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historia solidaria

Kenia y su maravilloso caos

Tres españolas dan soporte al proyecto de Omar Islam Alí en la isla de Lamu para garantizar el sustento alimenticio y formativo a 35 niños en una comunidad con altos niveles de pobreza y contaminación

Fiesta de fin de curso en el comedor de Twashukuru School.

Si existe un lugar que conecta con el pasado y el presente de la costa swajili, en Kenia, ése es, sin duda, Lamu. Un lugar donde el mundo se detiene, donde no hay coches, sólo burros y barcos, y donde está la escuela Twashukuru Nursery School. Algo así como el hijo de la ONGg One Day Yes -nacida en 2015-, que sienta sus pilares en la experiencia personal de uno de los lamunios, Omar Islam Alí, emigrante en EE UU.

Cuando regresó a Kenia después de 20 años -tantos como los que lleva sin cortar sus peculiares rastas- se dio cuenta de dos realidades: los niveles de pobreza en los que vivía su gente y el problema ambiental que acarreó la llegada del turismo a la isla. El grado de suciedad y contaminación -que todavía hoy persisten- era importante, así que comenzó a trabajar en el reciclaje con un grupo de mujeres que recuperaban los plásticos para realizar artesanías. Fue ahí donde encadenó un nuevo problema y, con él, otra solución y un problema más. ¿Dónde dejar a los niños mientras las madres trabajaban? Omar decidió levantar una escuelita con botellas de vidrio recogidas en la playa para que los pequeños pudieran estudiar. Ahí arranca One Day Yes, organización fundada por el propio Omar y que cuenta con el impulso de tres amigas españolas -Ana Mansergas, Begoña Manchancoses y Lourdes Méndez- que un día sintieron la llamada de África, se enamoraron de Lamu y hoy emplean el escaso tiempo libre de sus empleos en el sector de la comunicación y el turismo para realizar campañas de captación de fondos para garantizar así el funcionamiento de Twashukuru School.

A Lamu, la Katmandú de África o la Perla del Índico, como han dado muchos en denominar a este bello archipiélago a escasos 80 kilómetros de la costa de Somalia, sólo se puede llegar por vía marítima. Quienes hemos formado parte del grupo de 13 voluntarios españoles que viajamos este verano de la mano de la Asociación para la Integración y Progreso de las Culturas Indígenas (Aipc Pandora) a colaborar con el proyecto de One Day Yes hemos podido experimentar la emoción de recorrer por primera vez aquellas tierras lejanas y el enriquecimiento espiritual que acompaña a las vivencias en el África colorida que ríe y llora a la vez, que es amarga y alegre. Lamu es para un extranjero (muzungu, en lenguaje swajili) un sueño de aventura (solidaria) con aprendizajes inmensos. Cuando uno entra en contacto con sus gentes descubre la generosidad del que da con los brazos abiertos sin esperar nada a cambio. Convivir en su maravilloso caos infunde sentimientos de respeto y fascinación a partes iguales. Más que sentirnos útiles nos han hecho sentir uno de los suyos.

Twashukuru significa agradecidos y eso es lo que trasmiten los 35 niños de la escuela. Gracias a One Day Yes sonríen a la vida y pueden tener garantizado el sustento alimenticio y formativo todo el año, más allá de la duración de un curso académico. La ONG emplea a 13 lamunios y ya piensa en nuevos proyectos: construir un makuti donde los niños puedan descansar y ampliar la jornada lectiva hasta las 16 horas, con clases de deporte, inglés y Montessori para que los niños puedan quedarse a merendar. "Porque un día... los sueños se cumplen", es su eslogan. Hasta ahora, Omar, Ana, Begoña y Lourdes lo han logrado. Pero depende del apoyo de muchas más personas que se mantenga en el tiempo. "Necesitamos ayuda para mejorar la calidad de vida de estos niños y la sostenibilidad del proyecto", concluyen.

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