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Entrevista. Teresa Catalán

"Si preguntas por Ígor Stravinski contestarán que en qué equipo juega"

"España necesita ahora más música que nunca. Salva a los que la hacemos y a los que la escuchan. No tengo duda", destaca catedrática, premio nacional de Composición Musical

John Bingham y Verónica Duncan, a la puerta de su domicilio.

El Ministerio de Educación, Cultura y Deportes le acaba de conceder el Premio Nacional de Composición Musical pero Teresa Catalán (Pamplona, 12 de abril de 1951) huye de la autocomplacencia, incluso pese a ser la tercera mujer que lo logra en la historia. Ella antepone su lucha por frenar la pérdida de peso de la música en la educación española. "Las enseñanzas musicales superiores están abandonadas a su suerte en este país y las básicas están siendo eliminadas de los planes de estudio", denuncia Catalán, catedrática de Composición e Instrumentación en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Fue condecorada en 2011 con la Encomienda de la Orden al Mérito Civil y en la actualidad es integrante del Consejo de Cultura del Gobierno de Navarra. La mayor parte de sus numerosas composiciones son instrumentales, tanto obras para piano como obras de cámara, teniendo también obras orquestales y corales.

¿Qué está ocurriendo con la música que está cada vez más marginada en el sistema educativo español?

Es un tema muy serio porque con la enseñanza lo que nos estamos jugando es el futuro. Es constatable que los últimos planes de estudio nos han llevado a una disminución de la presencia de la música y en general de todas las materias que no sean técnicas o científicas. Hay un cambio de paradigma que está afectando especialmente a materias como la música o la filosofía. La música ha quedado huérfana en el sistema educativo y nos ha dejado huérfanos a todos.

¿Esta situación está provocando que las nuevas generaciones desconozcan completamente la música y su historia?

Es una de las consecuencias. Si preguntas por Ígor Stravinski le contestarán que en qué equipo juega. Por Stravinsky o por cualquier otro nombre.

¿Por qué se está marginando algo tan importante para cualquier sociedad como la música?

Se está utilizando un criterio cuantitativo y no cualitativo a la hora de valorar la música. Se da una relevancia extraordinaria a los espectáculos que acogen 30.000 o 40.000 espectadores y muy poca a espectáculos que no son masivos. De esta manera, se aplica una tabla rasa que se lleva por delante lo que no resulte masivo, rentable o no esté en los cánones de una sociedad que solamente pretende alcanzar una condición lúdica. Se busca lo lúdico y se elude aquello que implica reflexión, profundidad del conocimiento... Lo curioso es que la música, más allá de lo estrictamente lúdico, genera autoestima y disfrute -tanto si se compone y se interpreta como si simplemente se escucha- y crea economía. El fondo del problema siempre es la educación. Además, no hace falta ser docente como yo para estar preocupado por este asunto. No nos responsabilizamos con todo lo que significa nuestra cultura y lo que tenemos que proyectar para el futuro. Me parece gravísimo y alarmante, una pérdida que va a cambiar nuestra civilización y de nuestra cultura.

Aquí en Canarias se celebra un evento anual muy importante, el Festival de Música de Canarias, que ha protagonizado un debate en los últimos años sobre si apostar por las orquestas de primer nivel -que atraerán a un público minoritario- o crear nuevos públicos y abrir la música clásica a toda la población. No le pido que hable del caso concreto del Festival de Música de Canarias sino de este debate, que puede estarse dando en otros lugares del mundo.

El problema es tan grave que la implicación de la sociedad en un debate de esta naturaleza no es general. Es que ese es el problema: el desinterés. Por ejemplo, nosotros, que tenemos el conservatorio junto al Museo Reina Sofía, observamos todas las tardes verdaderas colas de personas que van a ver arte contemporáneo. ¿Por qué no pasa esto con la música en general? Ese público del Reina Sofía y otros públicos no están yendo a los auditorios. Probablemente nosotros, los que formamos parte del mundo de la música, tenemos parte de responsabilidad. A lo mejor no hemos sabido adaptarnos a las nuevas exigencias de la sociedad. No hay apenas debate, la sociedad por tanto no reclama nada y se ha llegado a una situación en la que todo es cíclico. Por lo menos en Canarias está este debate, lo cual me parece muy positivo.

Volvemos a lo mismo: es un problema de educación.

Claro que lo es. Es la base para conseguir una sociedad implicada. Si se forma y se educa en música, habrá un público que pide, que sabe disfrutar y que consume todo tipo de música. Lamentablemente, los planes educativos tienen unos planteamientos cada vez más deficitarios desde el punto de vista del desarrollo cultural.

Sin embargo, atravesamos un momento en el que España parece necesitar más música que nunca.

España necesita ahora más música que nunca. La música salva a los que la hacemos y a los que la escuchan. No tengo la menor duda.

Es la tercera mujer compositora que gana este premio.

Sí. Además, le recuerdo que la primera mujer, Elena Mendoza, fue alumna mía. Y lo consiguió antes que yo, lo cual me llena de orgullo. Esto demuestra que cuando una es docente, lo que más hace es aprender, porque quienes más le enseñan son sus propios alumnos.

¿Esto es porque hay pocas mujeres compositoras y porque hay machismo en la música?

Vamos a ir a los datos objetivos sin entrar en calificativos. Y vamos a la programación de música escrita por mujeres compositoras del siglo XX, por ejemplo. Pues el resultado es injusto. Es muy difícil encontrar en la programación normalizada conciertos con música de mujeres compositoras. No es solo un problema de machismo, es posiblemente también un problema cultural. No se ha normalizado sencillamente la participación de las mujeres compositoras. Este es un problema bastante general en el mundo aunque en España se agudiza. Hay una cuestión que hay que tener en cuenta: ¿cuántas compositoras firmaban sus obras con el nombre de su marido, un hermano o un primo? Muchas porque no estaba reconocido, ni autorizado, ni permitido socialmente que una mujer firmara la composición musical que había creado. Claro que ocurrió... y mucho. Hemos ido poco a poco ganando espacio, con mucho esfuerzo y con sacrificio. Yo fui por ejemplo la primera mujer compositora en ser catedrática de la especialidad por oposición. Pero sigue sin haber una normalización plena. De todas maneras, estamos en un momento en el que no se hace caso a nadie en la música.

¿Va a seguir reivindicando esa normalización?

Simplemente quiero demostrar que las mujeres estamos ahí y somos capaces. Pero creo que hay que defenderlo con hechos, con la visualización de la importancia que las mujeres tenemos en la música y, en general, en todas las facetas.

Usted ha hecho sus composiciones en euskera.

Claro, soy navarra y en una parte de mi comunidad se usa ese idioma, un idioma que adoro. No solo me parece una joya cultural, sino fonéticamente me parece extraordinaria.

¿Cómo está la cantera de la música en España?

Está en una situación fantástica y eso transmite mucho optimismo. Es maravilloso comprobar el talento y la implicación de muchos jóvenes en España con la música.

¿Con qué medios cuentan los ciclos superiores de enseñanza de la música en España para que todo ese talento aflore?

Las enseñanzas musicales superiores están abandonadas a su suerte en este país. Estamos impartiendo títulos universitarios con una ordenación de enseñanzas medias. Nuestros alumnos, que obtienen un título equivalente a todos los efectos al grado universitario, no tienen sin embargo derecho a becas universitarias, porque no están realmente en enseñanzas universitarias. Nuestros centros no puede contar con una autonomía económica o docente porque tenemos la consideración de institutos de enseñanza secundaria. Esto contraviene el tratado de Bolonia, que curiosamente España firmó. Pero, legislatura tras legislatura, no se pone remedio a una situación, una más, que nos lleva a este abandono, sobre todo a un problema muy serio: la sociedad no considera o valora esos estudios como universitarios. Y a esos alumnos brillantes que tenemos todavía les preguntan qué estudian y cuando responden que "música", vuelven a preguntar que qué estudian... ¿Cómo que qué estudian? Música, la carrera más larga que hay en este momento en la enseñanza española. Es que estamos años y años y años para labrarnos una profesión que muchas veces no garantiza ni siquiera una salida profesional. Pero seguiremos luchando contra ello.

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