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La antigua nave de la Cinsa, lugar de botellones y 'picadero' recomendado

El edificio, al que se le incoó un expediente para declararlo Bien de Interés Cultural, cuenta hasta con inquilinos

Aspecto de la antigua nave de la Cinsa, captada antes del temporal. YAIZA SOCORRO

Un edificio emblemático, singular y con valor cultural. Así debía haber sido la nave construida por la Cinsa (Compañía Insular de Nitrógenos, Sociedad Anónima), que estaba destinada a convertirse en la joya de la corona del emporio.

Pero nada más lejos de la realidad. Hoy en día y después de años de abandono al transformarse en zona industrial, en la parcela donde se aposenta la nave solo se puede encontrar el esqueleto de una enorme estructura, llena de basuras, sin cubiertas e incluso con un inquilino en una caravana. De su cometido como edificación industrial, lo único que se mueve en ella, sobre todo los fines de semana, es la actividad de los botellones que se celebran, las citas para peleas e, incluso, la realización de escenas de sexo dignas de películas porno.

Superviviente de un proyecto que al final se fue al traste y donde ahora se presenta un panorama desolador, casi de viejas películas del Oeste, con ovillos de aulagas corriendo, la nave de la Cinsa se ha convertido en un afamado picadero, anunciado incluso en páginas web dedicada a estos menesteres. En esa página, donde se destacan hasta 253 puntos de encuentro sexuales en la provincia de Las Palmas, se menciona lo apartado del lugar y la brisa de mar de la que pueden disfrutar las parejas.

Al lado de esta edificación se encuentra otra, también abandonada y cubierta cada vez con más capas de basura que no dejan ver el piso donde está construida. Incluso, paradojas de la vida, se puede encontrar un cartel semidestrozado donde todavía se puede leer el anuncio de una promoción de viviendas.

Edificio singular y embargado

Ante esta situación, ni rastro de la Policía, un valor añadido para el lugar según la misma web cuando se refiere a otros enclaves.

Lo paradójico, según las fuentes consultadas, es queesta nave tiene incoado desde hace años un expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) por los valores de su ingeniería, pero el documento duerme el sueño de los justos y tampoco está el lugar para hacer méritos como referencia artística o cultural.

"Fue un particular el que llevó la petición de la declaración como BIC", apuntan las mismas fuentes, pero el Gobierno de Canarias, administración encargada de adoptar la decisión, no lo ha movido y se cree que debe reposar en un cajón.

Además de esta circunstancia, hay otra dificultad más que añadir a la lista de desgracias. Una entidad bancaria es desde hace años la titular de la nave por un embargo, lo que puede hacer más difícil aún su recuperación.

Lejos de todas estas preocupaciones, casi en el interior de la imponente estructura hay aparcada una pequeña caravana, con inquilino incluido, según han señalado las fuentes consultadas. La cercanía de una empresa, única vecina activa, junto a la algo más apartada compañía Disa, no nubla la tranquilidad que acompaña a la zona.

Con basura amontonada y nadie por los alrededores, salvo en horario laboral durante la semana, los fines de semana es cuando el desierto se convierte en metrópoli nocturna. Botellones organizados para esos días, incluso antes de la lluvia, que se los llevó, con carteles anunciando el próximo, sexo al aire libre con escenas dignas de la insdustria pornográfica, convierten al recinto en un animado punto de encuentro, sin molestias de ningún tipo y con total libertad. Sin quejas por los ruidos o la suciedad, la nave de la Cinsa, el BIC frustrado, sigue en pie y abandonada a su suerte.

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