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2016, el peor año para ser famoso

El pasado año fue el más mortal para las celebridades, según un estudio

2016, el peor año para ser famoso

Se avecina otro año negro para los famosos. El terrible saldo de celebridades fallecidas en 2016, el año con más megafamosos muertos en lo que va de siglo, probablemente será mayor al cabo de este año atendiendo a la dinámica de las últimas décadas. Así lo aseguran Cristian Candia-Castro, Cristian Jara Figueroa y César A. Hidalgo, tres científicos vinculados al afamado laboratorio multimedia de la Escuela de Arquitectura y Planificación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT Media Lab, en sus siglas en inglés), que han perfilado en la web de la entidad la evolución del número de famosos muertos desde el año 2000. Y su conclusión es simple: mueren más famosos, sencillamente, porque hay más famosos.

Esto, siempre según la tesis de estos científicos, se debe al incremento poblacional registrado en el planeta, lo que obviamente ha derivado en un mayor volumen de personas que pueden considerarse famosas, pero también a la evolución tecnológica y al desarrollo y diversificación de los medios de comunicación.

Ante esta laxitud a la hora de adquirir el estatus de famoso, los investigadores del MIT Media Lab marcan un requisito para centrar su estudio: sólo consi- deran famosas a aquellas personas con artículos sobre su persona publicados en 20 idiomas o más en Wikipedia. Con esta referencia, en 2016 fallecieron 181 personas famosas, una cifra ligeramente inferior que en los tres años previos, y también por debajo de la previsión estadística para 2017, cuando se estima un volumen de fallecidos célebres de entre 197 y 198.

Otra cosa es la magnitud de la fama de los fallecidos. Obviamente, no es lo mismo una celebridad de la talla de David Bowie, cuya muerte hace ahora un año fue seguida de homenajes a escala planetaria, que otros famosos cuyo impacto quizá no fue tan global. En este sentido, los investigadores del MIT Media Lab esbozan una clasificación de las celebridades fallecidas, usando de nuevo el número de idiomas en los que se puede leer acerca de estas personas en Wikipedia. Y en este aspecto, 2016 sí que resultó especialmente dramático.

Las cuatro categorías en las que los investigadores dividen a los famosos son: artículos en más de 20 idiomas, en más de 35 idiomas, en más de 50 idiomas y en más de 70 idiomas, categoría esta última que corresponde a los megafamosos. Pues bien: pese a que los guarismos en la primera categoría son inferiores en 2016 a los registrados en los tres años precedentes, en el resto son superiores. Y la cifra más notable es la de los megafamosos: en 2016 fallecieron 16 figuras adscritas a esta categoría, la cifra más alta de lo que va de siglo, mientras que en 2015 fueron 9, en 2014 fueron 10 y en 2013, que marcaba el máximo hasta ahora, 14.

La lista de megafamosos fallecidos en 2016, en todo caso, es bastante heterogénea. Serían: Fidel Castro (con artículos en 135 idiomas), Muhammad Ali (124 idiomas), David Bowie (104), Umberto Eco (92), Shimon Peres (86), Carrie Fisher (86), Johan Cruyff (85), Gene Wilder (84), Bhumibol Adulyadej (84), Dario Fo (82), Leonard Cohen (80), Prince (76), Islam Karimov (76), Nancy Reagan (76), Imre Kertész (74) y George Michael (72).

El propio listado nos da una última clave del análisis del equipo del MIT Media Lab. La media de edad es bastante elevada, algo también relacionado con el incremento global de la esperanza de vida. Además, hay una presencia importante de artistas de la canción y el cine, además de algunos deportistas de gran relevancia, como fueron Johan Cruyff y Muhammad Ali, una clave vinculada al auge de la cultura popular. Pero, especialmente, hay un aspecto generacional: son figuras que irrumpieron y desarrollaron el grueso de sus carreras entre las décadas de 1960 y 1980, por lo que su fama se vio incrementada por la televisión.

Por eso mismo, el volumen de famosos muertos, para este año y los siguientes, seguirá en ascenso, aunque los investigadores del MIT Media Lab consideran que las cifras irán estabilizándose. Otra cosa es el legado que deja-rán estas figuras, algo no cuantificable mediante las traducciones de Wikipedia o el efímero impacto de las redes sociales. Y parece difícil imaginar otro año en el que el mundo pierda el talento de figuras como David Bowie, Umberto Eco o Johan Cruyff.

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