La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista a Víctor Manuel Rodrigo Núñez

"Soy creyente y no estoy convencido con que todo sea tan aleatorio como se dice"

"No estamos libres de que un asteroide choque contra la Tierra, hay millones de pedruscos por ahí que podrían provocar una catástrofe mundial", afirma el ingeniero aeronáutico, asesor de la agencia espacial europea

"Soy creyente y no estoy convencido con que todo sea tan aleatorio como se dice"

Víctor Manuel Rodrigo Núñez ha trabajado durante 35 años para la Agencia Espacial Europea, a la que, pese a estar jubilado desde 2010, aún asesora al formar parte de un grupo de evaluación que en la actualidad trabaja en el programa 'Ariane 6' (último modelo de una familia de vehículos lanzadores espaciales ). Casado y con tres hijos, ha construido piezas e instrumentos que están en cuerpos celestes como Venus, Marte, la Luna o Titán. Nació en México, hace 69 años. Trabajó para Airbus, y fue durante 27 años director general de Crisa, uno de los principales proveedores de electrónica compleja para la exploración espacial. Ha colaborado en todos los proyectos científicos desarrollados por la Agencia Especial Europea en los últimos treinta años.

¿Cómo comenzó su 'aventura espacial'?

Soy ingeniero aeronáutico por vocación: ya quería serlo cuando tenía 6 años. Mucho más tarde, el 'Curiosity' (misión espacial de exploración marciana dirigida por la NASA) nació aquí. En el verano de 2004, me llamó un amigo de la NASA y me preguntó si mi empresa podría desarrollar una estación meteorológica para enviarla a Marte. Le contesté que tenía que pensarlo. Hablé con mis colegas de la empresa y contestamos que sí.

¿Fue un reto difícil?

Mucho, porque las condiciones ambientales de Marte son extremas. Desarrollamos cinco instrumentos. Un medidor de viento en tres dimensiones, sólo que en Marte no hay viento, sino dióxido de carbono. Otro para medir la presión, que en Marte es una centésima de la terrestre. Otro para las temperaturas de la superficie y de la atmósfera. Y otro para el nivel de radiación ultravioleta, que es un factor esencial para determinar si puede o no haber vida. Y nos dijeron que todo ello, junto, no podía pesar más de un kilogramo. Nos pasamos por trescientos gramos. El objetivo era que los cinco instrumentos que aportamos funcionaran durante un año marciano, que equivale casi a dos terrestres. Pero aún siguen funcionando.

O sea, que hay algo en Marte suyo.

Claro. Y también en Venus, la Luna... La pieza más lejana que yo mandé está en Titán, satélite de Saturno, adonde llegó una sonda que se construyó en el Instituto Astrofísico de Andalucía y para la que diseñamos la electrónica. Incluso en el cometa Churiumov-Guerasimenko está una parte de mi vida.

La misión 'Rosetta'.

Sí. Hicimos la cámara de navegación y la navegación por estrellas de la sonda espacial 'Rosetta'. Fue una misión compleja, porque había que posarse en un cometa que viajaba a cien mil kilómetros por hora y lo más que puedes sacar de un lanzador son veinte o veinticinco mil. Había que aproximarse por detrás, a cien mil kilómetros por hora. ¿Cómo se hizo? Gracias a maniobras espaciales, que llamamos 'carambolas', que consisten en aprovechar la energía de los planetas para ir aumentando la velocidad. La sonda tuvo que sobrevolar varias veces la Tierra para conseguir aceleración y viajar un año hasta Marte, que le dio un impulso que le sumó otros quince mil kilómetros por hora más. Y ya cuando llegó a Júpiter, que es el no va más, recibió un impulso de cuarenta o cincuenta mil kilómetros por hora. La sonda tardó diez años en llegar al cometa Churiumov-Guerasimenko, 'Churi', le llamamos nosotros.

Tuvieron que ser unos cálculos matemáticos impresionantes...

Sí, pero ésa es la dinámica celeste: leyes de Kepler y fórmula de Newton. Aplicar fórmulas. Otra cosa es que todos los instrumentos vayan cumpliendo sus misiones. Y hay que ser capaz de corregir cualquier mínimo fallo, cualquier desviación. ¿Cómo? Con el motor y con un navegador de estrellas, que "ve" dónde están, la sonda se lleva a su sitio. Nosotros construimos toda la electrónica de ese sistema de navegación. Es muy preciso.

Al final es lo mismo que hacían antiguamente los marinos.

Eso es. Mirando las estrellas. Ahora hay sistemas más precisos, pero por ejemplo el GPS, que aquí es maravilloso y se usa mucho en satélites de baja órbita, en misiones interplanetarias no sirve para nada.

¿Qué siente al saber que hay creaciones suyas por todo el Sistema Solar?

En 1956 recuerdo perfectamente el lanzamiento del 'Sputnik' por los rusos. Me causó mucha impresión. Siempre me llamó mucho el espacio. Recuerdo de niño lanzar cohetes construidos con tres cerillas y un día en que un amigo pegó un tiro al aire con una escopeta de perdigones y dijo: "Esto va para la Luna". Saber que hay cosas mías por ahí me causa orgullo. Sobre todo, saliendo de este pueblo haber conseguido mandarlas a esos sitios...

Colabora en el programa 'Ariane 6'.

Es un proyecto de futuro para competir con los lanzadores americanos.

¿Puede competir Europa con Estados Unidos y Rusia en tecnología espacial?

Europa tiene una tecnología muy desarrollada. Es muy raro que falle una misión. Así como en Estados Unidos fallan alguna vez, y en Rusia muchas, Europa tiene una calidad en sus productos que hace que prácticamente todas las misiones funcionen.

¿Mérito de las empresas que fabrican los componentes?

Sí, pero sobre todo de la Agencia Espacial Europea, siempre vigilante, que garantiza la calidad de lo que produces. Es la clave del desarrollo europeo en materia tecnológica.

¿Qué es la Agencia Espacial Europea?

Es una organización en la que participan, de forma voluntaria, los países que quieren tener participación en programas espaciales. La regla número uno es que Europa tenga libre acceso al espacio. Además, el uso del espacio ha de ser pacífico. El interés de la Agencia es investigar y desarrollar tecnologías que repercutan en beneficio de la humanidad. Las tecnologías que se desarrollan para investigar el espacio se aplican después en la vida diaria, en la medicina... Y posibilitarán en el futuro, por ejemplo, predecir el choque de un asteroide contra la Tierra, e incluso destruirlo o desviarlo. No estamos libres de eso. Hay millones de pedruscos por ahí, muchos de ellos con más de un kilómetro de diámetro, que si chocaran contra la Tierra provocarían una catástrofe de dimensiones mundiales.

¿Qué aporta cada país a la Agencia?

Cada país aporta una cantidad en función de su producto interior bruto, pero además de los programas obligatorios hay otros opcionales en los que cada país aporta lo que desea. Ahí es donde realmente se desarrolla la tecnología. Gran Bretaña, por ejemplo, no participa en programas de lanzadores. España sí, y siempre ha sido un miembro muy activo, aunque ahora sólo tiene un 6 por ciento de aportación en el 'Ariane 6'. La Agencia tiene un centro tecnológico en Holanda, donde se desarrollan las tecnologías que deciden los miembros y de acuerdo con las industrias de los diferentes países.

Ha participado también en la misión GOCE (Explorador de la Circulación Oceánica y de Gravedad), para medir el campo gravitatorio terrestre.

Para esta misión desarrollamos un motor iónico, mucho más efectivo que los químicos, que a mí me gustó mucho. Es un satélite para medir la circulación del mar. Se miden las variaciones de gravedad con un graviómetro, a escala de una millonésima de precisión. El problema era que para que ese instrumento funcionara tenía que volar muy bajo, a doscientos kilómetros de altura. Y ahí hay partículas de aire que lo frenan. Esa fricción, esa resistencia, fue compensada con nuestro motor iónico.

¿Llegará el ser humano a Marte?

Hoy por hoy no hay tecnología para ir a Marte. El problema de la radiación cósmica no está resuelto. Dicen que antes de 2030 el hombre llegará a Marte. No lo veo claro.

¿Hace falta, con la tecnología actual, que el ser humano vaya a Marte?

No.

¿Puede aportar el ser humano en Marte algo más que los aparatos que se pueden enviar ahora mismo allá?

Yo no arriesgaría a un ser humano para ir a Marte en este momento.

¿Se podría fabricar un traje espacial que pudiera repeler o evitar la radiación?

No. Quizá la solución sea proteger el habitáculo con imanes superconductores. Un escudo magnético. Pero costaría mucho dinero. El ser humano no está hecho para estar en el espacio.

¿Cree que hay vida fuera de la Tierra?

No.

¿No lo ve posible habiendo miles de millones de planetas en el Universo?

Es tan difícil esto de la vida que cuando lo analizas a fondo... Me acabo de operar de cataratas y me colocaron una prótesis en el ojo. Veo muy bien, estoy muy contento, pero la prótesis es mucho menos luminosa que el ojo. Nuestro ojo, tan luminoso, tan perfecto, ¿quién lo hizo? Si no crees en Dios, en que alguien creó todo esto, resulta más difícil todavía explicar estas cosas.

Entonces, ve usted más fácil que haya vida en la Tierra con Dios que sin Dios.

Exactamente. Soy una persona creyente. Pensar que todo es obra de Dios es mucho más fácil que pensar que todo esto ha salido de la nada. Dicen: la evolución, la evolución... Yo no me conformo con la evolución. He leído muchísimo sobre esto, la función crea el órgano... y no estoy convencido de que todo sea tan aleatorio como se dice.

Se ha hablado mucho sobre la posibilidad de que haya vida en Marte.

Se está buscando. La atmósfera de Venus es como debería ser la de la Tierra. ¿Por qué no lo es? Gracias al choque con un asteroide, que permitió que la Tierra 'liberara' la atmósfera que tenía entonces, que era como la de Venus. Es el mismo choque que hizo que una gran masa se separara de la Tierra, lo que hoy es la Luna. De hecho, la Luna se aleja de la Tierra unos cuatro centímetros al año. Y eso, a costa de que la rotación de la Tierra se vaya frenando. La pregunta es: ¿habría vida en la Tierra sin la Luna, que es la que genera, por ejemplo, las mareas? Yo diría que no, porque tendríamos una atmósfera como la de Venus, incompatible con la vida.

¿Ni siquiera ve posible que haya formas de vida simples fuera de la Tierra?

Puede que se encuentren virus o bacterias, pero vida inteligente, no.

Luego los platillos volantes son un timo.

No, no. Simplemente yo no creo, pero respeto las creencias de los demás, que para mí son sagradas.

Colabora también con el ITER, un experimento que persigue demostrar que es posible producir energía de forma comercial mediante la fusión nuclear.

Cuando me jubilé me cayó en las manos el hidrógeno y me he metido de lleno en él. El hidrógeno es el futuro. Dentro de unos años las gasolineras tendrán depósitos de hidrógeno. Todavía es caro, pero sustituirá al petróleo en diez o quince años. Es más eficiente y menos contaminante.

¿Podría llegar a tener el hidrógeno usos no pacíficos?

Claro, pero ya nadie habla de hacer una bomba de hidrógeno. Es muy difícil, muy cara y muy destructiva. No creo que puedan fabricarla los terroristas. Así como el plutonio puede llevarse en una maleta y formar un lío muy gordo, con el hidrógeno no es posible.

Colaboró también en el desarrollo de misiles en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).

Mientras fui funcionario del Ministerio de Defensa trabajé en la puesta al día de misiles, para hacerlos más modernos, y en su integración en los aviones. Misiles aire-aire.

¿Se llegaron a utilizar alguna vez en un conflicto aquellos misiles?

No, nunca, afortunadamente. He hecho ensayos de lanzamientos de misiles. Era muy complejo, porque había que poner el avión a mach 2,2, hacer una maniobra a 6G y lanzar el misil. Lo hicimos y funcionó. En aquel momento había tensiones con Marruecos. El temor era que un avión pudiera venir a tirar una bomba a España. La misión era defensiva. Ahora todo ha cambiado y los misiles aire-aire han dejado de tener sentido. El enemigo ya no viene en aviones.

Compartir el artículo

stats