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ciencia Los descubrimientos científicos, cada día más acelerados, nos están metiendo en el futuro por la ventana del presente

Nueve palabras clave para el futuro

Podemos reescribir el libro de la vida, 'fabricar' cabras que den tela de araña, transmitir electricidad sin cables, entrar en el corazón de la materia para cambiar sus propiedades. Así son hoy las tecnologías del mañana.

Woody Allen, según dijo una vez, le interesaba bastante el futuro porque es el lugar donde tenía pensado pasar el resto de su vida. Los descubrimientos científicos, cada día más acelerados, nos están metiendo el futuro por la ventana del presente. Ya nada es lo que era el día anterior y la pregunta que empieza a plantearse es si la humanidad es capaz de acumular toda la sabiduría que precisa el manejo de tantos adelantos técnicos. Para orientarse en ese porvenir que ya está aquí, en esta página se ofrecen las palabras clave que definen algunas de las tendencias / tecnologías / descubrimientos / disciplinas que marcarán el tiempo que tenemos por delante.

CRISPR

Atención a estas letras que denominan una tecnología genética que marcará el futuro. Es el acrónimo en inglés de Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas. Dicho de otra manera, esta tecnología genética permite cortar y pegar el genoma (el libro de la vida) del mismo modo en que se hace con un procesador de textos. Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier recibieron en 2015 el premio Princesa de Asturias por el desarrollo de esta tecnología precisa y barata. Es la base de una de las grandes revoluciones tecnológicas del siglo XXI. La reescritura genética abre un universo nuevo: desde la reparación de genes dañados a aplicaciones tan sorprendentes como las cabras-araña. Vean. Como es imposible tener granjas de arañas, la Universidad Estatal de Utah (EEUU) ha logrado que un rebaño de cabras produzcan leche con la proteína de la seda de araña. Tras el ordeño, separan esa proteína y, después de precipitarla en una solución de sal, logran seda pura de arañas. Así consiguen un material elástico y que es entre tres o cuatro veces más fuerte que el Kevlar, ése con el que se fabrican los chalecos antibalas.

ONDA

Las ondas gravitacionales, cuya constatación experimental se anunció en febrero pasado, son el refrendo de la teoría de la relatividad de Albert Einstein, pero, sobre todo, suponen una nueva forma de mirar el Universo. Son el gran descubrimiento de lo que llevamos de siglo. Hasta ahora, la observación del Cosmos sólo se podía hacer a través de la luz, analizando el comportamiento de sus ondas. Pero desde hace apenas dos meses sabemos que existe la constatación experimental de que el espacio-tiempo, ese fluido einsteniano que compone el Universo, se deforma en presencia de masas enormes, al modo en que la superficie del agua ondula cuando cae una piedra en ella. Desde que sabemos que las ondas gravitacionales son algo más que una certera suposición teórica contamos con un nuevo instrumento de observación de los violentos fenómenos que se produjeron en el origen del Universo. Hay zonas del espacio opacas al paso de la luz, o borrosas por presencia del polvo estelar. Las ondas gravitacionales, por el contrario, transmiten la información exactamente igual que cuando se originó en el sistema que la envió a través del espacio-tiempo. Son un telescopio inmejorable. Estábamos asomados al balcón cósmico, pero sólo podíamos ver. Ahora, digamos, también podemos escuchar en alta fidelidad. Y estas voces de millones de años luz nos llegan sin distorsión alguna.

NANOTECNOLOGÍA

El futuro pertenece a la ciencia de lo pequeño. Dice el doctor en Química Amador Menéndez que, al igual que un albañil coge ladrillos y levanta un edificio a la carta, así los nanotecnólogos ya están haciendo albañilería a escala atómica. Toman los átomos, modifican su colocación y logran sorprendentes aplicaciones que dan respuesta a problemas globales, como la falta de agua potable en zonas del Tercer Mundo gracias al desarrollo de filtros que impiden el paso de bacterias y virus o de la sal, para desalinizar fácilmente el agua marina. Ojo al material estrella de este futuro nanotecnológico: el grafeno, una estructura de carbono puro formada por átomos en un patrón hexagonal en una hoja de un átomo de espesor. Flexible, cinco veces más ligero que el aluminio, 200 veces más fuerte que el acero.

OPTOGENÉTICA

La luz es la base de la optogenética, una de la disciplinas revolucionarias de la primer década del siglo, según la revista Science. Amador Menéndez, investigador del Instituto Tecnológico de Materiales, trabaja en este campo. Nos adentramos "en la máquina más compleja del Universo": el cerebro humano, una fabulosa sinergia de neuronas. Y la neurona es una cerradura que se puede abrir, activar o desactivar, gracias a la luz. El objetivo es encontrar una llave: desarrollar cables de fibra óptica que puedan abrir o cerrar esa cerradura. Implantados en el cerebro -un proyecto que está desarrollando con el neurobiólogo Arturo Álvarez-Buylla- estos cables pueden ser utilizados para reparar partes dañadas de la masa cerebral por enfermedades como el párkinson o el alzhéimer.

BIÓNICA

Si las neuronas pueden activarse artificialmente, pueden también conectarse a dispositivos artificiales. Ésa es la nueva frontera de la biónica: prótesis conectadas al sistema nervioso, movidas realmente por el cerebro. Hacia ese logro trabaja el ingeniero y biofísico estadounidense Hugh Herr, el padre de las prótesis del futuro. Ha creado las primeras prótesis inteligentes de pierna, artefactos de fibra de carbono, titanio y silicona que reproducen los movimientos de las extremidades de carne y hueso. Herr es su médico y a la vez su paciente. Aficionado a la escalada desde niño, sufrió un proceso de congelación en 1982 y tuvieron que amputarle las dos piernas por debajo de las rodillas. Desde entonces no ha parado en su investigación para volver a caminar como si tuviera piernas. Y ha dado el primer gran paso. El siguiente avance en esta tecnología será la conexión de la prótesis con el sistema nervioso del portador y, por qué no, llegar a conseguir que el paciente recupere incluso el sentido del tacto. Una cosa más: vinculados a esos avances están los llamados "exoesqueletos". Neurología y robótica están convergiendo para desarrollar máquinas conectadas a seres humanos que permitan andar a los paralíticos.e

SOL

Una hora de sol aporta toda la energía que necesita la humanidad durante todo un año. La agencia Internacional de la Energía estableció que en 2006 la economía mundial alcanzó su pico máximo de producción petrolífera. A partir de este año, comienza el declive de la producción del combustible que mueve la actual civilización humana. El futuro será de las energías alternativas a los combustibles fósiles o probablemente no será. Y ahí el Sol tiene mucho que decir. ¿Cómo captar su energía? Amador Menéndez explica cómo ha conseguido mejorar sustancialmente la eficiencia de las placas solares y, de hecho, durante sus estancia en el MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, alcanzó el récord de eficiencia logrando que una placa solar transformase en electricidad el 81% de la radiación solar recibida. En esta investigación desarrolló unos tintes nanoestructurados que se pueden aplicar a una ventana para convertirla en un pequeño captador de energía sin perder la transparencia del cristal.

CABLE

Es lo que no existirá en el futuro cuando se necesite transmitir energía. El sueño del genio serbio Nikola Tesla, que desarrolló una torre desde la que iba a suministrar energía a toda la humanidad, se ha hecho realidad. La torre, denominada Torre Wardenclyffe, estuvo operativa entre 1901 y 1917 cerca de Nueva York, aunque nunca se completó del todo. Heredero de aquel proyecto es el funcionamiento de un emisor creado por la empresa Witricity, una compañía nacida del seno del MIT y que hace realidad el sueño de Tesla: electricidad sin cables, un wifi para la corriente. Con esta tecnología, los móviles realmente podrán ser móviles, "podremos cortar el último cable que los tiene atados, el que los conecta para cargar", apunta Menéndez.

ENFERMEDAD

El desarrollo industrial y tecnológico ha incrementado la esperanza de vida en los países desarrollados, pero también aboca a sus habitantes a sufrir enfermedades como el cáncer, vinculado en muchos casos a la contaminación o la exposición a determinados productos. Mientras la humanidad consigue ganar la eterna batalla contra la enfermedad, la epidemiología sigue combatiendo desde su perspectiva médica poblacional, de supervivencia de especie, para señalar las causas de las principales enfermedades que aquejan al ser humano. Junto a la mejora de los tratamientos médicos y farmacológicos, la gran lucha estará centrada, por tanto, en evitar los factores ambientales (tabaquismo, contaminación, etcétera) que desatan esas dolencias y fomentar hábitos saludables entre la población. Es una batalla contra el efecto boomerang del desarrollo industrial, cuyas emisiones al medio ambiente acaban retornando al ser humano y alojándose en su organismo, incorporándose como una herencia química peligrosa, que resulta detectable con un simple análisis de sangre.

HIELO

Cuando pensábamos que ya no quedaba ni un milímetro del planeta Tierra que no estuviera cartografiado y explotado al detalle, las expediciones a la Antártida nos están descubriendo todo un mundo debajo de una espesa capa de hielo. "La Antártida es un lugar inhóspito, el lugar más inhóspito de la Tierra, pero hay mucha vida", indica Josep Maria Gili, biólogo y profesor de investigación del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC de Barcelona. Hay mucha vida y muy variada. El nivel de biodiversidad en este continente helado -el único ecosistema visible desde el espacio- es equiparable al de los entornos tropicales, donde hasta ahora se suponía que se daba el mayor número de especies diferentes. Se estima que el nivel de biodiversidad en la Antártida puede llegar a 7.000 especies diferentes. Muchos de los secretos de la vida en la Tierra están escondidos bajo esa espesa capa de hielo. En los próximos años, se irán desvelando. En términos biológi- cos, es un auténtico seguro de vida. "La Antártida sobrevivirá más allá de la especie humana, puede ser el futuro del planeta, es imprescindible conservarlo", reivindica el biólogo e investigador catalán del Instituto de Ciencias del Mar Josep Maria Gili.

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