De las hélices a las cuatro ruedas, sin trineo porque su utilidad en una tierra tan cálida, la verdad, no tenía mucho futuro. Y Papá Noel y su esposa mucho saben de sitios, de climas y de distancias, por lo que eligieron un helicóptero para aterrizar en el centro comercial Las Terrazas, en la costa de Jinámar.
Por la tarde optaron por un descapotable rojo para dirigirse a la plaza de San Gregorio, donde unos 300 niños aguardaban con impaciencia, ilusión y mucha curiosidad su llegada. Los padres no eran indiferentes al entusiasmo infantil e incluso más de un se animó, como un niño más, a posar con Papá y Mamá Noel. Y es que la ilusión no tiene edad ni condición, menos en estas fechas en las que el mensaje fraternal y de hermandad está presente hasta el 6 de enero.
"La cola para acceder a hablar con Papá y Mamá Noel es enorme, ya lo puede ver, pero los niños aguantarán todo lo que haga falta para decirles lo que quieren para Navidad", comentaba uno de los padres que estaban con sus hijos en el entorno de la plaza de San Gregorio. La fila de los pequeños se desbarató y se convirtió en varias vías que desembocaban ante los Noel y qu e se fue alargando hacia la parte baja de la zona peatonal del barrio comercial.
Los nervios jugaron alguna mala pasada y hubo algunos menores que no pudieron aguantar la emoción y empezaron a llorar. Pero duró poco, la contemplación de Papá y Mamá Noel los tranquilizó y más cuando, sentados en sus rodillas, pudieron contarle a la pareja venida de la lejana y fría Laponia sus deseos y felicitaciones.
Caso aparte fue el de una embarazada, que también estuvo junto a Papá Noel para presentarle sus peticiones y fue cuando él aprovechó para invitarla a venir el próximo año, "para que vengas tú acompañada por tu hijo o hija", invitación que aceptó gustosa la sorprendida joven.
Los Noel tuvieron un éxito mayor que muchos artistas de moda que han venido a actuar a Telde y su presencia llenó las calles de la zona comercial abierta, que vivió una noche agradable, no muy fría pero los más previsores se llevaron una rebeca o una prenda ligera por si la temperatura bajaba mucho. Los comerciantes mostraban su alegría al observar el ambiente festivo que reinaba en el barrio, digno de las grandes ocasiones y que suponía que acudieran a sus negocios potenciales clientes aprovechando el acto.
