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"No quiero hablar con el Daesh, son peor de lo que parecen"

Un español, que estuvo en Brilat y en Bosnia y que dejó la vida militar, decidió alistarse contra el EI "cuando vi lo que esos fanáticos hacen con mujeres y niños"

El militar español, flanqueado por dos compañeros. LP / DLP

Tras casi cuatro meses en las primeras líneas de combate de Kirkuk y Bashir, unos territorios en los que las milicias kurdas luchan cara a cara contra los activistas y soldados del Ejército del Estado Islámico, hace más de un mes regresó a Galicia, al pueblo en el que nació y reside, "una localidad de la provincia de Pontevedra". No entra en sus planes volver de inmediato al frente bélico. Tal vez un poco más tarde y para cumplir su palabra de no desistir hasta "acabar definitivamente con el Daesh".

No podemos dar su verdadero nombre y a él tampoco le gusta que le inventemos uno: "Es por razones de seguridad", afirma. "Mi nombre de guerra es El Gallego, así me llaman, y estoy muy orgulloso de que mis compañeros me llamen así".

De 41 años, soltero y sin hijos, durante ocho años se formó militarmente en la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable (Brilat), estuvo seis meses destinado en Bosnia, en la Agrupación Galicia, "pero soy civil desde hace ya bastantes años" (poco antes de alistarse en las milicias kurdas trabajaba de albañil).

La decisión.

"Mi familia y mis amigos saben dónde he estado y qué he hecho. Nunca les oculté nada. Antes de irme, siempre que veía una noticia o un vídeo de lo que les hacen los del Daesh a los niños y a las mujeres me enfadaba en público y gritaba que tenía que hacer algo, que no me iba a quedar sin hacer nada y que iba a luchar contra ellos como fuese... Y a fe que lo estuve intentando durante meses. Quería incorporarme a la lucha, pero no lo conseguí hasta que tuve la suerte de contactar por internet con Simón de Monfort".

Simón de Monfort (seudónimo de otro de los españoles actualmente en el frente) y un amigo que coordina a los voluntarios desde Madrid fueron quienes abrieron una página en Facebook llamada Apoyo Voluntarios Españoles contra el Daesh, que actualmente cuenta con más de diez mil seguidores.

La acogida de los kurdos.

"¿Que cómo fue la acogida de los kurdos cuando llegué allí? Pues sólo puedo calificarlo con una palabra, excelente, y cuando digo excelente quiero decir 'Excelente', así, con mayúsculas. Llegué solo, con el dinero justo para hacerme con un Kalashnikov, y los compañeros kurdos, sin decirme nada, decidieron reunir dinero entre todos para dármelo a mí... Pero me negué a cogerlo, ¿sabes? Les dije que yo había ido allí a dar y no a recibir... Ellos están muy agradecidos de que les ayudemos porque saben que lo hacemos aun a costa de dejar atrás a nuestros seres queridos para jugarnos la vida".

La alta cualificación militar de El Gallego no pasó desapercibida para los mandos de las milicias kurdas: "Entre las misiones que me asignaron nada más llegar estaban las de dar escolta y seguridad a nuestros jefes de unidad (un general y un coronel). Formaba parte de una unidad de intervención rápida para acudir y responder inmediatamente a cualquier novedad, tanto en la primera línea de combate como en otro lugar, cualquiera bajo nuestra jurisdicción. Otra de mis misiones consistía en dar cobertura a los refugiados que huían del Daesh y acompañar como escolta a los desactivadores de minas".

Ideologías y creencias.

En torno a diez españoles se han alistado en el último año en las filas de los denominados peshmergas, el Ejército de facto del Kurdistán iraquí. Llegaron a través de diferentes vías. Unos, como Simón y El Gallego, mediante los contactos proporcionados a través la citada página de Facebook. Otros, a través de un autollamado Partido Marxista Leninista (Reconstrucción Comunista) que mantiene estrechas relaciones con el PKK (Partido Comunista del Kurdistán).

La disparidad ideológica no ha causado el más mínimo problema en la convivencia en el frente: "Entre los voluntarios da igual la religión y la ideología que tenga cada uno", afirma El Gallego, "lo único importante es ser un buen compañero y, claro está, ser un buen soldado".

El ex Brilat pontevedrés confiesa: "Yo soy creyente, aunque el peor creyente del mundo. Mi ideología es la libertad y el respeto a nuestros valores cristianos de toda la vida, a la familia tradicional, a Dios... Sí, yo soy de los que tienen fe en un Dios que lo ha creado todo". ¿Se siente, de alguna manera, un cruzado, uno de aquellos guerreros defensores de la cristiandad?, le preguntamos. "Pues la verdad es que sí. Pienso que todos los que estamos aquí tenemos muchas cosas en común con aquellos cruzados de ¬antaño".

El Gallego sabe muy bien en qué consiste despertarse cada mañana con la sensación de que puede ser la última. Así se vive en la primera línea del frente contra el Estado Islámico, pero le resta importancia. "Para cualquier persona todos los días pueden ser el último. Da un poco de miedo el riesgo de que pase lo peor, claro, que no vuelva a ver nunca más a mis seres queridos.... También existe el miedo al dolor, a quedar herido gravemente... Sí, da tiempo para pensar mucho en la muerte cuando estás allí, pero llega un momento en que lo entiendes como lo que es, algo natural por lo que tenemos que pasar todos. Yo he llegado a la conclusión de que la muerte no es un problema, el problema es llevar una vida vacía o vivirla sin ayudar a los demás. De todas formas, yo en combate aún no viví una situación digamos desesperada, gracias a Dios".

El enemigo.

"No, nunca, jamás he hablado con un activista o soldado del Daesh. Y además no quiero hacerlo. Lo máximo que me he permitido es mirarlos a los ojos con cara de pocos amigos... Y es mejor así porque me conozco, y al cacho de carne ése se le iban a quitar las ganas de volver a conocer a un español... Tienen fama de crueles e inhumanos, pero yo quiero decir una cosa: decir que son crueles e inhumanos es poco. La realidad es que son mucho peor, de lo peor que uno se pueda imaginar".

"Hubo varias razones. Ya conté lo del cabreo que sentía cuando veía las imágenes por televisión. Y encima me indignaba, y me indigna, la indiferencia de quienes, en Occidente, viven aletargados en su aborregamiento y preocupándose solamente de cosas banales que carecen de la más mínima importancia comparadas con todo lo que está ocurriendo allí".

También hubo otras razones más. "Para mí es muy importante formar parte de la barrera que los separa de nuestra civilización, de nuestros valores, de nuestra cultura... Esto es algo básico, yo quiero acabar con ellos para que no puedan atacarnos y llevarse las vidas de niños y mujeres españolas. Estando en el frente sentía que estaba haciendo algo positivo y, ¿sabes?, ahora que he vuelto me siento satisfecho sabiendo que mi nacimiento sirvió para algo bueno, aunque sea poco".

El estado de la guerra

"El Daesh está perdiendo en todos los frentes, eso seguro, pero todavía les quedan unos cuantos años haciendo lo que saben: crear dolor entre los más débiles. Es más, a mí me parece que nunca se erradicará del todo, siempre quedarán núcleos. Están bien armados, los ves y tienen en sus manos armamento muy moderno proporcionado vilmente por quienes todos sabemos y, encima, alardean de que los están combatiendo. No hay más que comparar sus armas con las nuestras; las de los peshmergas: fusiles Kalashnikov, ametralladoras del antiguo Ejército de la Unión Soviética, viejos lanzagranadas... Prácticamente todo nuestro armamento tiene más de veinte o treinta años de antigüedad".

El regreso.

El alistamiento en las milicias kurdas es una "tesitura" delicada para la legislación española. De hecho, algunos de los voluntarios que regresaron ocultan su identidad para evitar problemas legales.

No es el caso de El Gallego: "Yo ya me he mostrado a cara descubierta y también me presenté en Comisaría informando de quién era. La verdad es que en ese sentido me han ignorado. Pero, por lo que sé, no pueden hacer nada porque he estado con todo legal, tanto la documentación de estancia en el país como el permiso de armas, etcétera".

"Los peshmergas no estamos catalogados como terroristas... aunque, claro, eso no lo pueden decir públicamente nuestros gobernantes, y, por otra parte, quedarían mal si, a estas alturas, meten en la cárcel a alguien que como yo ha luchado contra el EI. Si me mantengo en el anonimato es por otros motivos, que tienen que ver con la seguridad. No me gustaría que uno de estos fanáticos (porque en España también los hay) me reventase la cabeza o le hiciese daño a mi familia... Yo, por mi parte, lo único que pretendo es llevar una vida civil, trabajar cuando tenga suerte y subsistir día a día, como todo el mundo en España".

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