico que puso del revés la vida de un estudiante llamado Salvador Sagaseta de Ilurdoz Paradas (1947-2010). Un poema de Pedro Lezcano (1920-2002) que llevaba por título Consejo de Paz, ejemplo de la llamada poesía social de la época, cuando la literatura y el verso se convirtió en un arma de resistencia, y su publicación en Diario de Las Palmas, sería la condena de aquel joven que con 18 años completaba sus estudios preuniversitarios en el Instituto Pérez Galdós. Era sobrino de Fernando Sagaseta de Ilurdoz Cabrera (1927-1993), hombre de izquierdas de filiación comunista, abogado y político que se significó notablemente en la lucha antifranquista, quien fuera juzgado en consejo de guerra y condenado a ocho años de prisión en 1962, junto a otros, como una de las cabezas visibles del movimiento Canarias Libre.

La publicación un miércoles 29 de junio de 1966 del poema Consejo de Paz, de Lezcano, en Diario de Las Palmas, en la sección Luz verde a la juventud, que coordinaba Salvador Sagaseta, desató las iras del régimen en lo que era una notoria persecución contra "un apellido maldito para aquellos años de ocultamiento de libertad y oscurantismo". Dos consejos de guerra, pena de prisión de dos años y un largo exilio fuera de las Islas y de España, fue el precio que las autoridades le hicieron pagar a Salvador Sagaseta por publicar un poema que había sido editado en un libro de título homónimo, de 1965, que fue incluso premiado, y que apenas motivó alboroto alguno.

"Estoy seguro de que Salvador, si su apellido hubiera sido otro y si su tío no hubiera participado en Canarias Libre, esto no hubiera dado lugar absolutamente a nada", explica Nicolás Guerra Aguiar, filólogo, docente jubilado, escritor, autor del libro 3 Consejos de Guerra y 1 Consejo de Paz (Centro de la Cultura Popular Canaria, 2000), libro que recopila todos los hechos de esta rocambolesca historia de la que se cumple ahora medio siglo.

"Consejo de Paz pertenece a un libro que a su vez se llama Consejo de Paz, publicado en 1965, pero el poema arranca en 1958 que fue cuando el Gabinete Literario premió este libro. El poema se llamaba Muchachos soñadores, y era mucho más corto el premiado en el Gabinete que el publicado en 1965 y que Salvador reprodujo. Afortunadamente para Lezcano, que solo fue condenado a seis meses, la crítica literaria no era la especialidad de los militares, y si a ellos se les hubiera ocurrido comparar el poema del 58 con el del 65 habrían descubierto que la estrofa acusadora no existía en el poema premiado".

El texto en cuestión escapaba de los cánones de la poesía social, cuyas voces más significativas quedaban retratadas en Antología Cercada, aparecida en 1947 con poemas de Agustín Millares Sall, Ventura Doreste, Ángel Johan, José María Millaeres y el propio Pedro Lezcano, y reeditada en 2012 en su 65º aniversario con un estudio preliminar de Nicolás Guerra. "En Pedro Lezcano se estaba produciendo un cambio, una gran transformación entre su poesía inicial filosófica, extraordinariamente bella y buena, frente la que empieza a aparecer a partir de Antología Cercada, y llega ese compromiso ético y social fruto de su relación con Fernando Sagaseta. En ese momento, Pedro comenzó a tomar conciencia y empezó a notarse la evolución de su poesía. Y este poema es un canto a la paz", detalla Nicolás Guerra.

El escritor, que en 2016 es protagonista del Día de Las Letras Canarias, ya había afrontado previamente en 1965 otro juicio por Consejo de Paz, un "juicio literario" celebrado en el Real Club Victoria, donde los "novísimos poetas" Manuel G. Barrera, Eugenio Padorno y Lázaro Santana, con Ventura Doreste como juez, formularon contra Lezcano y su obra las acusaciones de falta de unidad, intelectualismo y anacronismo. Nada hacía prever que el poema que daba título a la obra será una terrible arma en manos de los militares.

Nicolás Guerra conoció a Salvador Sagaseta en el Instituto Pérez Galdós y fue toda una revelación. "Era un hombre muy inteligente y con un gran sentido del humor", señala. "Yo era el delegado de curso, venía de pueblo, mi mundo era otro y giraba en torno a Fernando Guanarteme y a las tenesoyas. En Gáldar no teníamos instituto, me vine a la capital con 17 años y empecé a descubrir un mundo impresionante en un grupo único de Letras donde estábamos Sálvador y yo. Hablamos de cosas que yo desconocía como el compromiso, democracia, huelga, y fui testigo de cómo se le acosaba en aquellos años. Teníamos otras sensaciones ante la vida, pero si sabíamos lo que era la justicia".

Injurias

De vuelta a Salvador Sagaseta y al proceso en curso hace ahora 50 años, el joven periodista y el entonces redactor jefe Juan Hernández Rodríguez, tras la puiblicación del poema fueron acusados de supuestas "injurias a las Fuerzas Armadas de España", y juzgados por un tribunal militar que los absuelve a ambos, pero el capitán general de Canarias, Héctor Vázquez, según el relato de Nicolás Guerra, no está conforme con esta decisión y la recurre al no haberse imputado a Pedro Lezcano.

El 15 de junio de 1967 se celebra un segundo consejo de guerra en el que Salvador Sagaseta es condenado a dos años de prisión, el doble que pedía el fiscal, Pedro Lezcano a seis meses y un día, mientras que el redactor jefe de Diario de Las Palmas fue absuelto. Con Lorenzo Olarte como abogado de Salvador Sagaseta, en un proceso en el que poco pudo hacer en favor de su cliente, la resolución del tribunal militar haría que ya nada fuera igual para el estudiante y periodista, ni en lo público ni en lo privado.

"Fue una operación política hacia los Sagaseta, estaba muy claro", subraya Nicolás Guerra, respecto a lo ocurrido en el acuartelamiento de Mata, donde se desplegaron decenas de militares armados. "En Gran Canaria, los viejos falangistas vencedores de la guerra, los alfereces provisionales empezaron a atacar a Salvador y al poeta. Se decía que si queríamos un ejército de hombres débiles, incluso alguno llegó a decir si habría que mandar a las mujeres a la guerra, y que el ejercito no podía estar fomado por jóvenes tan mal aconsejados como quería Pedro Lezcano. Y de esta manera se satisface, tranquiliza y relaja el ambiente de malestar en los cuarteles, a la vez que se consigue condenar al apellido".

Como en una espiral de acoso y hostigamiento, todo sucede muy rápido en aquellos días. Antes de que se confirme la sentencia y el ingreso en prisión, el 20 de junio de 1967 un grupo de intelectuales presenta un escrito en el Gobierno Civil de Las Palmas en protesta por la decisión del consejo de guerra, y que dio cuenta Diario de Las Palmas. A este respecto, explica Nicolás Guerra que "el Diario fue secuestrado por publicar la presentación del escrito en el que se solicitaba el indulto para los dos condenados, Salvador y Pedro. Los jeeps de la policía armada recogieron unos 1.600 ejemplares de todos los puntos de venta".

El 21 de junio, se confirma la sentencia por la autoridad judicial, y desde la Capitanía General de Canarias se deja bien claro que la solicitud de un indulto sólo afectaría a Pedro Lezcano. El día 25, Sagaseta ingresa en la prisión provincial de Las Palmas, en Barranco Seco, si bien en noviembre es trasladado a Jaén. "Se ensañaron con él", recuerda Guerra. En junio de 1969 reingresó Salvador en Barranco Seco para cumplir otros cuatro meses que le cayeron en Jaén, y meses después en octubre, le comunican su reclutamiento en un batallón disciplinario en el Sáhara. Ante esta situación, tal como relata Nicolás Guerra, Pedro Lezcano y Fernando Sagaseta deciden organizar la salida clandestina de Salvador de la Isla y evitar lo peor si llegaba al desierto. Refugiado en una vivienda de Lezcano y conducido por su tío hasta el Muelle de La Luz, enfilaría rumbo a Italia con cobertura del Partido Comunista. De Roma se trasladó a Suecia ya en 1974 donde continuaría su exilio hasta 1977, año que la amnistía le traería de nuevo a Gran Canaria para incorporarse como colaborador a LA PROVINCIA.

Las relaciones entre Salvador Sagaseta y Pedro Lezcano nunca llegaron a normalizarse, pese a que el poeta, tal como subraya Nicolás Guerra, intentó mediar con la autoridad militar para evitar la condena de Sagaseta. "Salvador tenía muchísimo rencor, salvo con Lorenzo Olarte. Estaba convencido de que Pedro Lezcano lo había abandonado a su suerte. Pedro sabía que iban a por el apellido y que no había nada que hacer ante la petición de cárcel, y lo que desconocía Salvador son algunas de las cartas que se incluyen en el libro, inéditas salvo para el remitente y el destinatario".

Se refiere Nicolás Guerra a una carta de Pedro Lezcano a Hipólito Fernández Núñez, Comandante Jefe de Estado Mayor, fechada el 28 de junio de 1967, tres días después del ingreso de Salvador Sagaseta en Barranco Seco: "....Yo he destruido la vida de un muchacho con una simple poesía. Lo tuve más cerca que nadie, en el banquillo de los acusados. Allí lo vi, a solas con las generaciones anteriores: ni un solo muchacho de su edad pudo entrar en la sala. A mí me dio vergüenza de lo que él pensaría. Y sospecho que esa vergüenza me durará dos años. Déjeme usted que la pase en silencio".

Nulo efecto tuvo este ruego y otros posteriores para revertir el castigo impuesto a Salvador Sagaseta. "Pedro quedó noqueado y desde luego que se sintió molesto por la reacción violenta de Salvador. Fue un choque entre ambos que lo cambió todo para los dos", sentencia Nicolás Guerra.

El libro de su autoría vino a cubrir décadas después "una deuda con Salvador Sagaseta, y me puse a ello con el compromiso de que él no iba a interferir hasta que el trabajo estuviese completamente terminado. Y una vez concluido, me satisfizo haber contribuido a su propia satisfacción personal".

El poema

  • 1Muchachos que soñáis con las proezasy las glorias marciales.Bajaos del corcel, tirad la espada;los héroes ya no existen o están en cualquier parte.Llegará la hora cero de ser héroescualquier día cruzando cualquier calle.
  • 2Contables misteriososcerrarán un balance.Decretarán la nada entre los hombresmisteriosos contables.Cuando en los hondos sótanos,valientes y cobardesrecen al Alto Mandopor un soplo de aire.No los oirá ni Dios, que está más cerca;no los oirá ya nadie.
  • 3Negación de los nombres.Negación de las frases.Si no sois primavera, espuma o viento,Fuerzas de Tierra, Mar y Aire;si el vendaval no sois ni la semilla,ni la lluvia que nace de los mares,usurpadoras sois de las palabrasnobles y elementales.
  • 4Homicidas sin culpa se disfrazandel color de la tierra y de los árboles,con floridos ramajes en las frentes,como en las bacanales...Pero no son alegres las cancionesque inspira el mosto de la sangre.
  • 5Muchachos soñadores de epopeyas,escuchadme:El pecho es el lugar que se designapara el balazo de los mártires.El pecho, nave heroicadonde retumba el corazón amante,donde el plomo penetra limpiamentecomo en templo de sangre...Pero sucia de barro y excremento,cae la estatua de Marte.Vuestras definiciones,vuestras sabias verdades,la inteligencia es pus sobre las frentesde miles de cadáveres.Y en la tierra abonada por la muertesólo he visto crecer la flor del hambre.
  • Muchachos soñadores,bajaos de corcel, tirad el sable.Cuando las botas pisen los olivosy su símbolo aplasten,coged su savia espesa, echadla al mar,y veréis cómo aplaca tempestades.

Compartir el artículo

stats