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Entrevista. Sacerdote

Vicente Santana: "Hay personas que me dicen que creen en Dios, pero yo no creo en ellas"

"Habrá más vocaciones cuando la gente se purifique y tenga más contacto con la gente", afirma el párroco de Las Huesas

El sacerdote Vicente Santana, ayer, delanta de la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Las Huesas. YAIZA SOCORRO

¿Cómo ha sido su recorrido como sacerdote en 50 años?

Han existido derrotas, triunfos, pérdidas de batallas... pero lo importante no es llegar primero, sino saber llegar. Me he enriquecido como persona y como canario. En la Iglesia he encontrado un camino de maduración humana. En definitiva, ha sido un recorrido gratificante y no he claudicado a pesar de los momentos duros.

¿Dónde nació su vocación?

Tengo vocación porque he tenido oportunidad de dejarlo y no lo he hecho. De pequeño era monaguillo y cuando había que dar el paso para ir al Seminario mi madre no tenía para pagármelo. Por eso el cura ponía el dinero que yo iba ganando como monaguillo en una hucha. Entré allí como un niño y el punto de inflexión me llegó con Manuel Alemán, la persona que más me ha marcado en mi vida tras mi familia. Él era el rector y tenía la cualidad de escuchar. Nos oía a nosotros una hora y te contestaba con dos palabras, la medicina justa. Fue muy decisivo, además, al abrir el seminario a la calle.

Sin embargo, ahora es más difícil encontrar inclinaciones hacia la vida religiosa.

Hay una gran crisis de vocaciones. Yo no soy doctor ni especialista, pero la Iglesia debe volver a sus fuentes, como la Biblia, a la época antes de la paz de Constantino para que esta institución vuelva a tener unos argumentos válidos. Hay que tener en cuenta que los jóvenes no van a entregarse a algo que no creen que merece la pena. Yo sí he me he movido por el camino del convencimiento y ahora la Iglesia, con el Papa Francisco al frente, está despertando algo porque es auténtico. Desde el primer momento lo demostró al asomarse al balcón sin ropas ni zapatos de lujo. No salió a saludar victorioso como Cid Campeador. Habrá más vocaciones cuando la Iglesia se purique y tenga más contacto con la gente.

Es muy conocido por defender la identidad canaria.

Canarias es una colonia sin descolonizar. Como decía Manuel Alemán, el Archipiélago ha vivido la cultura de la expropiación que le ha conducido hacia la ley del silencio. Por eso el canario habla mucho pero no de lo trascendente. Y si el pueblo es callado la Iglesia de las Islas también. ¿Por qué Canarias no tiene un arzobispado? Hay que darle a este pueblo y a la Iglesia su palabra, ya que ahora no la tiene.

Usted cree más en los que no creen en Dios que en los que sí, ¿por qué?

Cuando alguien me dice que cree me pone en guardia. Hay personas que creen en Dios, pero yo no creo en ellas. De hecho, muchos de mis amigos no van a la Iglesia ni tienen nada que ver con ella. Bajo mi punto de vista, una de las cosas que necesitan los católicos es hablar con los no creyentes y saber estar con ellos.

¿Considera que hubo un cambio significativo del papa Benedicto XVI al papa Francisco?

Sí. La renuncia del papa Benedicto XVI fue extraordinaria porque no es la costumbre en la Iglesia. Todo el mundo quiere la poltrona. Este hombre tenía una fe muy grande para hacer un bien a la Iglesia. Antes de renunciar un editorial del periódico del Vaticano venía a decir algo así como que Benedicto XVI estaba en medio de lobos. Pienso que él no se veía en condiciones de afrontar lo que ahora el papa Francisco está haciendo. La Iglesia es de Dios porque si no ya la hubiésemos hundido nosotros. La decisión del pontífice emérito es una lección para los políticos y para los cargos eclesiásticos. Yo estoy muy contento con el papa Francisco. A mí personalmente me ayuda a ser más cristiano y es como si lo conociera.

Precisamente los escándalos sexuales de sacerdotes constituyen uno de los retos a los que se enfrenta el papa Francisco.

Creo que eso es más fácil de controlar que otro más difícil: la riqueza de la Iglesia. El obispo Pildain insistía mucho en la moral sexual. Siempre nos decía a los seminaristas que el pueblo perdona los pecados de faldas. Eso lo decía en aquella época, hoy habría que decir más bien otras expresiones. Pero que no perdonaba a un cura pesetero. Y yo digo que el mayor problema que tiene la Iglesia no es de la pederastia, sino el de las riquezas. No se puede adorar a la riqueza. Para mí es más difícil arreglar esto que el de la riqueza. Se debe volver a una liturgia sencilla y austera, misericordiosa y acogedora.

¿Tienen cabida los divorciados en la Iglesia?

El papa lo que ha dicho es que no son excomulgados por el hecho de estar divorciados y estoy de acuerdo con él. Hay que tener misericordia con ellos. El Sínodo de la Familia, que tendrá lugar en octubre, tratará con amplitud este tema. No obstante, creo que hay contradicciones pastorales porque si se dice que los padres son los primeros catequistas de sus hijos, ¿qué pasa con los hijos de los divorciados? Al final la teoría no siempre está clara en la práctica.

¿Política e Iglesia tampoco hacen un buen maridaje?

La política es lo que hacemos los ciudadanos. Etimológicamente viene de ciudad. Ellos son unos que nosotros hemos puesto y hemos confundido los papeles. Ellos creen que son los políticos y no es así. Los políticos somos los ciudadanos. No creo que los dirigentes sean quienes salven el mundo. Por seo los ciudadanos se deben de despertar para ser capaces de ir un día a no votar. La Iglesia debe hablar con todo el mundo, eso está claro. Pero cuando es de Dios, no puede ser de un partido o de una parte, tiene que ser de todos. Y cuando ha optado por alguna línea se ha equivocado, algunas veces de forma muy solemne.

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