¿Es jinamero de toda la vida?
Sí, nací hace 43 años en Jinámar, donde viví hasta que me casé. Luego, por motivos laborales, me fui hasta los 33 años y ahora aquí estamos, mira las vueltas que da la vida que he terminado trabajando en el pueblo donde nací y siendo el pregonero de sus fiestas.
¿Recuerda cómo eran las fiestas cuando vivía en el barrio?
Siempre participaba de niño y tengo esos recuerdos de la infancia en ese mercado tradicional con los olores que tiene, la feria de ganado y la multitud de gente el día de la Concepción. Mi familia vivía intensamente esta fiesta porque teníamos muchos familiares y amigos en Teror y Santa Brígida que venían del campo el día de la Virgen. Ese día mi madre tenía siempre la casa abierta haciendo de comer para todos, un ambiente muy familiar... ¡Un follón muy agradable!
Después de haber vivido esta fiesta tan de cerca durante toda su vida, ¿qué supone para usted ser el pregonero de su veinticinco aniversario?
Es una ilusión muy importante y tengo que agradecer al patronato que se haya acordado de mí, porque al final no dejo de ser un vecino que nació y se crió aquí. Desde mi experiencia en el barrio creo que puedo aportar mi visión sobre él en el pregón. También me gustaría recalcar que todos los que salen de Jinámar deberían tener la responsabilidad de mostrar que es un pueblo como muchos otros de la Isla con sus cosas buenas y malas y se deje de hacer foco siempre de lo mismo con un estigma que no es real, porque tiene sus problemas como todos los barrios, pero hay que poner en valor todas las cosas positivas que también posee.
¿Podría adelantar algo de lo preparado para el pregón?
Por un lado hablaré de la historia de mi familia en el pueblo, que llegó en los años 60, compraron un solar, construyeron y se implantaron aquí como casi todos en esa época. Hago mucho énfasis en la solidaridad que había, donde todos los vecinos se ayudaban en todo lo necesario, desde construir la casa del otro hasta cuidarle a los niños. También menciono a los personajes particulares que habían y destaco la figura de mi padre, que fue un personaje singular que ayudó a la comunidad y que era conocido como 'Pepito el árabe', porque mi abuelo era palestino y fue de los que vino en los años 20 y formó familia aquí. Vendía ropa por las calles del pueblo y mi padre heredó esa profesión. Él vistió Jinámar y ahora yo soy su pregonero (risas).
¿Qué le gustaría transmitir con su mensaje?
Me gustaría que la gente tenga la conciencia de que los barrios hay que cuidarlos entre todos, sin dejarlo todo en manos del ayuntamiento, aunque lógicamente las administraciones tienen que echar una mano en la parte que les toca. También hago hincapié en la educación, recordando a los profesores vocacionales de mi época que ayudaron a que la gente estudiara y, por parte de la administración, la necesidad de becas sin las cuales muchos de nosotros no hubiéramos podido estudiar. Por otro lado, la importancia del deporte, ocupar el tiempo libre en actividades deportivas y de ocio y no en otras cosas negativas para que todos saquemos adelante el barrio y la gente tenga un futuro.
¿Tiene previsto acudir a los diferentes actos de las fiestas?
Por supuesto, iré como todos los años. Me gusta mucho la feria de ganado y llevar a mis hijas para que vean que la leche y el queso no salen del supermercado. También voy a la procesión, me quedo a comer por el pueblo y veo a los amigos de la infancia que todavía viven allí. Y, como siempre, iré a comprar queso, aceitunas y naranjas.
