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'Rockandroll' para escritores

Lucha Libro celebra en la Biblioteca Insular una nueva edición de su festival de improvisación literaria, una fórmula que conquista al público como a los autores

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Campeonato de lucha libro

Lila O. Whimsical vs. Guanchita Pluma. El combate está servido. Suena Rise de Nightmares on Wax y se pronuncian tres palabras: Retrovisor-Sujetador-Juego. El segundero comienza su travesía. "Oh dios, ¿dónde he metido el sujetador?", comienza Lila. "Juro que estaba por aquí cerca", lee el público cautivado de la Biblioteca Insular en una gran pantalla. "La cabeza me pulsa como una estrella loca, siempre en el punto cercano a la desintegración. Siento que en el informe de anoche falta un capítulo, tras el juego con los chupitos me quedo en blanco. Sin embargo recuerdo su mirada, a través del espejo retrovisor, retándome a que la noche y el juego subieran de nivel..." continúa la luchadora enmascarada bajo el poderoso influjo de la literatura improvisada.

Vuelve este fin de semana Lucha Libro, el concurso más canalla de la escena literaria canaria. La Biblioteca Insular vuelve a acoger, desde ayer y hoy -a partir de las 21.00 horas- una nueva edición de un espectáculo que se presenta como una mezcla entre un recital de poesía y una batalla de gallos. El éxito de esta propuesta, que cumple cinco ediciones, radica en el hecho de sacar al escritor de su aislamiento natural para situarlo, con todos su miedos, dudas e inseguridades, en el reverso tenebroso de su hábitat natural. El cuadrilátero de lucha sustituye la íntima comodidad del escritorio y el silencio del despacho se transforma por el runrún del público y el backbeat del Dj. Sin embargo, el verdadero pavor del autor, el del yugo de la página en blanco, se incrementa para convertirse en acicate o la horca del patíbulo. Pero ante los miedos, carnaval y agallas. Bajo estas reglas, cruzan desde ayer su prosa y verbo ocho contendientes con alias de leídos luchadores: El Pollito de Macondo, Arcadia, el Guacamole Peleón, Akhesa, Ojo de Pato, Ronnie Fox, Utópico Atípico y Guanchita Pluma. Y es que si es cierto que "la pluma es más poderosa que la espada", como pronunciara el inglés Bulwer-Lytton, corren ríos de tinta roja en la Biblioteca.

Pero toda buena historia tiene un origen. Este proyecto es el resultado de un viaje de Cresirey Oropez y Daniel Medina a Perú en 2011. Érase una vez, estos dos jóvenes canarios chocaron con un extraño espectáculo en el interior de un café y que al instante les contagió como un virus sin cura. Tras un ventanal, se veía un hombre enmascarado en completo silencio y escribiendo en un portátil ante un público entregado. A su espalda una pantalla gigante conectada al teclado. ¿Qué sería este extraño fenómeno? La idea, cuyo creador es el escritor y publicista Christopher Vásquez, era sencilla y efectiva: un combate de improvisación literaria al estilo de la lucha libre mexicana entre dos púgiles con palabras en lugar de guantes. Las normas, elementales: dos contendientes, tres palabras, cinco minutos y una historia en vivo... literatura de alto voltaje, como un 'piquete de ojos' y, al mismo tiempo, un masaje en el corteza cerebral.

Tras conocer a los promotores, estos confiaron en Medina y Oropez para que su propuesta cruzara el charco. "Ellos están muy contentos con el resultado -que también han exportado a Madrid, Washington DC, Quito, Bogotá-, aunque hemos introducido cambios en el formato ya que el suyo cuenta con elementos como el de la chica en bikini que no nos gustaba", explica Criserey Oropez. El objetivo último; convencer a un jurado de expertos. El premio consiste en ver su trabajo publicado a través de la editorial Baile del Sol. Hasta el momento suman tres títulos con doce autores con material de ediciones, celebradas entre Gran Canaria y Tenerife, en las que han intervenido un total de 75 escritores.

Nuevos valores

"Queríamos ofrecer una propuesta de ocio que no existe, relacionado con la literatura", plantea Criserey antes de explicar cómo la experiencia se acerca más a una suerte de striptease del autor en su proceso creador, ya que el público lee al mismo tiempo que éste escribe, corrige y reescribe. Al mismo tiempo, la propuesta se ha diseñado como un altavoz y escaparte para autores noveles de las Islas. "Es una gran metáfora, en el que se acepta el proceso creativo como un lucha interior y un enfrentamiento con el papel en blanco", explica. Porque está el combate real y la competición que viven los escritores, contra sí mismos y sus colegas, en el proceso de ser publicado. "Nosotros ofrecemos un espectáculo gamberro relacionado con la literatura y, al mismo tiempo, un apoyó para las nuevas voces de la literatura canaria", añadió ésta.

Ronnie Fox es el alter ego de Verónica Villalba Miguel finalista de la edición de 2015 y segundo premio del concurso de relato corto de la Biblioteca Insular en 2013. Filóloga de formación, se declara enamorada de las letras y los libros desde su más tierna infancia, por lo que admite haber conducido su vida al negro sobre blanco con el sueño de establecerse como novelista. "Este concurso me pareció diferente a todo lo que existe", reconoce y el mismo día en que fue aceptada en el doctorado que estudia le llegó un correo con la propuesta de Lucha Libro como una señal divina. "Esto como lanzarse al mar desde un punto elevado, si lo piensas un segundo no te atreves", apunta la escritora. "Es como un concierto de rock para escritores", destaca ésta. "Ahora me explicó el subidón que sienten los músicos en el escenario", describe.

Lucha Libro cuenta con cinco años de existencia en las Islas, un hecho que sus promotores celebran por lo increíble que parecía en el inicio. En este lustro, el campeonato ha crecido con el apoyo de un público fiel y una legión de literatos en proceso de curación.La organización realiza una convocatoria pública dos meses antes. En ésta piden cuatro relatos y, entre muchos los candidatos, seleccionan los más interesantes y variados, para no limitarse en lo estilístico. Los concursantes se encuentran en la Biblioteca sin conocerse. Sobre una mesa eligen la máscara que les acompañará durante el concurso, como si de un ritual se tratara, y también su pseudónimo. Esta escena, de alguna manera, simboliza la muerte del autor. El nombre ya no importa. Tampoco el ego. El yo queda reducido. La historia es lo que transciende.

"Tienes la sensación de ser un superhéroe que oculta su identidad. Todo es muy gamberro", asegura Verónica Villalba, antes de señalar que su máscara, negra con ribetes por una cara y verde roja por la otra, se convirtió en el talismán que le permitió pasar una ronda tras otras hasta llegar a la final. "Hay gente que se agobia un poco porque respiras mal y ves peor, pero a mi me produjo la sensación contraria, me ayudó a aislarme y a sentirme como un superhéroe".

Cesirey Oropez señala que cada luchador tiene su propia voz sobre el escenario por lo que no se impone un estilo concreto y efectista en busca del aplauso del público y el impacto en el jurado. "Es una cosa superpersonal, tanto que pese a los pseudónimos y la mascaras nosotros sí que reconocemos quién está detrás, porque suelen tener un sello personal", valora Oropez. Sin embargo, la experiencia personal de Villalba es contraria y admite que muchos buscan guiños con los que conquistar al jurado. "Antes de subir tienes miedo a quedarte en blanco, porque cinco minutos es un tiempo impredecible. Se te puede pasar enseguida o hacerse larguísimo. Yo logré aislarme gracias a la música y la máscara. Llega un momento en que crees que estas en tu casa. Después me centraba en el personaje. Tenía mucho diálogo y mi obsesión era cerrar bien el relato y la historia. Después, al leerlo le das una entonación y eso gusta al jurado", apunta.

Amistad y competencia

Detrás de las normas se impone el arte complejo de la improvisación. Detrás de las bambalinas, la amistad y competencia de una serie de jóvenes escritores que, como Los detectives salvajes de Bolaño, sin conocerse de nada se encuentran en la tesitura de hallarse en una locura literaria. Lo hacen porque quieren publicar, porque lo encuentran estimulante o porque quieren explorar nuevas formulas para potenciar su creatividad. Han sido seleccionados y dominan el arte complejo de la palabra escrita, pero los nervios están a flor de piel. "Hay que tener un par de huevos u ovarios para subirse ahí y crear una historia en directo", valora la organizadora del evento.

"Sabemos que es un encuentro con cierta polémica, pero bueno aquí estamos", explica Oropez para señalar que reciben criticas por parte de un público especializado que rechaza la entidad literaria de los escritos. "Nosotros insistimos en que no es literatura. Nosotros lo denominamos Impro-literaria, porque la literatura viene después, cuando el ganador y el finalista publican su obra y se muestran realmente como los autores que son".

La filosofía de Lucha Libro es la del aquí y el ahora, el momento sin respiro y el segundero que tensa la soga alrededor del cuello. "Ni siquiera ellos mismo saben lo que va a ocurrir", explica Criserey. Pero, ¿qué frutos veneraríamos si en su momento García Márquez, Joyce o Salinger hubieran aceptado el juego? Porque según sus organizadores, la primera premisa es una invita a jugar. "Ya es bastante solitaria la tarea del escritor como para que disfrutar un poco de vez en cuando, abrir las puertas al público y hacer una pequeña gamberrada como ésta", defiende Criserey Oropez antes de explicar la propuesta, en el fondo, no se aleja de los ejercicios que se hacen en muchas escuelas de escritura sin recibir entidad literaria. "Lo que pasa es que lo hacemos en público".

Por esto, la mayoría de participantes se toman esta experiencia como un ejercicio sano y liberador. Entre los nervios, la falta de confianza o seguridad en sus aptitudes, siempre se impone la calidad creativa en un resumen de la actividad diaria al escritor, pero expuesto en el proceso creador. "Intentamos arroparles, por medio de una atmósfera creativa, una música que les permita aislarse y con palabras que no son rebuscadas para que se liberen de la presión".

Lucha Libro ya piensa en próximas ediciones con la intención de crecer incorporando otras disciplinas, como por ejemplo el del Slam Poetry, un torneo de poesía interpretada. Pero ya cuentan con una versión que combina electrónica, rap y literatura improvisada, llamada Rapsodia, cuyo primer festival se celebró en Tenerife. También cuentan con una versión infantil con el que recorren los colegios.

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