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Píldoras para una vida mejor y más larga

"La felicidad lo mejora todo: la sexualidad, el rendimiento intelectual, la creatividad e incluso la esperanza de vida", subrayan los psicólogos

Píldoras para una vida mejor y más larga

Es la gran palabra, el objetivo universal, el eterno desafío: felicidad. Lograrla "lo mejora todo", incluso alarga la esperanza de vida, subraya José Antonio Flórez Lozano, catedrático de Ciencias de la Conducta, quien acaba de publicar el libro Felicidad, salud y longevidad. En las líneas que siguen, Flórez Lozano ofrece una serie de píldoras en las que sintetiza algunas claves para la vida plena.

La gran palabra

Probablemente 'felicidad' sea la palabra más importante para el hombre. Buscarla es, sin duda, la tarea fundamental de nuestra existencia. La felicidad lo mejora todo: la sexualidad, el rendimiento intelectual, la creatividad, la capacidad de comunicación, la resistencia frente a las enfermedades e, incluso, la esperanza de vida.

Compromisos

Para la mayoría de los adultos, el amor y la felicidad se relacionan con los compromisos de familia, con el cónyuge, con los padres y con los hijos. Sin duda, el alto índice de divorcios en la sociedad actual (hasta la mitad de los matrimonios) perturba la felicidad del ser humano y supone, en última instancia, un riesgo para el equilibrio psíquico del individuo. Salud no es equivalente a felicidad, pero es uno de sus componente esenciales.

Reserva farmacológica

El pensamiento positivo es la propia vida. Es el bálsamo terapéutico contra el miedo, la incertidumbre, la angustia y la infelicidad. Además, el pensamiento positivo y la felicidad son esenciales para la armonía física y psíquica de nuestro organismo y para la salud integral. Constituyen la gran reserva farmacológica para lograr el bienestar, la salud y la longevidad.

Pensamiento negativo

Mente y cuerpo se afectan mutuamente. En situaciones normales, las células de nuestro cuerpo utilizan el 90 por ciento de la energía en actividades metabólicas tales como reparación, regeneración, renovación y formación de nuevos tejidos. Pero el pensamiento negativo (especialmente una situación de alarma o estrés) implica que nuestro cerebro envíe un mensaje a las glándulas adrenales para que liberen cortisol, y esta hormona hace que el organismo libere glucosa a la sangre para enviar cantidades masivas de energía a los músculos. De esta forma, todas las funciones de recuperación, renovación y creación de tejidos se paralizan. Muchas personas viven en un huracán de emociones negativas que destroza su equilibrio psicofisiológico por intoxicación bioquímica, ya que ningún organismo puede vivir permanentemente en estado de shock, peligro o miedo continuado. El pensamiento negativo es, sin duda, incompatible con la felicidad y la longevidad.

Satisfacción sexual

Los estudios empíricos han demostrado que la satisfacción con la sexualidad se relaciona estrechamente con la felicidad, el bienestar y la longevidad. Las personas felices son más activas sexualmente y sobreviven más que las infelices. Hay que descubrir el fármaco de la sexualidad como fuerza positiva y estimulante para conseguir llevar una vida activa, feliz y longeva.

La risa como terapia

Harpo Marx, el artista consagrado por su personaje mudo, con peluca y gabardina, que araña el arpa, deja caer cuchillos, hace estallar una bocina y persigue con frenesí a las chicas, potencia el sentido del humor y nos hace reír a carcajadas. Pues bien, esta píldora de la felicidad potencia la salud y la longevidad. Un niño, por ejemplo, ríe más de trescientas veces al día y, sin embargo, los adultos lo hacemos entre cinco y diez veces. La risa y la sonrisa, ingredientes del sentido del humor, disparan la dopamina, la serotonina y las hormonas de la felicidad. Sería muy interesante, desde el punto de vista terapéutico, hacer la gimnasia de la risa todos los días, frente a un espejo.

Optimismo es vida

Las personas optimistas tienden a interpretar que sus problemas son pasajeros, controlables y propios de una situación. Sin embargo, los pesimistas creen que sus problemas e infortunios durarán siempre. Un estudio realizado en la Clínica Mayo (Rochester, Minnesota) con más de 800 pacientes puso de manifiesto que los optimistas tienen una longevidad un 19% mayor con relación a los pesimistas.

Relativizar el éxito

Un incremento en los bienes materiales, en los lauros académicos, en el prestigio social aporta, sin duda, un inicial surgimiento de placer. Pero la euforia se desvanece demasiado rápidamente. Necesitamos un nivel aún más alto para experimentar otra oleada de placer. Al encaramarse en la escalera del éxito (riqueza, posición social, fama, logros...), la gente mira hacia arriba, nunca hacia abajo. Dedican todas sus actividades a sus crecientes aspiraciones y ya no les interesa de dónde vinieron. La escalera del éxito no tiene fin. Siempre hay alguien con el que compararse y ahí, naturalmente, nacen fácilmente la frustración y otras respuestas emocionales tóxicas para la salud -muy especialmente la envidia- que son incompatibles con la salud y la longevidad.

La solidaridad...

La gente feliz es solidaria, ayuda de buen grado, tiene un humor positivo e induce pensamientos positivos que predisponen a una conducta positiva. Tiene buen talante y posee una especial sensibilidad para percibir a su alrededor el aura tibia de las múltiples cosas que le hacen feliz, especialmente, en la solidaridad (ayudas a un compañero, haciendo donaciones, haciendo compañía...).

...Y el apoyo social

El apoyo social es un potente fármaco de la felicidad, ya que actúa como un amortiguador poderoso de la tensión en momentos de crisis, especialmente cuando el individuo necesita ayuda y, además, es receptivo a ella. El servicio a los demás, la responsabilidad, la confianza, la amistad, la justicia, la honestidad, la creatividad y, especialmente, el trabajo, integran un caldo de cultivo especialmente indicado para alcanzar la felicidad. Por el contrario, la insatisfacción y la infelicidad llegan a provocar cambios fisiológicos que pueden producir un acortamiento de la longevidad.

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