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Magua de chinchorro en Melenara

El tradicional arte de pesca, ahora prohibido, resurge en la playa como homenaje a su importancia socioeconómica de antaño

Un momento de la recogida del pescado en la orilla de la playa de Melenara. JUAN CARLOS CASTRO

Ahora es un arte de pesca prohibido por la legislación para proteger a los peces más pequeños del arrastre de las redes, pero siempre fue en Melenara la mano que ayudaba a salir adelante a los marinos de su precaria economía. Por eso, su autorización por un día por parte de la Dirección General de Pesca del Gobierno de Canarias es un gesto que agradecen los habitantes de este barrio costero y el patronato de las fiestas.

Ver las redes cargadas de peces ya es solo una curiosidad en esta cala teldense y se ha convertido en uno de los actos esperados de las fiestas en honor de Nuestra Señora del Carmen y el Santo Cura de Ars, que finalizarán el próximo domingo 30 de agosto con la procesión marítimo-terrestre. Antes habrá un cargado programa de actos que dará cabida a todas las demandas de diversión y entretenimiento de vecinos y visitantes.

El chinchorro, que ayer comenzó a partir de las 10 de la mañana fue en su momento una parte importante del sustento de los habitantes de Melenara, según señala Antonio González Padrón, cronista oficial de Telde y conservador de la casa museo de León y Castillo. "Melenara", apunta, "se puede considerar por así decirlo, la playa más chinchorrera de Telde, ya que durante décadas este arte de pesca se benefició no solo de la actividad de los pescadores de esta cala, sino de los llegados de Gando cuando primero el Aeropuerto y luego la Base Aérea los desplazó hacia Melenara porque era incompatible que los pescadores estuvieran en un enclave militar tan importante como Gando y su entorno".

Aunque ayer era un lujo para la vista ver cómo se arrastraban las redes hasta unirse en el centro de la playa, como antaño, lo que ahora es motivo de un estudio etnográfico fue el día a día de generaciones de marinos que echaban las redes al mar para sacar de allí su pan. "Algo que distingue a Melenara de otras playas es que eran los hombres los que remendaban las redes del chinchorro aprovechando la temporada de poca pesca y lo solían hacer los marinos mayores, que ya no podían echarse a la mar porque era peligroso para ellos".

Con el pañuelo a la cabeza

La venta, en cambio, era cosa de mujeres. Ellas, con un pañuelo enrollado en la cabeza a modo de base llevaban su producto al casco de Telde, después de la selección realizada en la misma barca de los mejores ejemplares para ofrecerlos a una clientela consolidada. Tanto auge tuvo que muchas veces no subían al centro de la ciudad, sino que los clientes bajaban incluso a pie de playa para comprar allí el pescado. "No había precio fijado, sino que se pesaba a ojo y se pedía una cantidad, con lo que surgía el tradicional regateo, ya perdido".

No solo hubo chinchorro. La varada del pescado, contó con un asadero popular, la verbena del solajero y la representación de una obra cómica teatral.

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