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Entrevista

"Quiero vincular mi trabajo de escritor con mi hija que tiene síndrome de Down"

"Si tuviera que concederme una licencia literaria para que una novela sea más interesante, perdería su valor", destaca Marcos Chicot, finalista del Premio Planeta

"Quiero vincular mi trabajo de escritor con mi hija que tiene síndrome de Down"

¿Por qué ha decidido ambientar una novela de intriga en la Grecia clásica como sucede con El asesinato de Sócrates?

Yo, como escritor, quiero entretener e interesar, que mis novelas sean amenas, pero, a su vez, sorprendan. A mí esa época me parece muy interesante, porque es de donde surgimos. En concreto, esas décadas de la época clásica es la explosión de la pintura, escultura, arquitectura o música. Aparece la medicina con Hipócrates, aparece la historia con Tucídides, aparecen los gobernantes que han marcado la historia como Pericles. Y aparece el hito de la filosofía de Sócrates, que es la frontera de la historia del pensamiento y, por tanto, de la humanidad. Y todo eso junto en un mismo tiempo y en un espacio reducido que es la ciudad de Atenas había que mostrarlo. Y entonces, como marco, pensé que lo más interesante era eso. Luego al lector le gusta la intriga, la emoción, la pasión, los elementos de thriller.

Eso fue algo que ya realizó con su anterior novela El asesinato de Pitágoras.

Sí, y funcionó muy bien. Como la novela era redonda en todos los sentidos, quise hacer otra pero con Sócrates, ya que hay mucha más documentación de la Grecia clásica, que con Pitágoras que era una colonia y del siglo anterior fuera de la magna Grecia. Y quise coger a la Atenas clásica, en su máximo esplendor y mostrarlo todo. No quiero un decorado para los hechos de la novela. Quiero que ese mundo sea uno de los protagonistas y que el lector, sin darse cuenta, sin esfuerzo, vaya pasando las páginas porque esté enganchado a las tramas de los personajes. Y cuando acabe la novela tenga el cuadro completo en su mente de toda la Grecia clásica y de Sócrates, con los principales hechos de su vida y de su pensamiento. Pero que no sea un rollo, porque la novela tiene que tener su intriga, su ritmo constante, tiene que ser capítulos cortos, saltar de una trama a otra, tener tramas en Atenas y en Esparta con dos mujeres en situaciones muy similares. El lector se va a enganchar a esos personajes con unas interacciones, y al final has vivido con estos personajes tras ver cómo eran de verdad los juegos olímpicos, las esculturas. Y viajas a la acrópolis, donde está el propio Fidias, el arquitecto del Partenón, contándote los detalles de la construcción en una conversación como un poco casual.

¿Y son todos hechos reales?

Absolutamente. Yo siempre digo que si me concedo una sola licencia literaria para que las cosa fuera más interesante, o para hacer algún tema difícil de cerrar, sin ir a las fuentes históricos, para mí el libro se desmoronaría, perdería todo su valor. Dan Brown escribe libros entretenidos, con partes de verdad y otras no, pero yo no, yo tengo las dos premisas y no puedo renunciar a ninguna. El libro tiene que entretener, pero tiene que ser absolutamente verídico.

¿Y cuál cree que es la sensación que debería tener el lector al terminar esta novela?

El lector, cuando acaba, tiene que tener en sus cabeza cosas tan reales, y esto me da miedo decirlo, como si se hubiera leído un tratado de historia totalmente fidedigno de todos esos hecho. De hecho, al final, para que quede claro, pongo una carta a mis lectores en donde le explico cómo he construido la novela y los hechos y personajes que ha visto. Le digo cuáles son reales y si hay uno de ficción se lo aclaro. Y le indico que esto que te ha parecido increíble está en todos los historiadores como Plutarco, Tufide, que recogen estos hechos. Realmente los escritores escriben libros que les encantará leer.

¿Cómo fue el proceso de reconstrucción histórica hasta llegar al resultado final?

Tuve que hacer una poda porque mi primera versión era de 3000 páginas. Luego recorté el noventa por ciento de lo que había recortado y se convirtió en una novela con mucho más ritmo y más manejable, donde dejo los elementos más esenciales para que tu veas todo ese marco, porque si no yo habría escrito hasta la última gárgola de lo que había en el Partenón. Y además estudiando el Partenón quería mostrar cosas que además se ven como as cariátides de la acrópolis con esas mujeres de mármol. Sabemos cómo las construyeron, cómo las pintaron, y todo eso lo quise mostrar. Si un personaje de repente habla con el que está pintando y le pregunta el por qué, eso es lo que el lector está viviendo como vida real, dar sensación de actualidad a cosas que han pasado hace ya mucho tiempo.

¿Está en la línea de obras como El nombre de la rosa que gusta a los lectores y a los críticos?

Es diferente. Mi objetivo es enseñar de una forma completa y muy rigurosa. Pero no estoy pensando en los críticos, estoy pensando en los lectores, yo escribo novelas de entretenimiento y quiero que entretengan. Además quiero que enseñen. En El asesinato de Pitágoras, además de entretener, a mí me ha sorprendido que me empezaran a escribir catedráticos de historia, filosofía y matemáticas, diciéndome 'oye, qué novela has hecho, qué manera de contar estas cosas y qué bien contadas están. Para mí, como lector, me ha enganchado' Y me dicen: '¿te importa que lo incluya entre los libros de lectura de mis estudiantes?' Pitágoras estuvo en Crotona, que es una colonia en la isla de Samos. Pues de allí me llamaron para premiarme. Y le dieron el premio Cultura Mediterráneo a la mejor novela publicada en Italia. Los especialistas la están valorando muchísimo, pero fueron tres años de sol a sol, con mucho sufrimiento.

¿Cómo comenzó su afición por este tipo de novelas?

De muy joven sacaba de la biblioteca una novelas adaptadas al público juvenil que me entretenía mucho aunque presentaba unos personajes que estaban muy edulcorados para los adolescentes. Y luego llegaron biografías de Alexander Fleming o Marie Curie. Al final, un 30 % del resultado era sobre lo bien que había aprendido.

Y es la mejor manera de inculcar la materia a los estudiantes.

Ojalá en el plan de estudios de los estudiantes, desde los diez años, incluyeran fueran novelas como la que yo acabo de escribir porque los alumnos se engancharían y lo aprenderían mejor porque todo está ligado a las situaciones intensas de los personajes.

Usted destina un 10% de los beneficios de sus libros a la ayuda a personas con discapacidad.

Yo quiero vincular mi trabajo como escritor con el tema de mi hija que tiene Síndrome de Down. Lo hago por ella y por las personas con discapacidad. He colaborado mucho con ellos, y creo que una de los mayores obstáculos que tienen estas personas es el desconocimiento, los prejuicios que cuando estás dentro ves que es diferente. Pero la mayoría de la sociedad está fuera y no lo ve. Esos prejuicios le hacen a ellos más difícil la integración, por lo que se hace necesario una sociedad mejor informada. Y pensando mi hija, como padre y psicólogo clínico, me gustaría recomendar un pequeño artículo que se llama Ocho cosas que deberían saber sobre el Síndrome de Down que está en la cabeza de mi página web y que sorprende a la gente, porque comprobará que todo es totalmente positivo.

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