La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

"Nunca supimos muy bien lo que era lo 'indie' y eso es lo interesante"

"Si no te paras, te arriesgas a que tu música sea un disco muy largo y que dura años", señala Alberto Jiménez, cantante de Miss Caffeina

"Nunca supimos muy bien lo que era lo 'indie' y eso es lo interesante"

Miss Caffeina pone la guinda al recorrido de la primera edición del Festival Cero con el concierto de clausura, hoy, a las 22.00 horas, en el que desgranará el repertorio de su tercer disco, Detroit (Warner, 2016), una apuesta festiva que reviste de luz y nuevos sonidos la trayectoria de esta banda de indie-pop, formada por Alberto Jiménez (voz), Sergio Sastre (teclados, guitarra y sintetizador), Álvaro Navarro (guitarra eléctrica) y Antonio Poza (bajo eléctrico).

Esta es su primera visita a la capital grancanaria al abrigo del Festival Cero, ¿qué opinión le merecen la convocatoria y sus compañeros de cartel?

Creo que está bastante bien y que, desde el principio, tenía muy buena pinta. Hemos estado investigando un poco y parece que hacía falta un festival así en la ciudad, así que esperamos que sea la primera de muchas ediciones. Nos gustan mucho todos los grupos, como Xoel López, y también los grupos canarios, como La Perra de Pavlov, que está muy bien. Así que llegamos con muchas ganas de ver qué pasa por ahí.

¿En qué aspectos marca Detroit, tercer álbum de Miss Caffeina, un nuevo estadio en la trayectoria de la banda?

Detroit marca totalmente una nueva etapa en nuestro camino porque, antes de ponernos a trabajar en el proyecto, nos paramos durante un año y, dentro de este proceso, a los seis meses o así, nos metimos de lleno con el disco. Nuestra gira anterior había durado tanto, que empezamos a escuchar cosas nuevas y, de manera natural, nos aventuramos a hacer un disco mucho más pop, mucho más festivo y bailable. Por todo esto, Detroit marca un antes y un después en nuestra pequeña carrera.

La banda se interna en nuevos lenguajes, con sonidos más electrónicos y poperos. ¿Cómo define el mapa sonoro de Detroit?

Nosotros nos sentimos cómodos con la definición de grupo pop, aunque este es, sin duda, nuestro disco más popero. En el proceso creativo de Detroit todos empezamos a pensar que molaría meterse en según qué terrenos de producción. En el disco anterior, De polvo y flores (2013), empezamos a trabajar con Max Dintel, nuestro productor, y nos pareció que con este nuevo disco podía llevarnos hacia música más electrónica. Pero creo que lo más importante es que también las canciones lo pedían. Nosotros compusimos unas canciones que pedían más baile o sonidos electrónicos y, al final, en esto se trata de trabajar para las canciones, sin importar si nos estamos yendo un poco del estilo o no. La idea es que las canciones marquen el estilo, y no al revés.

El productor, Max Dingel , que ha trabajado con múltiples bandas internacionales como Muse, The Killers o White Lies, adopta un rol central en la parte creativa de Detroit. ¿Cómo resultó el trabajo con él?

Sí es cierto que en el disco anterior no le dejamos trabajar de la misma manera que en Detroit, porque entonces llevábamos todo más cerrado al estudio. Pero en este disco decidimos dejarnos llevar más por él y por su criterio, y trabajamos de otra manera. En Detroit empezamos las canciones más de cero y fuimos mucho más abiertos en todo. Y es un poco más difícil trabajar así pero, al final, el resultado ha sido bastante bueno.

Entonces, ¿diría que Detroit ha cumplido con las expectativas de la banda?

Personalmente, sí. También intentamos no pensar demasiado en las expectativas de la gente, porque sabíamos que queríamos hacer un disco diferente, pero la acogida ha sido muy buena. Por nuestra parte, nos divertimos mucho haciendo este disco, que hicimos con la única pretensión de seguir creciendo en la música y, sobre todo, de seguir haciendo la música que queríamos hacer. Y que aquella gente a la que le guste lo que escucha, que baile y que se divierta.

¿Resultó difícil tomar la decisión de parar durante un año?

A nosotros, nada; pero a la gente a nuestro alrededor, que trabajaba con nosotros y demás, sí que les dio algo más de vértigo. Pero ya te digo que, a nosotros, nada, porque era totalmente necesario. En este sentido, nos daba más vértigo cansarnos y que, de repente, mandásemos todo a la mierda y se acabara el grupo. Por eso, nosotros preferimos parar cuando había que parar, que es una cosa que también hace muchísima gente, y ya está. Ahora vemos que fue la mejor decisión.

Así nace el título del álbum, Detroit, como metáfora del auge y caída de una ciudad que se renace de sus cenizas. ¿Buscaron de forma consciente el símbolo de esa reconstrucción?

Sin duda, Detroit habla un poco de eso, porque la ciudad de Detroit es una ciudad que, de repente, pasó de estar en apogeo total a estar casi desierta, y que se ha ido reconstruyendo a lo largo de los años. Nosotros sentimos que es una metáfora de lo que nos pasó a nosotros con el disco anterior, en el que, resumiéndote, nos quemamos mucho. Aquella gira pasada duró tanto que, por último, estábamos quemadísimos e, incluso, desilusionados en algunos aspectos. Por eso, nos apetecía parar un poco y vivir otras cosas, ver a la familia, a los amigos, y ese tipo de cosas que no se pueden hacer cuando estás en ese bucle de trabajo.

Y después vuelven a abrir las alas, como dice el single Mira cómo vuelo. ¿El proceso natural fue insuflar un aire más optimista a este vuelo?

Este disco tiene más luz, más color, más baile. Pero nosotros buscábamos el contraste, con registros y lenguajes nuevos para hacer un disco diferente. Por eso tuvo sentido parar porque, si no, te metes en un bucle en el que sacas discos iguales todo el rato. Siempre está bien parar para marcar cómo eres, porque si no, corres el riesgo de que tú música sea un disco muy largo y que dura años.

Antes de fichar por el sello Warner, Miss Caffeina ya contaba con varios Eps autoeditados. ¿Qué aportó esta etapa de autoproducción a la banda?

Esa etapa nos ayudó a entender un poco cómo funciona todo y cómo se trabaja no sólo lo musical, sino cómo funciona la industria por dentro. Lo que pasa es que gestionar tú todo esto te quita tiempo para centrarte en lo artístico, así que, una vez pasamos a una multinacional, todo ha sido mucho más ordenado y mucho más fácil. Además, en nuestro caso, como nunca se han metido mucho en lo que hacíamos a nivel creativo, ha sido la situación perfecta. Pero sí es verdad que sacamos un total de cuatro EPs en los que nos autoeditamos nosotros y que, poco a poco, funcionaron; y ahora, echando la vista atrás, entiendo que fue un buen ensayo para sacar nuestro primer disco.

En el futuro, ¿planean continuar en esta línea de exploración de sonidos y lenguajes?

Seguro. Claro, ahora mismo no sabría decir a qué sonará el próximo disco, pero continuaremos en esa línea seguro, porque nos cansamos muy rápido de todo. [Risas] Hay canciones de este disco que ya estamos cansados de tocar, ¡así que imagínate! No sé a qué sonará el próximo disco de Miss Caffeina, pero sé que sonará diferente.

A este respecto, ¿diría que existen prejuicios dentro del sello indie hacia las bandas que arriesgan o abren su espectro a nuevos estilos o lenguajes, o cada vez se da una mayor permeabilidad en este sentido?

Cada vez hay menos prejuicios y que cada uno hace su rollo y su música. Dentro de un festival indie te puedes encontrar una cosa muy pop o una cosa muy rock, que tienen cabida en el mismo cartel. Pero creo que, al final, se ha desdibujado un poco lo que es el indie, que nunca supimos lo que era y que, a día de hoy, nadie sabe definir bien lo que es, y también eso es lo interesante. ¿Es el sonido, el estilo, la imagen? Creo que todo es ahora mucho más permisivo y que, incluso, puedes encontrar música supuestamente indie sonando en radiofórmulas, así que pienso que, pese a todo, esta es una época muy buena para la música en general.

Miss Caffeina, asidua de los festivales, ¿se vuelca más en las grandes convocatorias o prefiere formatos más íntimos?

Pues todo tiene su aquel, porque los festivales te hacen estar delante de muchísima más gente y te permite reclutar a seguidores, y tocar con una estructura mucho más grande. Pero las salas te permiten estar con el público que de verdad compra una entrada sólo para verte a ti. Y eso está muy bien, porque ahí haces el test real de cómo funciona tu disco, además de la magia de tener a tu público cerca.

Compartir el artículo

stats