Jinámar amaneció ayer en medio del asombro y la desolación. Los destrozos que dejó tras de sí la tromba de agua que azotó al municipio de Telde sumieron al barrio en una situación caótica. Carreteras cortadas por desprendimientos, desbordamientos del alcantarillado, bajos inundados y colegios convertidos en auténticas piscinas componían el panorama jinamero.

La angustia se apoderó pronto de los vecinos en una mañana para el olvido. De hecho, el distrito que más incidencias registró en la Ciudad de los Faycanes fue el de Jinámar con un total de 27 avisos, según los datos recogidos por el Centro de Comunicaciones de la Policía Local del municipio. Del total de incidencias, once estuvieron relacionadas con inundaciones en viviendas o garajes, cuatro hacían rerencias a desprendimientos de tierras o muros y doce a problemas en las vías.

El despliegue de efectivos del Ayuntamiento permaneció en Jinámar hasta bien entrada la noche. Juan Francisco Martel, concejal de Seguridad y Tráfico, aseguró que tanto en este barrio como en otras zonas del municipio "hay trabajo para rato". Destaca, por otro lado, que cinco centros educativos de esta área - José Tejera, Jinámar Fase V, Pedro Lezcano, Hilda Zudán y Poeta Montiano Placeres- se vieron forzados a suspender las clases como consecuencia de las inundaciones.

Z Supermercado inundado

El barro y las piedras en pleno asfalto entorpecían la circulación en la carretera que une San Juan con Jinámar. Los vecinos, armados con espátulas y cubos, se afanaban en la retirada de los restos que las riadas arrastraron hasta las puertas de sus casas. Algo similar sucedía en la Frutería Autoservicio Mancein. En su interior, los empleados Leonardo Lasús y María del Carmen Suárez no daban crédito ante esta situación.

La parte posterior de la superficie comercial se vio afectada por la lluvia y entró buena parte del agua, que inundó el almacén y los lineales de limpieza. Del techo, además, no cesaba la filtración de la lluvia.

Antonia Martín, que cada día acude a este supermercado para adquirir los artículos que necesita, se mostraba incrédula. "Estoy sorprendida con todo lo que estoy viendo. Me parece mentira", señaló, mientras Suárez, junto a un vecino, corrían a secar el área más afectada.

Z Coches sumergidos

En la misma acera y a pocos metros de distancia se encontraba un garaje de 40 plazas totalmente anegado de agua. Apenas se podía apreciar el techo de algún coche mientras agentes del cuerpo de Bomberos, de la Policía Local y de Protección Civil se esforzaban por controlar la situación. Dos bombas trataban de extraer el agua mientras se esperaba la llegada de una tercera. "Los coches están completamente inundados. Por la puerta principal no entró el agua, sino por la zona trasera que da al barranco", explicó un cabo de bombero. En el exterior, los propietarios de los vehículos afectados esperaban afligidos para conocer la situación en la que se quedarían sus vehículos. Juan Francisco Álamo apenas creía lo que estaban viendo sus ojos. "Mi mujer me llamó a las diez de la mañana porque se enteró de lo que estaba pasando. Bajo el agua está mi moto Kawasaki Vulcan 900 de apenas cuatro años", señaló. Una situación similar vivía Bárbara Franquiz, de 24 años. Bajo el agua se encuentra su Citroën C4, "que aún no se ha terminado de pagar". Confiesa, aún nerviosa, que no puede imaginar lo que se puede encontrar: "Antes tenía ansiedad porque ese coche es mi único medio de transporte. Ahora estoy a la espera de que lo que me digan los del seguro".

Uno de los primeros en llegar a esta zona fue Cristian Díaz, diseñador gráfico que ayer no pudo acudir a su puesto de trabajo. "Cuando llegué, los coches estaban flotando y chocando unos con otros. Intenté entrar, pero era imposible porque el agua llegaba casi hasta las rodillas. Las lágrimas me las bebía", esgrimió. Y no era para menos. La altura del agua se elevó hasta dos metros y de forma muy lenta fue bajando su nivel. Con algo más de humor se lo tomó Juan Yánez. Hacía apenas cinco meses que adquirió un Polo y ya lo ha perdido. "Me lo tengo que tomar así porque no puedo hacer otra cosa", sostenía, "porque lo pasado, pasado está", indicaba Yánez.

En la Escuela de Boxeo de Telde también se trabajaba a destajo sin parar tras el golpe bajo de la lluvia. Sherina González, segunda entrenadora, no tomó descanso. Su afán era sacar el agua y el barro cuanto antes para minimizar los daños del local. La zona de gimnasio, como señala González, ha sido la más afectada por la riada y de forma especial las pesas. "La impresión fue muy fuerte al llegar. Cuando me llamaron, vine apurada para conocer la situación de primera mano", explicaba con un cepillo en la mano mientras Chanel Ramos, a su lado, no para de arrastrar barro hacia fuera. Una vez más, tal y como apuntaron varios vecinos que observaban cómo se trataba de rescatar este espacio deportivo de las fauces del agua, las peores situaciones saca lo mejor del ser humano. Así, fueron varios los usuarios de este complejo quienes se acercaron a ayudar para verter el agua que recogían sus cubos en una acequia cercana.

Mientras tanto, los tractores y camiones hicieron acto de presencia en el barrio para retirar el barro y las piedras que se encontraban en la carretera que une el casco de Telde con Jinámar y en la plaza principal, una circunstancia aplaudida por los viandantes.

Z Alcantarillas desbordadas

Alejandro Ramos, concejal de Vías y Obras, se acercó a la zona para conocer a pie de calle los destrozos. Como jinamero, siente de forma especial los daños que presenta este barrio. El edil reconocía que la trompa ha sido de tal calado que se han visto desbordados, una situación caótica que fueron controlado poco a poco "para dar respuesta a los vecinos desde la coordinación". Los operarios de su concejalía estaban desplegados por éste y otros distritos pero la situación era compleja. De hecho, algunos lugareños no daban crédito de la situación. Solicitaban que los conductos que canalizan el agua no estaban len buen estado al igual que las alcantarillas, que se atascaron con mayor facilidad debido a la falta de limpieza. "¡Ahora hay muchos empleados, pero hace diez días que tenían que haber venido!", reclamaba gritos un vecino indignado.

Z Derrumbes en la ladera

En la urbanización Los Cedros, también se vivieron momentos de angustia a primeras horas de la mañana. Érika Cabrera reconoce que se llevó un "buen susto" cuando empezó a escuchar los gritos de los vecinos. Una de las laderas se derrumbó sobre la calle Luis de la Cerda, un hecho que derivó en el cierre de la circulación en la misma. "Tuvimos que levantar coches a pulso para sacarlos del barro", apunta "porque algunos se quedaron atrapados".

El aguacero que bañó Jinámar provocó que el número 40 de esta vía sufriera una "terrible inundación". Ángela Afonso, moradora de esta vivienda, explicó que el agua empezó a entrar por el falso techo del baño. "Fue horrible", apuntó. Según sostiene, cada vez que llueve con fuerza sucede lo mismo en las casas de esta zona, por lo que pide a las autoridades públicas que actúen de inmediato ofreciéndoles algún tipo de solución.