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Perfil

Concejala por vocación y participación

María Luisa Dávila es una concejala por vocación, una ciudadana que se ha colocado al otro lado de la mesa para conocer qué se puede hacer para mejorar su ciudad natal

Concejala por vocación y participación

Lo primero que llama la atención de María Luisa Dávila González (Telde, 1974) es su sonrisa. Forma parte de su carácter luchador y de su concepto de vida, el de las personas que no hincan la rodilla al suelo para rendirse, sino de quienes consideran que la existencia se compone de sacrificio, tirar para delante y, cómo no, de alegría.

Vecina de Lomo Los Frailes, lo suyo es el servicio público y es una cualidad que nadie le discute en el Ayuntamiento. Miembro de Más por Telde, partido integrante del cuatripartito que gobierna el municipio desde el pasado junio, Luisa Dávila es una concejala por vocación y comprometida con la causa, que no es otra, como afirma en lo que admite es la entrevista más larga que le han hecho, que la atención al ciudadano.

¿Vocación? La respuesta es afirmativa si se entiende por este concepto la realización de una actividad por gusto y lo que puede resultar más chocante, casi imposible de creer: es la única concejala del grupo de gobierno que no cobra sueldo por su trabajo y no será porque le dedique poco tiempo. Entra a las ocho de la mañana y se zampa una jornada laboral sin horario, "como debe ser, los ediles estamos aquí para trabajar todo el tiempo que se necesite, no es una ocupación para mirar el reloj", asegura con naturalidad.

Su compensación económica se resume en unos 200 euros mensuales por su asistencia a comisiones y plenos, pero su fuente de ingresos no es ésa. Tampoco es rica y está en el Ayuntamiento por aquello de la erótica del poder. ¡Qué va!, su situación personal y su ambición política es más sencillo que todo eso. María Luisa está jubilada por incapacidad absoluta desde 2007, cuando aquejada por una necrosis avascular en las caderas tuvo que dejar su trabajo de auxiliar administrativo en la Consejería de Educación. También es titulada en Administración y Finanzas, en el ciclo superior y tiene el Bachiller. Había empezado en empresas privadas y después de aprobar unas oposiciones estuvo 12 años en la Consejería de Educación. Tenía 35 años y el golpe fue duro, muy duro, pero no la tumbó, ni mucho menos el verse con esa edad con una salud maltrecha y una profesión que ya no podía ejercer más. Pero no por eso se sintió desahuciada.

Su pelea con la enfermedad continúa, pero esta mujer, casada y con una hija de 17 años, aquejada de parálisis cerebral, no pierde su sonrisa y alega que no debe quejarse, siempre puede haber alguien en peores circunstancias. El apoyo de su familia, de sus amigos ha sido básico para que su naturaleza luchadora no decaiga y vea el presente y el futuro con esperanza.

Solo sus vecinos de Lomo Los Frailes saben que no cobra sueldo del Ayuntamiento, pero tampoco ella alardea de eso. Ve normal que si tiene otros ingresos, en este caso una pensión, no tiene por qué cobrar de otro sitio. Y no es ninguna marciana ni ha hecho una promesa, solo es su forma de entender la vida, su manera de actuar.

Hace siete años entró en Más por Telde de la mano del líder de este partido, Juan Francisco Artiles, pero no se considera política. "No soy una política al uso, vengo del movimiento vecinal y a mí no me interesaba meterme en esto. Pero la insistencia de amistades, que me hablaban muy bien del proyecto y que me invitaban a reuniones terminó por convencerme".

La familiaridad, la cercanía, lo bien que se llevaba la gente le decidió y entró en este nuevo mundo. "En las anteriores elecciones municipales fui en las listas de Más por Telde en el puesto número 20. En estas últimas me enteré en el último momento que iba en el cuarto puesto, pero a mí no me ha importado nunca las listas ni el puesto en que voy, lo mío es trabajar por el equipo todo lo que haga falta. Por eso fue una sorpresa verme en ese lugar y con bastantes posibilidades de salir como concejala, de hecho yo pensaba que podíamos sacar hasta siete, pero cuatro tampoco está nada mal", evoca.

Desde los 10 años participa en la asociación de vecinos del barrio, ha estado en la comisión de fiestas y sigue trabajando, aunque las obligaciones y dedicación al cargo no le deja tanto tiempo para echarle una mano a sus convecinos. Éstos tenían claro que la vitalidad desplegada por María Luisa en el barrio presagiaba este salto a la política, al que ella puso un precio: no cobrar. "Cuando me ofrecieron ir en la lista de Más por Telde, mi condición fue que no cobraría un sueldo y si no se me aceptaba, no entraba en política. Yo no tengo necesidad de más dinero para llegar a final de mes, con mi pensión tengo suficiente y aunque tengo derecho por ley a percibirlo, fue una decisión personal no cobrar". Su familia y amigos no lo entendían al principio, "sobre todo porque me decían que con todo el tiempo que le echo al Ayuntamiento debía tener un sueldo, pero tomé esa decisión y no me arrepiento".

María Luisa Dávila González es concejala de Participación Ciudadana, Protección Animal y Voluntariado, y su quehacer le resta tiempo para estar con su familia, pero se apaña bastante bien. Tiene claro que no se es concejal de ocho a tres de la tarde, sino que "me debo adaptar a las necesidades de los ciudadanos y si no pueden venir por la mañana, les cito por la tarde. Afortunadamente mi familia es una piña y se ocupan de mi hija hasta que llegue el padre e intento estar todo el tiempo que pueda con ella. Es complicado, pero no imposible compaginar vida personal con ser concejala, pero se puede hacer", expresa sin ningún tipo de dudas.

Su experiencia al otro lado de la mesa, de ciudadana a gestora, le ha hecho comprender que existe mucha burocracia y no siempre un trato atento al vecino. "Yo he venido como vecina al Ayuntamiento y entiendo que los ciudadanos no comprendan el porqué no se hacen determinadas cosas, cuando no son imposibles hacerlas", argumenta al tiempo que explica su forma de proceder. "El vecino viene muchas veces solo a que se le escuche lo que tiene que decir y lo de menos es si se pueden hacer o no, pero se van con la sensación de que se les ha atendido bien, que se les ha hecho caso. No es tan difícil".

Lo que más le gusta a la concejala de su labor es el trato personal con la ciudadanía, lo peor que lleva, la excesiva burocracia. Se nota que es residente en Telde y que ha sufrido y sufre la dispersión de las oficinas municipales, ubicadas en los barrios de San Juan y San Gregorio "y que a veces vuelve loca a la gente cuando se le dice que debe ir aquí o allá para tramitar las cosas", apunta Dávila.

El anhelado edificio de El Cubillo puede ser la solución, aunque allí no podrán caber todas las oficinas municipales, pero al menos simplificará la actual situación. O eso es lo que se espera por parte de la ciudadanía y la concejala altruista tampoco es ajena a ese deseo general. Habrá que esperar al menos hasta el próximo año para ver si finalmente uno de los hitos marcados en el pacto de gobierno se cumple.

Hija de una vecina que tiene una calle con su nombre en su barrio natal, Angélica González García es su rótulo desde 2009, María Luisa recuerda como su progenitora luchó arduamente por Lomo Los Frailes y ese afán lo ha heredado ella y no parece que le vaya a abandonar nunca.

No sabe si al final de este mandato, allá por 2019, continuará como concejala en el Ayuntamiento de Telde. Considera que no es una decisión suya, sino de la ciudadanía y de su partido, aunque a ella no le importaría reengancharse otros cuatro años para continuar con el servicio público. No significa y lo aclara, que "quiera seguir indefinidamente, esto no es una profesión, es una responsabilidad que se contrae con los vecinos y no se debe estar para vivir de esto".

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