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"El móvil va a desaparecer"

Ocho de cada diez personas adultas sufren nomofobia, miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono móvil. Sin embargo, ese dispositivo tiene los días contados. Al menos así lo cree Nuria Oliver, una de las investigadoras más citadas en España. "El teléfono móvil va a desaparecer", señala la doctora en inteligencia artificial por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). No se atreve a fijar fechas, pero advierte de que las tecnologías que lo sustituirán crecen a ritmo exponencial.

De mirar hacia abajo a mirar hacia arriba

Nuria Oliver destaca las limitaciones del móvil por su pequeña pantalla y destaca el imparable desarrollo de las gafas de realidad aumentada, "que permiten ver la realidad y al mismo tiempo el contenido digital", mirar el paisaje y a la vez el correo electrónico. Además destaca la irrupción de los retinal display, que dibujan la imagen directamente en la retina del ojo, sin necesidad de gafas.

Los 'wearable', el complemento que más se lleva

Los dispositivos electrónicos de vestir o o de llevar son los que más crecen. "En 2013 se vendieron 17 millones y para 2020 se prevé superar los 180 millones vinculados sobre todo a los campos de la salud y el bienestar", señala Oliver, que destaca que de los habituales en forma de relojes o joyas se pasará a otros más sofisticados, como los tatuajes electrónicos, circuitos sobre la piel que ya permiten, por ejemplo, medir la temperatura corporal a través del sudor y enviar la información al móvil. "Hay cientos de wearables, pero estás aislados, no hablan este sí, el mayor potencial está en combinar datos", apunta la experta.

Vivir la vida y documentarla

Oliver explica que existe tecnología para capturar lo que hacemos las 24 horas del día, "un diario multimedia automático" para apoyar, por ejemplo, a los que sufren demencia senil.

Laboratorios en miniatura.

Según la investigadora, en una sociedad que tiende al envejecimiento, cada vez serán más usuales los chips implantables para obtener señales fisiológicas, lentillas desechables que miden la tensión ocular o incluso chips digestibles.

De medir a entender.

"Los wearables lo miden todo, ¿pero para qué medir tanto?", se pregunta Nuria Oliver, que apunta que ahora el reto es contextualizar la información y obtener herramientas para interpretarla "porque saber que caminamos mil pasos no nos dice mucho, pero si eso se pone en contexto con las condiciones en que se hizo y se vincula con un historial médico tiene utilidad".

La voz va a volver

Los adolescentes ya no hablan por el móvil, se comunican por medio de texto y fotos, "pero esto cambiará, volverá la voz", augura Nuria Oliver, que destaca la inversión millonaria en biométrica para la identificación de personas a través de la voz, en los sistemas electrónicos de traducción simultánea para entender otros idiomas e incluso hablarlos a través del dispositivo, y los avances médicos para identificar patologías a través de las alteraciones de la voz.

Las experiencias multisensoriales

Los nuevos dispositivos electrónicos no sólo permitirán comunicarse a través del sonido y de la imagen. Oliver cita, en el caso del tacto, los prototipos para mandar besos, los chalecos para sentir abrazos o los avances en ultrasonidos para sentir que se toca algo. En olfato ya hay desarrollos para enviar aromas y fabricar narices artificiales "que tendrán relevancia a nivel de salud pública para detectar emisiones letales". En gusto "ya hay prototipos para enviar mensajes dulces o salados mediante la excitación de las papilas gustativas". E incluso ya se pueden enviar pensamientos del cerebro a dispositivos, "lo que puede permitir a un discapacitado manejar la silla de ruedas o mover una brazo mecánico", o a otro cerebro, "la telepatía". Oliver destaca que todos los datos que generan los dispositivos electrónicos dejan un rastro digital y que su análisis, a través de las ciencias sociales computacionales, "puede ayudar a tomar decisiones claves a nivel de ciudad o incluso de organizaciones internacionales". Reconoce también su gran capacidad de negocio. "Si Facebook es gratis es porque monetariza los datos que le damos a través de la publicidad", apunta la doctora en inteligencia artificial, que tiene tres hijos y ni el mayor, de 13 años, tiene móvil. "Ni él ni yo le vemos el valor positivo", señala.

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