La Provincia - Diario de Las Palmas

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El final feliz

Ana Lidia Santana está feliz. En enero se cumplieron cuatro años desde que recibió el trasplante de pulmón que le cambió la vida. Ahora no para. Cada vez que puede se va a la playa, a dar paseos, y sobre todo ya puede caminar sin esa presión angustiosa, sin la necesidad de llevar siempre, como una parte indispensable de su cuerpo, aquella botella de oxígeno, sin la que no podía vivir. Ana Lidia recuerda perfectamente aquellos meses interminables que pasó en un piso lejos de su casa. Llegó a Madrid el 8 de mayo del 2011, y desde entonces tuvo que esperar hasta que llegó la llamada de sus sueños. Ella sufría un enfisema pulmonar, y necesitaba vivir aferrada a su oxígeno. Antes de que le diagnosticaran la enfermedad estuvo ingresada 15 días en la Unidad de Cuidados Intensivos del Negrín. La operación de trasplante de pulmón se convirtió en su prioridad. En su única salida.

Entonces contaba que cuando era pequeña los Reyes Magos nunca le dejaron regalos, pero que aquel año estaba casi segura que le dejarían lo que ella más quería "unos pulmones". Y acertó.

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