La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Guardián de La Milagrosa en Tufia

Antonio Suárez reúne en una capilla de Tufia imágenes religiosas que ha ido adquiriendo con el tiempo

Antonio Suárez, conocido como Pepito Malaleche, en el interior de la capilla donde guarda las imágenes, ayer. SABRINA CEBALLOS

Tufia se pondrá bonita hoy a partir de las 18.00 horas con la decoración de sus calles y casas. Llegan las fiestas en honor a su patrona, la Virgen de La Milagrosa, y todo tiene que estar dispuesto para festejar con vecinos y visitantes en este pequeño rincón del este de Gran Canaria. Durante la mañana de ayer, una camioneta transportaba por una estrecha y empinada calle el escenario que se asentará sobre la misma arena negra de la playa. "Llegué hace casi 50 años y prometí hacer la ermita si lograba construir tres casas", señala José Malaleche, cuyo verdadero nombre es Antonio Suárez.

El hecho de que las eucaristías se celebraran en una terraza próxima al santuario fue un empujón más para levantar la capilla. "El cura decía misa con el Cristo de una caja de muertos", circunstancia que le apenaba porque deseaba algo mejor para el pueblo costero que le conquistó. Tuvo que hablar con la Iglesia para que autorizase su construcción, un trámite en el que el párroco de El Calero, Andrés Viera, colaboró bastante.

Con emoción se vivió la llegada de la Virgen, patrona del lugar, "porque fue todo un espectáculo". Y no es para menos. En la memoria histórica de Tufia siempre se recordará el día en el que un helicóptero trasladó la imagen desde El Calero, lugar en el que se custodiaba tras su llegada desde tierras valencianas. A uno y otro lado de las llanuras de lo alto de los acantilados se agolpaban vecinos y foráneos que no querían perderse los primeros instantes de La Milagrosa en el barrio. Pero incluso ese mismo día estuvieron trabajando en la capilla, según relata su mujer, Bruna Hernández, para quitar unos bloques y eliminar la suciedad. Todo por fe y devoción hacia una Virgen cuya escultura costó 32.550 pesetas. Para poder reunir todo el dinero para su compra fue necesario que Antonio Ravelo, cantante de El Calero, organizara cuatro festivales.

Dos años después arribó a Tufia el Santo Cristo procedente también de Valencia, en esta ocasión de la mano de una de sus hijas. Pepito Malaleche explica que ofreció traerla si conseguía trabajo como enfermera en la Clínica Doramas, un hecho que finalmente ocurrió por lo que cumplió con gusto su promesa. La última talla en llegar a este pago costero fue la de Santa Rita, abogada de lo imposible.

Mientras pasea por las escasas calles de Tufia, Antonio Suárez explica que la apariencia del lugar nada tiene que ver con la de hace más de 40 años. "¡Esto era un desastre, casi todo eran riscos!" Así, por la calle que conduce hacia la playa tan sólo existía un minúsculo camino de tierra. Para embellecer esta zona inundó de vegetación un largo paterre situado frente a su casa y plantó dos palmeras: una delante de la ermita y otra en medio de lo que hoy es la carretera.

Desde el paseo en el que se avista la playa expone que inicialmente estaba formada por piedras, pero que entre varias personas las picaron "y el mar se encargó, con sus idas y venidas, de convertirlas en arena". La luz, que al fin llegó en 1997, supuso un considerable avance técnico en este apartado barrio. Hasta entonces, Pepito se encargaba de iluminar mediante motores la playa y casas que existían en ese momento para que de noche Tufia siguiera teniendo vida.

Destaca además un risco que ayuda a romper la furia del océano cuando las olas chocan contra sus paredes, lo que facilita que el mar entre "muerto". Esta circunstancia permite que los niños accedan al agua sin peligro y que Tufia sea un enclave idóneo para aprender a bucear, tal y como demuestra el incesante goteo de grupos vestidos de neopreno.

A sus 82 años Suárez continúa velando por la capilla y sus imágenes, una responsabilidad que asegura asumirá hasta el fin de sus días, momento en el que sus hijos continuarán con las labores de cuidado y mimo.

Compartir el artículo

stats