La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Sama: "No somos conscientes de que tenemos este patrimonio"

"Cuando llega un tapiz o una alfombra lo primero que hacemos es lavarlo en una piscina con un detergente especial"

Los reposteros son unos paños decorativos colgantes, que habitualmente reproducen motivos heráldicos. Un escudo constitucional, a medio hacer, se extiende sobre una mesa, revelando el proceso de composición que deriva en estas grandes piezas murales. "Básicamente, se trata de recortar telas y aplicarlas sobre un soporte, bordándolas", sintetiza Antonio Sama.

En otra mesa, dos mujeres trabajan en la restauración de una gran alfombra de cuatro metros. "Aquí hacemos una labor muy selectiva, porque no podemos competir con el mercado asiático de alfombras. Básicamente restauramos piezas antiguas y hacemos algunas con diseños tradicionales y también actuales, en ocasiones realizados por pintores", afirma Antonio Sama.

Pero no todas las alfombras se restauran en este taller. Las piezas más selectas, las que tienen un alto valor histórico, se dirigen a otro espacio: el taller de restauración de textiles históricos. Incluso su ubicación es diferente a la de los otros talleres: está en un ala diferente del edificio, al que se accede atravesando el patio interior.

A diferencia de los otros talleres, en los que hay un respeto reverencial por las técnicas tradicionales, en el taller de restauración se enhebran los usos históricos con los últimos avances de la técnica. "Cuando nos llega un tapiz o una alfombra, lo primero que hacemos es lavarlo. Para ello tenemos unas grandes piscinas en las que se sumergen, en un baño con espuma, con un detergente especial, para limpiarlos a fondo", explica Antonio Sama.

Ésa es una parte primordial del trabajo de restauración, pero es sólo el principio. Acto seguido, los restauradores tendrán que analizar la pieza y ver cuál debe ser la naturaleza de la intervención. "Cada vez tendemos más a no reconstruir las partes perdidas. Se interviene para frenar el deterioro y consolidar la pieza, situando debajo un soporte nuevo pero sin reponer el tejido perdido. Claro que la decisión última corresponde al cliente", afirma el conservador.

El criterio del propietario del tapiz o la alfombra es capital debido a que sólo algunas piezas están protegidas. "Hay tapices de gran relevancia histórica que cuentan con una protección como Bienes de Interés Cultural. Pero no hay una protección sistemática de estas piezas, en gran medida porque no somos conscientes de que tenemos este patrimonio", reflexiona Sama.

Una vez decidida la naturaleza de la intervención, los restauradores acometen un trabajo que, al igual que en los talleres de fabricación de tapices, puede llevar varios meses. Sus herramientas principales, las más básicas y, también, las más efectivas para intervenir sobre esas piezas históricas: aguja e hilo. La tradición y la modernidad, las técnicas de toda la vida y los últimos avances de la ciencia, combinados para restaurar y garantizar la supervivencia de una parte crucial de nuestro patrimonio textil.

Sobre las mesas del taller, se tratan en la actualidad piezas procedentes de varias catedrales, aunque en años precedentes también pasaron por la Real Fábrica de Tapices piezas procedentes de todo tipo de museos e instituciones públicas y privadas. "Entre 2007 y 2009 restauramos los tapices de la Fundación Selgas-Fajalde, los que están en el palacio de La Quinta de Selgas, en El Pito (Cudillero)", revela Sama.

Con la visita al taller de restauración concluye el recorrido por las dependencias de la Real Fábrica de Tapices. Al retornar al patio central, Sama se detiene un momento en un recodo, punteado con flores de algodón. "Hemos querido hacer una especie de jardines temáticos, incorporando aquellas plantas vinculadas a la fabricación tradicional de hilos y tintes", afirma. A un golpe de sol, las plantas responden y anuncian, tímidas, sus futuros colores, que son también los del pasado. Los mismos que, trescientos años atrás, se usaban ya en la Real Fábrica de Tapices.

Compartir el artículo

stats