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Los peregrinos animan con su ofrenda a la Virgen el día canario en Jinámar

La iglesia del pueblo rebosa un año más en el homenaje tributado a la imagen de la Inmaculada Concepción

Aspecto, anoche, de la iglesia de la Concepción de Jinámar durante la misa y ofrenda de los peregrinos. ANDRÉS CRUZ

La misa y la ofrenda de los peregrinos a la imagen de la Inmaculada Concepción volvió a llenar ayer la iglesia de Jinámar. Después de una caminata que se inició a partir de las 18.00 horas por dos grupos, uno que salió desde la plaza de San Juan, en el centro de Telde, y otro desde el cruce de Marzagán, los peregrinos y los grupos folclóricos que los acompañaban confluyeron en el pequeño templo pasadas las ocho de la noche y culminaron, una edición más, esta romería tradicional canaria en honor de la Virgen.

La vestimenta típica, incluido el farol, la música y bailes interpretados por las agrupaciones foclóricas que acompañaron en el recorrido a ambos grupos de peregrinos pusieron el acento canario y tradicional en una jornada donde lo vernáculo cobró protagonismo ayer, en una suerte de anticipo de lo que habrá el día grande de las fiestas de Jinámar y la Caña Dulce. Una jornada festiva que atraerá, como en ediciones anteriores, a miles de personas al barrio para disfrutar de las distintos actos, tanto religiosos como lúdicos que se desarrollen.

Ayer por la mañana la plaza de Jinámar y su entorno estaban bastante animados. Además del tradicional mercadillo dominical, los vecinos del barrio y visitantes se encontraron con exhibiciones de deportes autóctonos como la lucha canaria o el juego del garrote, novedosos para los más pequeños del público que observaba.

Tampoco faltó la degustación de leche con gofio, en cuyo reparto se afanaba Rosa Santana, una de las fundadoras del patronato de las fiestas de Jinámar y la Caña Dulce y que "aún seguimos aquí colaborando con la gente joven para mantener vivas estas superfiestas".

Con una lechera como las de antes, Rosa servía a discreción vasos llenos a quienes se lo solicitaban, en una mañana que empezó algo oscura, pero que a medida que avanzaba el día dio paso a un sol ligeramente picón, mientras la gente se repartía entre los puestos de la feria de artesanía, donde los bolsos, pulseras y otros objetos hechos a mano sustituyen cada vez más a los tradiciones productos ofrecidos antaño.

Lo que no cambia es el gusto por consumir el potaje de berros, un plato que sigue con fuerza en las fiestas de Jinámar. Ayer por la mañana María del Carmen Medina, María del Carmen Hernández, Esther Ramírez y José Tejera se volcaban en la preparación del potaje de berros y las previsiones era el reparto de unas 500 tarrinas. Una comida que luego se repartió pasadas las 21.00 horas, después de la misa y ofrenda de los peregrinos.

Quince kilos de berros, 25 kilos de papas, unos 12 de ñame, 15 de calabacines, veinte kilos de zanahorias y una hermosa calabaza de 14 kilos de pesos fueron los ingredientes para alimentar a tanta tropa, aunque algunos empezaron a probarlo antes. El jilorio no entiende de horarios y lo bien que olía impedía también tener paciencia.

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