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Entrevista | Diego Moreno

"La censura de 'Fariña' es algo tremendo, no tiene ninguna lógica"

"Uno de los grandes problemas de la cultura y de la literatura es el ruido; un mercado como España no es capaz de asumir todo lo que se publica" afirmó el fundador y responsable de la editorial Nórdica

Diego Moreno (Madrid, 1976) es el fundador y responsable de la editorial Nórdica, especializada en libros ilustrados para adultos y en literatura nórdica, y un sello de referencia dentro del panorama de las editoriales independientes. Moreno presenta Correo literario, de Wislawa Szymborska. Un libro que reúne los textos de la escritora polaca para una sección de orientación a escritores de la revista Vida literaria.

Szymborska es muy cruda en sus consejos. ¿También lo es usted, cuando recibe un manuscrito que no le convence?

No, no. Generalmente, lo que somos es políticamente correctos. Casi todo es "gracias por enviarlo" y poco más. Pero creo que sería bueno ser así de duro con la gente, siempre y cuando no seas hiriente y tengas afán constructivo. En todo caso, es esa ironía de Szymborska, también el respeto por el oficio que se palpa en sus opiniones, lo que hace este libro interesante.

Estamos en un momento de auge de la autoedición y de herramientas como Amazon Direct Publishing. ¿Se está obviando la labor de criba de los editores?

Creo que uno de los grandes problemas del mercado, no ya del libro sino de la cultura y de la literatura en general, es el ruido. Estamos en un país en el que mucha gente escribe, que me parece fantástico, estupendo. Pero me parece más complicado querer ser publicado, porque un mercado como España no es capaz ya de asumir todas las novedades que publicamos, así que todo lo que se escribe? Amazon ha encontrado un mercado muy interesante para ellos, que es la cantidad de gente que las editoriales no pueden absorber. Porque con todo lo que recibimos ya no podemos ni hacer una lectura reposada. Cuando recibes cien o doscientos manuscritos mensuales es imposible leerlos. Amazon dice "yo te los publico, tú te buscas la vida para promocionarlos y si funciona, fantástico para todos". Eso está generando fenómenos importantes de ventas, e incluso en algunos casos llegan desde ahí a una editorial. Yo tengo amigos que escriben y a los que les he recomendado esta vía.

Cuando nace Nórdica, hace doce años, era usted muy joven, 30 años. ¿Cómo se lanza a esta aventura?

Me había lanzado más joven a otras. Nórdica es, digamos, el final. Salvo la distribución, he trabajado en todo lo relacionado con el sector editorial. Cuando me decidí a crear Nórdica era una época mala, porque habían nacido muchos pequeños sellos, pero buena porque aún no había llegado la crisis ni se había dado el boom tremendo de las pequeñas editoriales. Había muchas, pero no tantas.

¿Cuál es la clave para que funcione una editorial pequeña? ¿La especialización?

Sí. Yo creo que lo principal es que tengas alguna línea, o varias, con personalidad clara. Es decir, que hagas cosas que no hace nadie o que hace muy poca gente. Aunque luego acabes haciendo de todo, que cuando alguien piense en Nórdica piense en libros ilustrados para adultos, que fuimos los primeros, y en literatura nórdica, que es mucho más difícil de trabajar. De literatura nórdica hemos tenido algún libro que ha funcionado bien, bien, bien. Pero de los libros ilustrados, es raro el que no funciona. Todos los años tenemos al menos uno o dos libros que acaban siendo superventas.

Y eso no pasa con la literatura nórdica.

Es muy complicado que pase, aunque hay diferentes vertientes. La novela policíaca funciona muy bien, pero lo que más trabajamos nosotros, lo más literario, ya sea nórdico, italiano o japonés, es minoritario. Tuvimos la suerte de tener un premio Nobel, Tomas Tranströmer, que lo publicamos en español para todo el mundo, y eso fue un salto importante para la colección y para la editorial en cuanto a prestigio.

Las editoriales pequeñas se distinguen por cuidar las ediciones, lo que ha derivado en que haya lectores que sean además 'seguidores' de una editorial.

Incluso del editor, que es algo que no pasaba antes. Es un fenómeno un poco extraño, y no sé ni siquiera si es bueno. Tengo mis dudas. Curiosamente, aunque cuesta más un libro bien editado que uno mal, somos los pequeños editores los que acabamos apostando por esta vía, y no las grandes editoriales. Y digo que hay grandes editoriales que hacen libros fantásticos, ojo, como Acantilado, que hace libros maravillosos. Hablamos de generalidades. Pero es cierto que existe esa conexión con el lector, que se sabe hasta el nombre y apellidos del editor, que es algo que no pasaba antes, quitando a lo mejor a figuras como Jorge Herralde o Carlos Barral.

¿Dónde quedó el ebook?

Cuando llegó, parecía que iba a ser la debacle del mundo impreso. Y curiosamente, lo que la gente empezó a hacer fue que en digital pirateaba, o pagaba muy poco, y cuando quería un libro de verdad se lo compraba en papel. Y quería un libro de calidad, por eso los pequeños editores acertamos con nuestra apuesta por el libro bien editado. Luego hay otros factores, como que se compran muchos libros para regalar y eso, con el libro electrónico, no se puede hacer. Nuestro catálogo, en todo caso, está todo en libro electrónico, es la única manera de evitar el pirateo. Pero en toda España, el libro electrónico es alrededor de un 5% de las ventas, y eso va a seguir bajando.

Los editores se han enfrentado a dos polémicas recientes. La primera: las trabas para reeditar Lolita .

Como editor, lo de Lolita lo veo como un auténtico disparate. Creo que autores como Pasolini o Angélica Liddell, que están en mi catálogo, serían hoy censurados directamente. Me parece una auténtica aberración, que estemos peor que hace 50 u 80 años, creo que es una pérdida de li-bertad creadora tremenda. Y como no lo paremos va a tener unas implicaciones en el desarrollo artístico tremendamente negativas.

La segunda: Fariña .

Eso es tremendo. Algo que jurídicamente está demostrado que pasó, por ponerlo en un libro te demandan. Es algo que no tiene ninguna lógica, pero no pasa sólo en España: en Polonia, ha estado prohibido publicar a Szymborska o a Adam Zagajewski, el premio Princesa de Asturias y del que no se puede ni siquiera hablar en determinados ámbitos culturales. Está proscrito en su país. En Estados Unidos pasa lo mismo: es un fenómeno internacional en el que se trata de censurar todo lo que sean expresiones artísticas diferentes o que vayan contra el sistema. No hay más que mirar las redes sociales: cualquier cosa que suene a erótico o un desnudo, se censura. Es una locura.

En el caso de Fariña , la reacción del público, de los libreros y los distribuidores, ha sido positiva.

Ha sido muy positiva, sí. Creo que una de las cosas bonitas que han pasado con este caso ha sido cómo la gente se ha volcado a defender el derecho y la libertad de expresión, y sobre todo el intentar que no nos callen. Pero claro, la justicia tienen una manera de actuar contra la que no puedes luchar, porque al día siguiente demandan al librero, al editor, le piden 500.000 euros... obviamente es un problema tremendo.

¿Amazon se lo va a comer todo?

Esperemos que no. Yo creo que Amazon algo bueno ha hecho en términos empresariales, que no moralmente. Espero, deseo y creo que los pequeños libreros tienen mucho futuro. De hecho en EE UU, donde Amazon está más asentado, ha habido un aumento de librerías como nunca. Pero también es cierto que el cliente, el comprador de libros, tendrá que reflexionar: Si tú vives en un primer piso, tienes debajo una librería y estás comprando en Amazon por no bajar, creo que tienes un problema. Debemos ser más responsables y pensar que las librerías hacen ciudad. Una ciudad sin librerías es un auténtico desastre, culturalmente hablando. Amazon tendrá sus virtudes, pero no aporta nada a la cultura de un país, no aporta nada a una sociedad y no aporta nada a una ciudad.

¿El precio fijo es la gran arma de los libreros para sobrevivir?

Absolutamente. El día que el precio fijo de los libros desaparezca, desaparecerán las librerías y los editores, quedarán los grandes grupos que puedan hacer descuentos tremendos. Espero que se siga manteniendo, aunque hay que decir que es algo que nadie se atreve de momento a cuestionar. Y hay que apoyar el modelo de comercio pequeño. Creo que com- prar en sitios pequeños es algo revolu- cionario. No me imagino una ciudad en la que todo sean cadenas de bares, de ropa? sin librerías ni pequeños comercios, con una uniformidad que no sepas si estás en Las Palmas de Gran Canaria o en San Petersburgo.

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