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Entrevista

"El planeta es insostenible si no vivimos en armonía con el resto de especies"

"Los cineastas que vienen a Canarias no lo hacen solo por las ayudas fiscales", manifiesta el director de cine Gerardo Olivares

"El planeta es insostenible si no vivimos en armonía con el resto de especies"

El cineasta Gerardo Olivares estrenó el 29 de noviembre en el Palacio de Congresos de Fuerteventura El Faro de las orcas, rodada parcialmente en la isla majorera y que desde ayer se encuentra en 150 salas del país. Este director cordobés, el primer español en ganar la Espiga de Oro de Valladolid, comenzó su carrera en el terreno del documental, porque primero fue un viajero infatigable desde que en 1987 con 20 años llegó al Polo Norte en una Vespa para realizar un reportaje sobre un grupo de nómadas de Laponia. Su filmografía cuenta con una treintena de documentales y acaba de presentar su cuarta película, tras La gran final, 14 kilómetros y Entrelobos. En El Faro de las orcas, aborda una historia real; la de una madre que se traslada a la Patagonia argentina con su hijo autista para conocer a Roberto 'Beto' Buba, un guardafauna que es la única persona en el planeta con una relación casi familiar con un grupo de orcas salvajes para emprender una terapia.

La película presenta un alegato a favor de la naturaleza como elemento sanador. ¿Cómo entiende la defensa de lo natural?

A mí me gusta mucho la antropología y sobre todo un periodo de nuestra existencia que es el Neolítico. Lo cuento para que se entienda la situación. El hombre siempre ha vivido en la naturaleza. Estuvo durante 200.000 años siendo parte de esa naturaleza ya que cogía lo que necesitaba para subsistir. Ahora el concepto de vida en la gran ciudad, en el ecosistema de la urbe, es muy nuevo en comparación. Y ese salto de la naturaleza a la ciudad se ha dado un muy poco tiempo. Entonces, todavía no estamos acostumbrados y de alguna forma necesitamos seguir conectados con la naturaleza y a los animales para sentirnos mejor. Esto es lo que descubre el personaje de Maribel Verdú, que se va al fin del mundo consciente de que si no sale de su zona de confort tu vida será rutinaria y su hijo seguirá con graves problemas afectivos. El hecho de volver a la naturaleza es darle una oportunidad a la vida. La naturaleza es importante en mi cine porque creo que se hacen pocas películas de ficción, a nivel global, en el que el entorno natural y animal sea realmente el protagonista. Y yo creo que es importante porque nosotros venimos de la naturaleza.

¿Entiende que la única manera de que sobrevivan las especies es aprender a convivir en armonía y compartir un mismo espacio, como hacen Beto y las orcas o Marcos y los lobos?

Por supuesto. Es que nosotros no somos dueños del planeta, somos una parte. No podemos decir cuáles son las especies que nos interesan y cuáles no. No puede ser que porque los perros y los gatos son lindos vivan de puta madre, mejor que muchos niños en el mundo, y sin embargo los elefantes hay que matarlas porque se comen los cultivos. ¿Por qué? El acto de matar especies altera todo el ecosistema y eso se vuelve en nuestra contra. Hace 45.000 años vivían en el planeta entre dos y cinco millones de habitantes. Ahora viven 6.500 millones y es exponencial. Lo que está claro es que esto va a colapsar si no aprendemos a convivir. El mundo será insostenible si no aprendemos a convivir en armonía. Por eso, muestro lo frágil que es la naturaleza pero lo necesaria que es para nuestra vida como especie. Y eso lo hago a través de una madre y un niño con un problema que es una gota en el océano, pero es un ejemplo de lo que la naturaleza nos puede dar.

Un personaje asegura que jamás hubiera imaginado como ella, siendo un chica bien de Buenos Aires, pudo encontrar la felicidad en un lugar como la Patagonia. ¿Se siente usted así?

Sí. Mucho. He ido muchas veces a Patagonia y me he encontrado un sitio con una energía muy especial. Siempre me he encontrado bien. Entonces, quería trasmitir eso a través del personaje de Marcela. En el fondo, Marcela y Lola (Maribel Verdú) son muy parecidas porque vienen de dos grandes ciudades, han tenido una buena educación y Marcela le viene a decir que si ella ha conseguido ser feliz ahí ella también lo puede conseguir. Y Lola se da cuenta, porque es la primera vez que ve a su hijo feliz.

¿Surgen estas historias de experiencias de sus múltiples viajes como documentalista?

Efectivamente. Yo empecé haciendo documentales y en la vida me imaginé que acabaría dedicándome a la ficción. Lo descubrí por casualidad rodando en el desierto. Allí empecé a hacer mis primeros pinitos. He tenido la suerte de viajar por todo el mundo y las historias que me apetece llevar al cine son experiencias que he vivido o, en este caso, de gente que se ha ido cruzando en mi camino. Pero puede darse en Mongolia o Sierra Morena. Tampoco tienes que irte a la Cochinchina para encontrar una buena historia. La película que más satisfacciones me ha dado es Entrelobos, la del niño criado por lobos, y la historia real se desarrolla al lado del lugar donde nací.

Al principio de su carrera en ficción parecía que le daba más protagonismo al ser humano. Ahora le sigue interesando pero desde una mirada más vinculada al mundo animal.

Sí. A ver. Si ves 14 Kilómetros y La gran final ves dos historias que se desarrollan en plena naturaleza, porque el desierto es parte naturaleza, aunque sea más dura y peligrosa. Pero yo creo que el salto lo di con Entrelobos pero porque la historia venía así: un niño que lo dejan abandonado en el monte y empieza a tener una relación especial con los animales. Es la propia historia la que pide el protagonismo de la naturaleza. Claro, esta historia con Beto, que parte de una historia real, es lo mismo.

El mundo se ha convertido en su caso en un gran plató. ¿Cree que se podrían hacer películas de este tipo en Canarias?

Sí, claro. La cineastas que viene a Canarias no lo hacen solo por las incentivos fiscales. Yo tengo el recuerdo de cuando tenía 18 o 20 años y aquí venía la gente de luna de miel. Era un destino de sol y playa, cerca de España y con buen clima todo el año. Pero Canarias es mucho más que eso. Tienes siete islas que son siete mundos diferentes y si quieres selva tienes selva, desierto o lo que sea. Tienen unas posibilidades brutales para el cine. Además, están bastante bien acondicionadas con unas infraestructuras buenísimas. No me extraña que la gente quiera venir aquí a rodar y no solo por los incentivos fiscales.

¿Le preocupa o le gusta que la figura de Beto sea conocida?

Beto aporta un mensaje de respeto hacia las orcas y si esta película ayuda a que ese mensaje llegue a más gente, pues mucho mejor, porque refuerza su figura y su mensaje. Este mundo necesita a mucha más gente con el espíritu de Beto para poder cambiarlo, porque si no nos vamos a la mierda. Beto puede ser un contrapunto a una figura como Donald Trump, por ejemplo. Aunque el otro tenga mucho más poder, mil Betos pueden contrarrestar a un tipo como este al que la naturaleza le importa un pimiento y en lo único que piensa es que el hombre existe para ganar dinero, a costa de lo que sea y si hay que esquilmar los recursos naturales no pasa nada. Pero coño, tenemos que empezar a a pensar también en nuestros hijos y nietos para que tengan un planeta en el que vivir.

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