La Provincia - Diario de Las Palmas

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colección de cráneos, momias y criminales

Bienvenidos al museo del horror

Una colección variopinta de esqueletos, máquinas de la muerte y objetos usados en los crímenes más escabrosos se guardan como piezas únicas en el Museo del profesor Reverte Coma de Madrid

Las caras en blanco y negro de una lista amplia de asesinos psicópatas ilustra el poster de grandes dimensiones que decora uno de los pasillos que lleva hasta el Museo Reverte Coma, en la Facultad de Medicina de Madrid. Antes de entrar en este pabellón, todo hace presagiar una visita prometedora. Sorprende que muchos alumnos desconozcan la existencia de estas salas. Tal vez por encontrarse medio escondidas o simplemente porque llegar hasta allí requiere de un enorme interés por lo peor del ser humano.

Un esqueleto que cuelga del centro de la estancia principal da la bienvenida al museo, en el que puede verse la colección más escalofriante que se pueda imaginar: desde fetos momificados, pistolas, restos humanos, cabezas de mono, pinchos elaborados por internos en alguna cárcel, y un auténtico garrote vil, una de las máquinas que se utilizaron en España para acabar con los condenados a muerte, el último de los reos en sufrir este artilugio fue José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo. El que fuera sobrino del entonces presidente del Tribunal Supremo, Francisco Ruiz Jarabo, había matado a sangre fría a cuatro personas.

La ejecución de Jarabo fue una auténtica carnicería. Tras dos vueltas al tornillo del garrote, que aprieta el cuello del condenado, Jarabo seguía vivo y el médico tardó veinte minutos en certificar su defunción. Las crónicas de aquellos años, finales de los cincuenta, señalan que fue tal la impresión que dejó aquella espantosa escena en los presentes que se organizó una comisión de médicos para realizar un estudio sobre el uso del garrote. Jarabo sería el último de los condenados a muerte en el régimen de Franco en morir con este artilugio aterrador. Y una de estas máquinas, junto a otras que se utilizaron durante la Inquisición como el aplastacabezas, un instrumento de tortura destinado a reventar los huesos del cráneo, aparecen bien custodiados detrás de sencillas vitrinas en este museo de los horrores de la planta tercera de la facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Y el gran creador, el impulsor de esta extraordinaria colección fue un eminente forense, apasionado de la Antropología y de la Criminalística, que hasta el 2004 estuvo al frente de esta institución.

El profesor Reverte Coma siempre fue uno de esos insignes hombres de ciencia, llenos de una vitalidad y unas ganas infinitas de conocer todos los entresijos de la conducta humana. Una mezcla perfecta entre Sherlock Holmes y su inseparable doctor Watson. Durante sus largas estancias en Latinoamérica no dudó en recopilar todos aquellos objetos que llamaban su interés, desde cráneos de animales, figuras vinculadas a la magia negra, animales extraños y peligrosos, como una de las especie de serpientes más mortales del mundo que puede contemplarse en su museo.

Momias guanches

Momias andinas, procedentes de Bolivia y Chile, varias de ellas también ocupan una de las salas. Un espacio que compartieron con tres momias guanches que se trajeron de Canarias en el siglo XIX.

Si algo ha caracterizado al profesor Reverte Coma es la gran variedad de aspectos de la realidad, y del ser humano que han provocado su interés hasta el fin de sus días. La historia de este Museo Universitario se inicia con la creación en el año 1980 del Laboratorio de Antropología Forense de la Facultad de Medicina de la Complutense. El laboratorio se nutrió de diversas piezas en depósito procedentes de casos judiciales resueltos gracias a la ayuda de la Escuela de Medicina Legal, material remitido por arqueólogos procedente de diferentes osarios de diversas poblaciones de la península, colecciones particulares que incluían diferentes donaciones de restos óseos.

Todo el este material poseía un enorme valor tanto histórico como didáctico, y el doctor José Manuel Reverte Coma comienza con sus planes de crear un Museo donde albergar todos estos objetos y mostrarlos a los estudiantes de Medicina y a todos aquellos interesados en diferentes disciplinas desde la Medicina Legal, la Antropología, o la Criminalística.

Reverte empezó ocupando su despacho y una sala adjunta y consiguió las primeras vitrinas gracias a pequeños presupuestos que le concedió el entonces Rector de la Universidad Complutense, Gustavo Villapalos. La colección crece sensiblemente, y se hace necesario realizar una ampliación de las instalaciones. Así lo que empezó como el sueño de un doctor, apasionado de la ciencia forense, terminó por convertirse en un prestigioso museo, distribuido en cinco salas.

Desde que logra al fin instalarse en la facultad de Medicina, Reverte Coma, como eminente forense, no sólo mantiene una voracidad extrema por ampliar su magnífica colección, también participó de manera activa en la solución de sucesos especialmente llamativos. Sobre todo en aquellos asesinatos protagonizados por psicópatas que traían de cabeza a la policía durante mucho tiempo.

El actual director del Museo, el profesor José Antonio Sánchez recuerda por ejemplo el caso de un ex legionario, Santiago San José Pardo, de 31 años, que primero mató con un cuchillo y después emparedó en el sótano de su bar a dos prostitutas. El caso tuvo una gran repercusión mediática y siempre se conoció como los asesinatos del Lobo Feroz, así se llamaba el mesón en el que aparecieron los cuerpos de aquellas dos mujeres.

Los restos estaban en tan mal estado que el juez decidió que fueran enviados a una eminencia de la antropología forense: el doctor José Manuel Reverte Coma. El profesor certificó que las dos mujeres habían muerto atravesadas por el filo de un cuchillo jamonero de 25 centímetros. Y, además, trazó un perfil psicológico del asesino: tenía que ser un hombre con complejo de Edipo, alcohólico, sádico, impotente sexual y con algún tipo de adiestramiento militar. También como señala José Antonio Sánchez, junto a los cadáveres encontraron restos de bolsas, "el profesor Reverte se ocupó de recomponer los pedazos hasta que descubrió que se trataba de unas bolsas de un supermercado, que además el conocía perfectamente porque estaba cerca de su casa, entre estas pistas y otras se logró dar con la identidad del Lobo feroz".

El 'caso Bretón'

Una vez que el doctor José Antonio Sánchez retoma la dirección de este Museo universitario, después de la renuncia y finalmente el fallecimiento de Reverte, el ritmo de trabajo no ha cesado ni tampoco la colaboración con destacados forenses como ocurrió con el caso de José Bretón.

Fue precisamente un eminente colega el antropólogo forense Francisco Etxeberría, encargado de una segunda revisión del caso José Bretón, el que reclama la colaboración del equipo de Sánchez. El informe del forense local había señalado que en la hoguera que se encontró en la finca de este hombre, el padre de los dos menores Ruth y José, los únicos huesos que se hallaron eran de animales. El profesor Etxeberría envía restos de aquella hoguera al Laboratorio de Antropología Forense en la Escuela de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, de la que forma parte el Museo Reverte. Para el doctor Sánchez ellos no tuvieron dudas, entre aquellas cenizas se encontraban restos de hueso de niños. Y fue gracias al trabajo de estos forenses con los que se logró condenar a Bretón por el asesinato de sus hijos.

Además, de guardar en sus vitrinas una gran parte de la colección personal del doctor Reverte Coma, amplia y diversa, y en la que cabe encontrar casi de todo, los expertos que siguen al frente de esta institución mantienen viva la senda de Coma. No sólo muestran las `joyas` de este santuario del horror y del conocimiento sino que siguen participando y desvelando los misterios que llevan a descubrir a los peores asesinos.

Desde que se aprobó la creación de este particular museo en la tercera planta de la Facultad de Medicina se han incorporado nuevas piezas, en la actualidad se dispone de 800 cráneos, multitud de armas de fuego utilizados en crímenes o robos, caretas elaboradas con miga de pan y que se emplearon por los presos de la cárcel de Carabanchel en una de sus huidas.

Y aunque lo que se ve puede provocar auténticos escalofríos, la realidad es que existe un número considerable de objetos y cuerpos, como los cadáveres momificados de las dos prostitutas, que aparecieron emparedados en el mesón Lobo Feroz, y que permanecen en el almacén de este Museo junto a otras piezas de gran valor histórico.

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