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Los superhéroes pasan la adolescencia

Warner y Disney estudian elevar el contenido sexual y la violencia de sus adaptaciones de cómics para llegar a un público plenamente adulto

Los superhéroes se resisten a abandonar las pantallas. Los justicieros enmascarados, con poderes especiales y sin ellos, son una auténtica mina para los grandes estudios de Hollywood, una supergallina de los huevos de oro. Como todos los géneros, también éste acabará sucumbiendo, aunque de momento no se aprecian síntomas de agotamiento y casi cada nueva película de superhéroes revienta invariablemente las taquillas. Los patinazos son escasos, y menos desde que Marvel lanzase su Universo Cinematográfico (MCU, en sus siglas en inglés) con el estreno en 2008 de Iron Man.

Absorbida por Disney, la llamada Casa de las ideas logró implantar en el ámbito cinematográfico su estrategia de desarrollo y distribución de los cómics. Esto es: cada superhéroe tiene su propia serie, su propia franquicia, aunque sus destinos se unirían periódicamente en grandes eventos, los crossover, que funcionarían como bisagra de las distintas etapas de producción.

Marvel y Disney lanzaron así un modelo de múltiples franquicias conectadas, que colisionan cada cierto tiempo en un gran acontecimiento cinematográfico: las películas de Los Vengadores. La primera entrega de las aventuras del supergrupo, que cerró en 2012 la Fase 1 del MCU Marvel, recaudó más de 1.400 millones de euros en todo el mundo, apuntalando el modelo.

Viendo el éxito de su némesis, DC y Warner comenzaron a esbozar, a partir de 2013, su propio modelo multifranquicia: el Universo Extendido DC (DCEU, en sus siglas en inglés). El hombre de acero, el retorno de Superman a la gran pantalla, estaba destinado a ser la primera piedra del DCEU, aunque la auténtica prueba de fuego llegó el año pasado con Batman v Superman: El amanecer de la justicia, que se estrenaba unas pocas semanas antes del Capitán América: Civil War de Marvel.

El resultado fue relativamente decepcionante para DC. Con un presupuesto estimado en 230 millones de euros, la película recaudó en torno a 820 millones en todo el mundo y fue claramente batida por el filme de Marvel, que superó holgadamente la cifra mágica de los 1.000 millones de euros. Además, Batman v Superman recibió duras críticas por parte de los fans y de la prensa especializada.

La situación apenas mejoró con la siguiente película del DCEU: Escuadrón suicida. Una reunión de supervillanos que, pese a recaudar 700 millones de euros, tampoco acabó de encandilar a los fans.

A tenor de las críticas, el gran problema de DC y Warner radica en el tono de sus películas, más oscuro que el de Marvel, pero sin llegar al punto de madurez que Christopher Nolan supo otorgar a su aclamada trilogía sobre Batman, El caballero oscuro. Gran parte de la culpa se debe a controvertidas decisiones de la productora, que ha intervenido sobre ambas películas, procediendo a sucesivos remontajes, para aliviar su carga de violencia y asegurar una clasificación PG-13 para el mercado norteamericano, lo que garantiza el acceso a la sala al público adolescente.

El escenario puede cambiar, paradójicamente, gracias a una serie de personajes Marvel ajenos al MCU: los mutantes. Fox, la poseedora de los derechos sobre los X-Men y los personajes asociados, ha producido en los últimos dos años sendas películas con clasificación R-rated (que obliga a los menores de 17 años a ir acompañados de un adulto), por sus elevadas dosis de sexo y violencia. La primera, Deadpool, recaudó 730 millones, pese a costar 55, una tercera parte que Escuadrón suicida. En cuanto a la segunda, lleva 550 cuando costó apenas 90 y aún no ha finalizado su explotación.

Ante estos dos éxitos, DC y, en menor medida, Marvel se plantean producir películas de superhéroes específicas para un público adulto. Una medida sobre la que hay cierta controversia en el seno de Warner, donde se debate la conveniencia de aligerar el tono de sus películas para acercarse al del MCU y llegar a un público más amplio. Una postura que obvia un síntoma muy claro: la versión extendida de Batman y Superman, clasificada como R-rated, sí obtuvo el respaldo de la crítica y de unos fans que suspiran por filmes más profundos.

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