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canarias en el objetivo

Entre la naturaleza y el exotismo

El recorrido por Fuerteventura y Lanzarote requiere una sensibilidad que engrandece de cuerpo y alma con sus atractivos artísticos y naturales

La isla de Fuerteventura es una experiencia religiosa, que diría la canción. Ir por sus municipios y admirar su singular belleza salvaje solo puede hacerse cuando la sensibilidad está en nuestro corazón. Fuerteventura es mucho más que las playas de Jandía en el sur o de Corralejo y Cofete en el norte. Por desgracia, no se conoce como debiera.

Hay dos Fuerteventura, la de la carretera asfaltada y la de carretera de tierra. Si de verdad se desea tener una visión completa de la isla majorera, debe hacer ambas. Se puede comenzar por la de tierra, en la península de Jandía. Llegar hasta el Faro de Jandía, desviarse hacia el oeste y contemplar la costa donde está la Playa de los Ojos, es darle vitaminas a la vista y los sentidos.

Al regreso, se debe hacer una breve parada en la Playa de Juan Gómez, subir hacia el plató natural de Cofete e imaginarse a Moisés huyendo del Faraón por esa inmensa superficie de arena amarilla.

La costa oeste de Fuerteventura es increíble y la gran desconocida, porque meter el coche por carretera de tierra no todos lo hacen. Me cuentan lugareños que además bucean, que es la zona de grandes cuevas submarinas de la isla, incluida una base de submarinos alemanas de la segunda guerra mundial. De ahí que las grandes cuevas que se pueden ver están en Ajuy o en la playa de Los Molinos, llamada también de los patos, esa que aparece y desaparece durante el año por las mareas y que ahora que han puesto una enorme foto a la entrada muchos majoreros se han dado cuenta de que cuando tiene arena y la marea esta baja se pueden contemplar unas cuevas bellísimas.

Pues bajando por el noroeste desde El Cotillo hay una sucesión de playas paradisíacas que engrandecen la belleza de Fuerteventura, comenzando por la playa del Aljibe de la Cueva, la playa del Águila o la playa de Esquinzo, hasta tropezarnos con la montaña de Tindaya, imperial ella y su polémica.

Seguimos bajando por el oeste y ante nuestros ojos se abren más playas espectaculares y preciosas como la playa de La Mujer o la playa del Jarugo, un auténtico regalo para la vista. Para los amantes del surf que no estén en la costa este, la Playa del Viejo Rey en la pared es un paraíso para ellos.

Ir a Fuerteventura y no disfrutar de la belleza de Betancuria, la antigua capital de la isla, no tiene perdón, pero antes en el camino, hay que contemplar la majestuosidad del paisaje majorero subiendo al mirador de Morro Velosa y dejar volar la imaginación.

Fuerteventura tiene otras rutas no turísticas pero de singular belleza. Una es visitar las innumerables ermitas de la isla, cada cual más bonita, aunque me predilecta es la de Tefía, tiene un encanto especial para mí, pero hay muchas y preciosas como Tiscamanita, Agua de Bueyes, Casillas de Morales, Triquivijate, la Ampuyenta, Los Llanos de la Concepción y por supuesto, la de la Virgen de la Peña la Patrona de los majoreros.

Otra ruta son las playas de piedra y arena, según las mareas, que las hay, pero que te hacen cambiar y mejorar la visión de la isla. Estar sentado en Pozo Negro y dejar que la brisa marina te envuelva son sensaciones que hay que experimentar.

El atardecer más espectacular de mi vida lo viví un día en Caleta de Fuste cuando todo el cielo se volvió anaranjado. Fue un espectáculo visual increíble, aunque eso sí, no lo he visto igual nunca más.

Por supuesto que hay que ver los lugares turísticos tradicionales y disfrutar de los kilómetros de arena fina desde Morro Jable a Costa Calma. Los pueblos majoreros tienen un sabor diferente y hay que al menos verlos. Ya comentado Betancuria, hay que recrearnos en las bellezas de La Oliva, Antigua, Tuineje y Tetir. Todos con bellas iglesias y centros del casco urbano muy cuidados. Todo ello sin olvidarnos de las Dunas de Corralejo y su costa.

La visita obligada, por lo diferente, del Faro de la Entallada o recrearnos en el Paseo Marítimo de Puerto del Rosario con los Hornos y la Playa de los Pozos son también buenas opciones.

Una isla de singular belleza

Recorrer Lanzarote significa salirse de la normalidad. De entrada ya uno sabe que se va a encontrar con unos paisajes que salen en todos los folletos y que la isla promociona constantemente, por su singular belleza y su excepcionalidad.

Si miramos lo que se ve turísticamente de Lanzarote, al norte está el Mirador del Rio, Cueva de los Verdes, y Jameos del Agua. Bajando nos encontramos el valle de Haría, La Geria, el Parque Nacional de Timanfaya y, pegadito, el Golfo y los Hervideros. Un paseo por los castillos de San Gabriel y de San José en Arrecife y Lanzarote vista. Craso error. Al margen de las costas turísticas de Costa Teguise y Puerto del Carmen, la isla ofrece más al visitante si es capaz de buscar. Desde luego que hay que recorrer estos lugares, pero Lanzarote es algo más.

Comenzando por el noroeste, pasear por Guatiza y su especial belleza nos eleva el sentido para otras tareas como contemplar los pueblos marineros de Arrieta, Punta Mujeres y Órzola. Visitar el centro urbano de Teguise y perderse por sus calles es obligado en Lanzarote, así como ir a los riscos y Playa de Famara, eso sí, protegiéndose del viento de la zona.

Un lugar con unas vistas preciosas del Archipiélago Chiníjo es Tinajo, donde está la patrona de la isla, la Virgen de los Volcanes. En las afueras, hacia La Santa, hay un pequeño montículo que nos permite admirar, a los que se suban, Los Islotes y Famara de una manera especial ya que dan imágenes que se quedan en la retina.

El sur también existe y Yaiza es un ejemplo. Su casco urbano es una delicia recorrerlo y subir a Uga para contemplar de ahí la costa y Timanfaya; poca gente lo hace. En la costa, ademas de Playa Blanca y la Playa del Dorado, hay que visitar las cinco playas de la costa de Papagayo. Eso sí, es carretera de tierra y hay que pagar, pero vale la pena, se los aseguro. También debemos pasar por Playa Quemada , un paisaje diferente y que nos habla de los contrastes de Lanzarote.

Ir por Lanzarote es visualizar volcanes a lo largo de las carreteras constantemente, algunos muy atractivos para la vista por sus especiales características. Otra visita obligada es el centro urbano de San Bartolomé, que tampoco es turístico, pero tiene un sabor diferente el conjunto de la iglesia, el teatro y el Ayuntamiento con la fuente en medio.

No me quiero olvidar de algo: recorran Arrecife a primera hora de la mañana, por el Paseo Marítimo desde el Muelle de los Mármoles hasta el Cabildo con el Charco de San Ginés, la iglesia, el puente de Las Bolas, el Castillo de San Gabriel y la Playa del Reducto. La casa de César Manrique, a pocos kilómetros, es visita para todos los amantes del arte y de Lanzarote, así como el monumento al Campesino. ¿A que Lanzarote ahora es algo más?

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